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España España · TOLEDO
Críticas de MAFALDA
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Críticas 151
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
6 de octubre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sevilla, unos años antes de la Expo 92. Convertir una ciudad cualquiera en un escaparate mundial exige obras mastodónticas, inversiones millonarias, sacrificio y el esfuerzo coordinado de muchas personas y colectivos: el trabajo de unos brillará en la superficie y embellecerá la ciudad; el de otros se hunde en las profundidades y es mejor que nunca salga a la luz. De eso va esta película… ¡y qué película!

El Grupo 7 lo forman: Mateo, un policía regordete, putero y chusco, “tipical spanish”; Miguel alto y rubio con aspecto de señorito andaluz; Ángel, el más joven, tan simpático como ambicioso, que observa en silencio a su compañero Rafael, solitario, violento, cruel, desengañado.

Los cuatro persiguen a yonkis y traficantes sin descanso, sin escrúpulos y sin piedad, utilizando todos los medios a su alcance para lograr éxitos que lancen sus carreras sin desdeñar de paso, mediante la corrupción y los métodos más salvajes, ingresos extras que les permitan mejorar sus sueldos de mierda”.

Esta es parte de la crítica que escribí sobre “Grupo 7”, película en la que Alberto Rodríguez ya dejó patente de lo que era capaz. Un claro ejemplo de que en España se hace muy bien cine negro o policíaco como prefieran.

En “La isla mínima” volvemos a los ochenta, década que parece fascinar al director quizás por la indefinición que aún imperaba en España en todos los ámbitos. Con el antiguo régimen ya resquebrajado estrenábamos democracia y había que redefinir costumbres, leyes y comportamientos antes generalizados y amparados por la larga sombra de la dictadura. La lucha, a veces silenciosa otras no tanto, entre lo viejo y lo nuevo, entre la libertad y la represión.

Una sucesión de raras e inquietantes fotografías aéreas (Álex Catalán premio del jurado a la mejor fotografía en la 62 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián) que no sabes a ciencia cierta a qué corresponden (a mi me recordaban al cerebro humano), acompañadas de la doliente y quejumbrosa banda sonora de Julio de la Rosa, constituyen una magnifica y sorprendente forma de empezar una película porque evidencian el cuidado que el director ha puesto en los detalles.

“Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir”.

El lugar donde se desarrolla la acción, las marismas del Guadalquivir, 2.000 kilómetros cuadrados de terrenos inundables surcados por una amplia red de caños (curso de agua marina que se interna en terrenos fangosos de marismas y cuya profundidad y apariencia cambia en función de las mareas) y humedales (zona de tierras, generalmente planas, cuya superficie se inunda de manera permanente o intermitentemente), es un reflejo del entramado de la película donde se entrecruzan personajes y situaciones que también parecen moverse bajo el influjo de las mareas.

Dos policías expedientados, aparentemente opuestos, son enviados a un pueblo escondido de las marismas para investigar la desaparición de dos adolescentes. Al recelo con que se miran entre ellos, incapaces de hacerse una imagen clara del otro, se une la desconfianza y el rechazo con el que son recibidos por los lugareños.

Durante las pesquisas para esclarecer los hechos ambos van dando muestras de sus particulares métodos de investigación: uno desde el acercamiento a la gente del pueblo, el otro desde la distancia y apoyándose más en las pruebas científicas.

Estos días diversos medios y críticos han insistido en su semejanza con la serie “True Detective”. Es cierto que en ambos casos se trata de una pareja de policías que investigan los crímenes de un asesino en serie y que existe cierto parecido entre los escenarios naturales en los que transcurren las historias, pero la “La isla mínima”, además de porque se desarrolla en un tenso período histórico muy nuestro, se diferencia en el marcado carácter español de los personajes: el señorito andaluz, los jornaleros, los militares y unos agentes del orden bastante bizarros pero a la manera patria.

La película cuenta con un nutrido grupo de actores con papeles pequeños pero intensos. Por encima de todos ellos destaca Javier Gutiérrez (Concha de Plata al mejor actor en la 62 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián) con su interpretación de un policía, con un oscuro pasado, que durante toda la película se mantiene en el filo de la legalidad y al que la soberbia interpretación de este actor, mitad asturiano mitad gallego, dota de una dualidad que consigue que le odies tanto como le respetas. Humanizar monstruos no está al alcance de todos los directores.

“La isla mínima” es una película excepcional. Un drama policíaco realista, duro y, en ciertos momentos, conmovedor.

Un thriller sutil y cautivador que demuestra que con directores como Alberto Rodriguez el cine español volverá a recobrar la etiqueta de cine de calidad, reconocida mundialmente, que nunca debió perder.
MAFALDA
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8
16 de setiembre de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que 121 minutos, tratándose de una película de espías, transcurran sin apenas darte cuenta, no se a ustedes pero a mí me dice mucho. No soy fan del género pero no cabe duda de que el hecho de que el patrullón que persigue a "A Most Wanted Man" lo encabece Philip Seymour Hoffman, en uno de sus últimos papeles, es garantía de calidad, al menos por la parte que le toca.

