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España España · BARCELONA
Críticas de DIEGO
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Críticas 95
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
23 de febrero de 2020
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para echarse a temblar, esto no es la naturaleza de Malick, esto es lo que hay y tenemos a la vuelta de la esquina. Esta es la cruda realidad que permanece oculta si no convives con ella directamente, pero que permitimos con nuestro egoísmo e indiferencia, porque es tan nuestra como ese supuesto mundo civilizado al que pertenecemos. Pero la culpa siempre es del otro, del que tiene más dinero, del político corrupto o por corromper, del explotador. - ¿Yo? ¿Me pregunta a mí? No sé de qué me habla... Pero si ni siquiera paso por allí - Esto es una muestra de naturaleza de cemento y ladrillo mal construido, vamos... lo que podemos encontrar a unas cuantas paradas de metro. Una gran película de otros miserables, pero me pregunto quiénes son estos; a mí que no me toquen mi ipad desde el que escribo estas líneas.
DIEGO
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5
23 de febrero de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es algo más que el virtuosismo en el manejo de la cámara y de la puesta en escena, algo más que una dirección artística deslumbrante y un esteticismo artificial; el cine grandilocuente pero sin contenido se cae por su propio peso, como ocurre con "1917". La película es un alarde de fuerza visual cinematográfica que convive con una ausencia total de guion y emoción sincera, y su resultado no puede ser otro que el de la indiferencia, tanto en la butaca de la sala, como ahora cuando escribo y la recuerdo. No creo que valga la pena extenderse en los planos secuencias encadenados... se ha hablado tanto ya de este supuesto mérito... y me pregunto, ¿para qué malgastar tanto tiempo y trabajo en un ejercicio estético vacío de contenido? ¿Qué quería contarnos Sam Mendes con su último trabajo? Yo todavía no lo sé. La película no me ha aportado ni una sola idea nueva sobre la guerra, la supervivencia, el antibelicismo, el héroe anónimo... si es que el guionista y director pretendía contar algo de eso, que, repito, no tengo ni idea. Un magnífico trabajo de dirección al servicio de una historia casi inexistente y carente de emoción, se queda en lo que yo he sentido en la butaca del cine mientras asistía al artificio, asombro y decepción. La técnica como pretensión conduce la película de regreso al laboratorio, y eso es lo que opino yo de "1917". Con todo, vale la pena ir al cine para ver el virtuoso ejercicio de Mendes, y que cada cual saque sus conclusiones. Quizá mi crítica sea tan dura porque me he encontrado con lo que temía ver, y se ha cumplido pese a algunas opiniones que respeto y que me habían dado otra perspectiva previa. Me encanta la filmografía de Sam Mendes y pienso que este no necesitaba demostrar nada como autor, lo cual me confunde aún más. Aunque también puede que se dé alguno de estos dos supuestos: (i) que yo haya visto muchas veces "Salvar Al Soldado Ryan" y tenga muy cercana "Dunkerque", o (ii) que Mendes las haya visto y haya querido emularlas desde otro punto de vista, el del pretencioso virtuosismo estético entre trincheras y alambradas. Por cierto, la música de Thomas Newman fantástica, como siempre.
DIEGO
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7
7 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vi "Quién te cantará" por primera vez en su estreno me gustó, aunque la encontré algo irregular, y ello me llevó a la conclusión de que era un buen trabajo pero un tanto forzado, y con bastante artificio. Hace unos pocos días, pensando en ella, me vinieron a la cabeza, secuencias, momentos, emociones y recuerdos que fueron cobrando forma en una obra homogénea, minuciosa hasta el último detalle, misteriosa y críptica, atractiva en mi memoria. A ello se sumó la casual aparición de la canción de Mocedades en la aplicación musical que tengo instalada en el móvil. El caso es que escuché la canción y me emocionó en el recuerdo pero, sobre todo, al trasladarme a la butaca del cine cuando viendo la película, la canción me cogió por sorpresa en una secuencia memorable de las dos protagonistas que se ejercitaban, bailaban y se movían a cámara lenta con esta música detrás. Ayer volví a ver la película en casa con más interés si cabe que el día de su estreno. Y me adentré en su historia, en las soledades y vacíos de sus personajes, en la autodestructividad del personaje de Marta y, por supuesto en la pérdida y recuperación de identidades, en el fingimiento, en la simulación, en la suplantación, en el intercambio de personalidades, en la apropiación de la vida de la otra; y en la negra, la que se presta a dar cuerda a la que da la cara por ella y esta continúa en la ausencia y el desconocimiento. De todo esto va la película, con un guion que no deja escapar ocasión para mostrarnos disfraces y clones, que lo aprovecha todo para insistir en las claves de la película y de la historia, hasta en un insignificante chiste que aparece. Y la dirección de Carlos Vermut también lo abarca todo, cada plano, su composición y su luz, cada mirada, cada movimiento actoral, cada detalle, cada uña... nada es azaroso en esta película. Las interpretaciones de las cuatro actrices son magníficas y, especialmente las de sus protagonistas, Najwa Nimri y Eva Llorach, absolutamente sensacionales. Supongo que quise digerir demasiado rápido mi primer visionado, y ha valido la pena que me diera cuenta de ello a tiempo.
