Desigual película sobre el complejo de Edipo y la hipocondría. Como puntos fuertes, una gran fotografía en blanco y negro, un feísmo repugnante pero entrañable, imágenes icónicas que funcionan bastante bien (se me viene a la cabeza la cinta transportadora en la cola del súper, por ejemplo, o el final de la película) y algún momento de humor negro bastante divertido (como la entrega de la nevera).
Como peros, diría que a mí la pelicula no me acaba de funcionar por su desarbolado guión y por alguna historia secundaria. Tampoco me convencen la novia y el mejor amigo, personajes poco desarrollados y algo planos (sobre todo él, bastante desaprovechado).
En general, una propuesta interesante que podía haber dado más.

Una nueva ola de documentales rigurosos ("Hayati" o "Varados") y películas crudas ("Insyriated") van cronificando una guerra más cercana a Europa de lo que queremos ver, mientras el tiempo pasa y el conflicto no termina.

"Hayati" aborda las consecuencias civiles de una guerra como la de Siria, con ciudadanos obligados a abandonar el país y probar suerte en otros lugares del mundo. Familias rotas, sueños destrozados y la imposibilidad de progresar, esto es lo que nos cuenta el documental, con planos muy cercanos y con dos escenarios partidos (España y Turquía).

Creo que es un buen documental porque traslada su imparcialidad a los personajes, cuyas vidas quedan muy bien retratadas para que el espectador reflexione sobre la dureza de tener que escapar de tu comunidad y el papel de la santurrona Europa en todo esto. Me gustan también las partes de animación de la película, que narran los hechos acaecidos antes del inicio del documental.

En definitiva, si el conflicto te interesa mucho es tu pelicula, y si lo que quieres es informarte a partir de la experiencia de los más perjudicados, también.

Lo siento, pero algunos espectadores necesitamos algo más que una buena fotografía y alguna toma artística para disfrutar el cine. Aquí poco más hay. Media película está construida a base de paisajes hipnóticos de Baja California, un estado mexicano desértico costero más bruto que el cabo de Gata almeriense. Realmente el paisaje como otro protagonista más es lo único que me va a quedar en la cabeza de este documental.

Y eso es porque no hay nada más. Dos hombres pescando y teniendo charlas supuestamente muy trascendentales, pero que si los espectadores bajan a la calle podrán encontrar en cualquier tasca de barrio, banco de una plaza mayor de la España vaciada o lonja de un pueblo pesquero en temporada baja. Filósofos terrenales, como estos dos hombres hay muchos todavía, por suerte. A lo mejor esto le impacta a guien que viva en una ciudad de diez millones de habitantes, a mí no.

Seamos sinceros, dura 70 minutos y se hace eterna.

Suerte de película experimental bastante infumable donde básicamente no pasa nada en los primeros 50 minutos, y después, como colofón, te explican al pie de la letra el título.

Curiosamente esta película comparte año y temática con "Lo que arde". La obra de Olivier Laxe, de la que me confieso no muy adepto, usa el fuego como protagonista para invocar ecología y tradición, y al menos los planos y diálogos tienen una intención que hace que un espectador atento ate cabos y reflexione sobre la dirección de la globalización. Aquí, el fuego se usa para demonizar los males de la sociedad chilena, pero el distinto uso de cámaras y los innecesarios diálogos durante buena parte del film lastran cualquier tipo de mensaje intelectual que se nos quiera dar. Una decepción con mayúsculas.

Un grupo de titiriteros alternativos sin ninguna experiencia en navegación unen sus fuerzas con un viejo lobo de mar que lleva barcos destartalados a islas caribeñas, para que tengan una nueva vida como pesqueros para la empobrecida población local. ¿Qué podría salir mal?

Timorata crítica al novedoso "turismo de ONG", algo que cuando se filmó el documental (2014) no estaba de moda, pero que ahora ya ha despegado. Se echa en falta una reflexión más mordaz acerca de lo que significa la ayuda humanitaria en los tiempos del capitalismo. Y es que, al final, lo que las imágenes muestran (y la narradora no quiere llegar a admitir) es un grupo de personas viviendo la aventura de sus vidas con el pretexto de ayudar a los demás.