Sentí su muerte. Con su aspecto poco convencional, tan alejado del canon de belleza que predomina en Hollywood, fue capaz de labrarse una carrera más que respetable en ese mundo dominado por los guapos, atractivos y musculados. Mejor que cualquier tipo de halago póstumo que fuera capaz de escribirle, los títulos de algunas de sus películas hablan de su buen oficio como actor, de la credibilidad que era capaz de transmitirles a todos sus personajes y de esa habilidad innata que le permitía cambiar de registro sin problema y que hizo de él uno de los grandes:

El talento de Mr. Ripley, Anthony Minghella.
La familia Savages, Tamara Jenkins
Antes que el diablo sepa que has muerto, Sidney Lumet
Los idus de Marzo, George Clooney
The Master, Paul Thomas Anderson

Tras los atentados del 11-S el miedo se instaló en los países de Occidente. Que unos terroristas islámicos fueran capaces de burlar los sistemas de seguridad y atacar al país más poderoso del mundo hizo temblar los cimientos de nuestra civilización. La lucha contra este tipo de terrorismo se convirtió en la prioridad de todos los gobiernos y, por ende, todo lo que sonara a extremismo islámico en el enemigo a batir.

Basada en una novela de John le Carré del mismo título, la película nos narra la peripecia de un joven checheno que consigue llegar ilegalmente a Hamburgo con intención de empezar una nueva vida. Con evidentes signos de haber sido torturado, contacta con una abogada defensora de derechos civiles para que le ayude a regularizar su situación y evitar su deportación. Pero algunos episodios de su pasado, su procedencia, que se declare como musulmán devoto y que sea el heredero de una enorme cantidad de dinero de procedencia sospechosa, hacen que los servicios de inteligencia de tres países, dedicados a la lucha antiterrorista, quieran darle caza cada uno por diferentes motivos.

No hay juguetitos electrónicos como los que otros colegas utilizan en sus Misiones Imposibles; no hay gincanas deportivas como esas en las que parece participar Jason Bourne cada vez que aparece en pantalla y que han hecho de él todo un Mito; ni rastro de algo glamuroso como tomar vodka Martini, ya saben agitado no revuelto (los tragos del Martini se mezclan de manera homogénea, el enfriamiento es uniforme y al beberlo, todos los componentes se sienten juntos), enfundado en un elegante traje de Tom Ford y con el físico potente de Daniel Craig, mi 007 favorito.

Ni despampanantes espías que te amaron, ni saltos imposibles, ni carreras de coches con dobles de Carlos Sainz al volante. Creo que Philip persigue en dos ocasiones al checheno, una al volante y otra a pie; en la primera le da esquinazo sin problema y en la segunda casi sufre un infarto por el esfuerzo físico. Bastante realista.
Estamos ante una de espías a la antigua usanza donde, más allá de la electrónica último modelo, se priorizan las redes de informantes con las que se establecen lazos basados en la confianza y en la palabra de uno que cuando se da es sagrada... si te lo permiten claro.

Una trama bien elaborada en la que se entremezclan el miedo y la desconfianza, con los ideales propios de la juventud y el desencanto que acompaña, en ocasiones, a la madurez.

Como no hay escenas que transcurran a una velocidad vertiginosa no podemos catalogarla como una clásica película de acción, pero sí de suspense. Los ambientes sórdidos y deprimentes de la ciudad, los diálogos y el hecho de que se trate de una unidad que no existe a efectos oficiales, logra crear una atmósfera de tensión que concentra toda tu atención impidiendo que te aburras.

La recomiendo a los amantes del género, a los lectores de John le Carré y a los que, como yo, admiramos a Philip Seymour Hoffman porque su interpretación de ese espía desengañado, pero aún con principios, es francamente excepcional.
MAFALDA
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7
22 de agosto de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Te gusta la música”, le pregunta Hans Castorp a Septembrini en “La Montaña mágica”. “Si me la imponen, no”, le contesta éste.

Disfruto con una buena banda sonora como la que más. Incluso he saboreado películas en las que apenas había diálogo pero, salvo contadas excepciones, siento rechazo hacia el género musical.

“Begin again” es la historia de dos jóvenes ingleses a quienes su pasión por la música ha unido, les lleva hasta Nueva York y finalmente, cuando él alcanza el éxito y la fama, acaba por separarlos. A partir de ahí comprobamos como el amor al arte puro (entendido como una pasión, una forma de vida) y el amor al arte cuando éste se mercantiliza, transcurre por caminos separados que difícilmente vuelven a converger. La música es el epicentro de la historia pero no es solo una película musical.

Contar con Keira Knightley, una de las mejores actrices de su generación, es un pasaporte seguro al éxito. No hay ninguna película suya que no me haya gustado. Es adorable, apasionada, intensa y muy elegante. ¡Por algo Chanel la ha elegido como imagen de su emblemático perfume “Coco”!