DIEGO
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7
13 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrupción chapucera de políticos casposos es lo que nos muestra Sorogoyen en este su reino y el nuestro. Y en realidad no asistimos a una ficción, sino a una afrenta cierta que continuamente nos golpea en nuestra dignidad. Son de lo más cutre los personajes que aparecen en la pantalla, son dificilmente creíbles por grotescos, pero ahí están. Yo creo que se le va un poco la mano a Sorogoyen en su tratamiento, pero no me atrevo a afirmar que sea exagerado por si acaso, nunca he visto en la intimidad a estos politicuchos del tres al cuarto tratando de sus asuntos a la española. Debe ser verdad que España huele a ajo, como dice Julio Iglesias. Y no es que haya que ser un lord inglés para que la mierda huela a perfume; apestar a elegancia con glamour no es mejor que apestar a chulería barriobajera. Y todo esto lo digo porque cuesta un poco de creer y digerir el entramado que se monta en "El reino". La película me gustó sin entusiasmo, y quizá me faltó este por ser demasiado reconocible, como si estuviera viendo un telediario entre bastidores, eso sí, presentado por Bertín Osborne, lo cual en el fondo debería ser un mérito. Es como si me costara aceptar que la película es del todo buena porque con ello estaría aceptando que una parte de mi país es así de chuloputas. Estoy rodeado de podredumbre y me pregunto cuál sería el precio de la mía si accediera a un trozo de poder, o incluso sin él si se terciara, ¿lo tendría? ¡Porque aquí no se salva ni dios! Ya en otro orden de cosas, diría que la cámara en continuo movimiento, en demasía pienso, ayuda a percibir la historia como un trabajo periodístico o documental de investigación, acentuando a la vez la tensión argumental y el ritmo, aunque tanto movimiento no resulta transparente y eso le resta eficacia a la verosimilitud de la narración. Los actores están muy bien, son ajo puro en sus interpretaciones, y siempre es un placer disfrutar de la desaparecida Mónica López, con la que veo que cuenta el director en sus últimos trabajos. Interesante película, rancia y grotesca, como "El reino" que habito.
DIEGO
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6
24 de setiembre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha sido una sorpresa ver esta película, la historia me pareció atractiva desde un principio y no me ha defraudado. La investigación sobre la aparición misma y la realidad de Anna (Galatéa Bellugi), quien tiene la revelación de la virgen María, resulta realista, sobria, bien tratada y atractiva; también la del periodista a quien el Vaticano encarga la verificación del suceso, Jacques (Vincent Lindon). Los entresijos de la iglesia como institución quedan en entredicho una vez más, así como su particular mercachifle. Pero a medida de que avanza la película cobra más sentido la humanidad de Anna y su verdad, su intimidad e historia -verdadera artífice del film- y el interés de Jacques por ella, al principio muy excéptico en la cuestión, sin que esta transformación raye lo tópico y resulte de lo más natural. La historia está muy bien tratada y la trama interesa más a medida que avanza, lo cual es un logro, pues la película tiene un metraje larguísimo (140"), sin duda mérito de un guion bien trabajado y de un ritmo adecuado. En ocasiones las imágenes y Anna como exponente llevan a una espiritualidad y a un plano contemplativo muy bien retratado, con la ayuda sin duda de la música de Monteverdi y de Arvo Pärt de fondo. Realmente, el francés Xavier Giannoli, director de la película, reconocido por su anterior "Marguerite", ha conseguido con esta aparición un trabajo muy interesante.
DIEGO
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