Mark Ruffalo nos regala una magnifica interpretación de un productor discográfico en horas bajas. Impresionante la química entre los dos actores. Ambos son el motor del conjunto.

En cuanto a Adam Levine creo que se queda a años luz de ellos, eso sin contar con que a mí, particularmente, su voz, falsete incluido, no me gusta nada.

Sin sexo, sin tiros, sin violencia, sin monstruos ni asesinos, “Begin again” es un chute de optimismo veraniego. Una película que te hace salir de la sala contento, relajado y feliz.

Vamos, un lujo en estos tiempos que corren.
MAFALDA
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8
3 de julio de 2014
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No sé como una película de coches y carreras ha podido emocionarme, pero lo ha hecho. No me gusta conducir, pero Ryan Gosling consigue que parezca algo romántico y hermoso.

No entiendo como una historia en la que unos mafiosos crueles y sin escrúpulos, empeñados en dejar a su paso un reguero de cadáveres sanguinolentos, puede resultar poética, pero lo es. ¡Pura poesía urbana! Es pausada e impetuosa, dulce y salvaje, tierna y muy dura. Me recordó a “Collateral”, de Michael Mann, por el aura de tristeza que envuelve a los personajes y que no los abandona hasta su muerte.

Hay escenas tan brutales y desgarradoras, como la de los dos personajes principales en el ascensor, que te encogen el corazón y te hacen removerte incomoda en tu butaca. Pero no se regodea en la pena, ni en el desencuentro, ni juega con falsos sentimentalismos. Al final cada uno sigue con su vida, en esa ciudad o en otra, aunque un poco más tristes y bastante más solos”.

Las palabras anteriores forman parte de mi crítica sobre “Drive”, una de mis películas favoritas, cuyo guión escribió Hossein Amini, el mismo que ahora se estrena como director con “Las dos caras de enero”.

Con su agradecimiento, en los títulos de crédito, a Anthony Minghella y Sydney Pollack se ganó mis simpatías porque supone un reconocimiento merecido a quienes mejor han adaptado una novela de Patricia Highsmith al cine: “El talento de Mr Ripley” ese personaje con tantas aristas a quien admiro y respeto.

Una atractiva y enamorada pareja norteamericana, un joven, también norteamericano, que trabaja como guía y que vive de estafar a turistas ricas, un marco incomparable, la Acrópolis griega, deseo, celos, mucho alcohol y cigarrillos, son algunos de los ingredientes de esta receta que tanto recuerda al cine con sabor clásico.

No hay carreras, ni gritos, la violencia es contenida y la extrema tensión que se alcanza se refleja en el rostro de los protagonistas y, sobre todo, en la evolución de su comportamiento según avanza la historia.

Relaciones equívocas y abiertas, dilemas morales, personajes imperfectos con numerosos claroscuros que pasan, sin ningún pudor, del sentimentalismo más blando al cinismo más descarado. Patricia, ya lo sabemos, siente debilidad por los malos. Experta espeleóloga acostumbrada a adentrarse en las cavidades más escondidas del alma humana para dejar patente que cualquiera, en circunstancias extremas, es capaz de lo mejor y de lo peor.

Gama cromática de amarillos y tonos tierra para ambientar una historia que se inicia en Atenas, discurre por Creta y finaliza en Estambul. Calor asfixiante, por la época estival, para acompañar a una atmosfera más asfixiante aún por la tensión que va entrelazando la vida de los tres personajes principales.

El universo de Patricia Highsmith magistralmente llevado a la pantalla.

Las notas de Alberto Iglesias hacen el resto.
MAFALDA
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7
1 de junio de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si queréis entender mejor esta película “All you need is (que levante la mano quien en este preciso momento haya pensado “love” y a continuación tarareado a los Beatles) kill”, de Hiroshi Sakurazaka, una novela de ciencia ficción militar.

La película tiene todas las americanadas propias de las de marines machotes que, sin embargo, se quedan en bravuconadas made in USA cuando los Miméticos entran en escena.

Invasión alienígena a lo bestia, creación de las Fuerzas de Defensa Unidas, lideradas por los de siempre, para combatirlas. Duros entrenamientos y armaduras robóticas que convierten a aquellos que las llevan (recuerdan mucho al traje de Iron Man aunque con menos color) en autenticas maquinas de matar.

Confieso que lo de los bucles temporales, por miedo a verme, por segunda vez “Atrapada en el tiempo” y rememorar una y otra vez este particular día de la marmota interespacial, me provocaba bastante recelo. Pero he de decir que la película me sorprendió gratamente porque me resultó entretenida e incluso, en alguna ocasión, divertida.

Bastante creíble el personaje interpretado por Emily Blunt, Rita Vrataski, también conocida como ‘Full Metal Bitch’ una soldado dura y fría que ha sobrevivido a múltiples batallas y que se ha cargado, ella solita, a cientos de Miméticos con su espada.

Como siempre lo mejor los bichos.
MAFALDA
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