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Críticas de Melón tajá en mano
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Críticas 113
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
13 de octubre de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Carlos Fresnadillo es un superviviente de los de verdad. Su isla es el cine. Su arma el profundo conocimiento del mismo. Estamos ante un secundario de esos que no podemos perder de vista. Algo trama, así que mejor seguirle con lupa.

Su talento visual llamó la atención de todos desde su primera película, Intacto, una magnífica inyección para el género thriller. Seis años después se atrevió con ‘28 weeks later’, una secuela que a ratos mejoraba la ya buena primera parte de Danny Boyle.

El director tinerfeño no se baja del burro en lo que a despliegue visual se refiere. La calidad en la fotografía y los efectos visuales está fuera de dudas. La actitud y las intenciones de este director son dignas de mención. Y aunque Fresnadillo nos tiene mal acostumbrados, ‘Intruders’ le ha salido rana.

En su nuevo filme todo parece impostado. Resulta extremadamente fácil perder el interés en una película que enseña todas sus salidas de emergencia. Los infalibles miedos de siempre aquí no sirven y ‘Carahueca’ no da nada de miedo por muy profundo que pretenda mostrarse en sus orígenes.

El terror psicológico es de pega y están presentes todos los clichés del género casi sin excepción: los niños, la oscuridad, el armario, los curas. Da más miedo pensarlo que verlo y ya nos han machacado demasiadas veces con esta historia. El desmadre visual va contra la historia y hace una zancadilla de las que joden. Para colmo algunas escenas finales sobrepasan el esperpento.

Los recursos técnicos están muy por encima de los narrativos, no se palpa la tensión y por desgracia todo se hace previsible. Su tratamiento metafórico sobre el miedo que quita el habla y no nos deja ver es interesante, pero no llega a echar raíces. El nudo argumental está tan apretado que se hace imposible desatarlo sin que quede flojo.

‘Intruders’ nos arrastra hacia la sombra con paso decidido, pero en lugar de aportar luces se pierde en su propia sombra. Fresnadillo no quiere quedarse en lo superfluo pero tropieza en su intento por indagar entre la fe y la psiquiatría. El buen hombre se mete en un embolao de mucho cuidado. Él sabe de sobra que los miedos no se van sino que aprendemos a vivir con ellos. Seguro que pronto nos mete en otra pesadilla de las que no nos gusta despertar.
Melón tajá en mano
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8
13 de octubre de 2011
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si he visto muchas o pocas comedias en mi vida, pero sí las suficientes para saber que cada vez que leo en un cartel aquello de ‘desternillante’ o ‘la comedia del año’, debería llevarme a la sala de cine la almohada, el antifaz y algo calentito para abrazar.

Cada año se estrenan cientos de comedias. La mayoría de ellas resultan patéticas y producen más sueño que sonrisas, más bostezos que carcajadas y más dolores de cabeza que de mandíbula. Pero de vez en cuando aparece una, sólo una que acierta a convertir el patetismo en algo admirable.

Y en esas nos encontramos con ‘Crazy, Stupid, Love’. Es buena, muy buena. Lo es porque funciona también como drama. Eso es lo que hace grande a una comedia. Si no es una XL, está cerca de serlo.

Dos años después de estrenarse con la infravalorada ‘I love you Philip Morris’, el dúo formado por Glenn Ficarra y John Requa nos sorprende de nuevo con un buen lanzamiento de dardos llenos de amargura, mala hostia y melancolía.

Los primeros minutos evocan a la maravillosa ‘Little Miss Sunshine’ con una similar banda sonora y con la presencia de Steve Carell en un casting de peso donde también brillan Ryan Gosling, Marisa Tomei y la insuperable Julianne Moore. La de Carell, por cierto, viene a ser su enésima consagración ya no como actor sino como camaleón exquisito.

Es verdad que las primeras secuencias cómicas funcionan peor que las dramáticas y que las tramas secundarias están un pelín dilatadas. Vale, a la película le cuesta arrancar. Pero tranquilidad: el titubeo se acaba pronto. La trama principal funciona deliciosamente y se echa la película a sus espaldas. El tono termina por engancharnos rápido.

El segundo acto levanta la película y el tercero la convierte en antológica. Es un gustazo cuando te invitan a leer entre líneas bien escritas. El tramo final es una inteligente acumulación de desenlaces y giros brillantes que culmina con otra excelente reinvención del ‘happy ending’ y que debería tener sitio en cualquier manual de la buena comedia.

No quedan cabos sueltos en ‘Crazy, Stupid, Love’. Por fin una película que primero desordena la habitación y después la deja limpia como una patena. La alegría de toda madre y todo espectador. En otra comedia incluso sobraría la escena del discurso y la moralina, pero en esta el cuerpo y la mente dan una calurosa bienvenida a la dosis extra de azúcar.

La bofetada final no es sólo física, también es simbólica. De vez en cuando viene bien reírse a pecho descubierto de todos esos clichés con los que precisamente el cine ha hecho tanto daño al amor. Tal vez la Academia no tenga en cuenta este bombón para los Oscar, pero debería estar allí sin duda. Tampoco pondrá en su envoltorio aquello de ‘la comedia del año’ porque en realidad es mucho más. Hay que saborearlo mientras se deshace en la boca.
Melón tajá en mano
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8
13 de octubre de 2011
85 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno se enamora tiende a obsesionarse con todo. No pueden quedar cabos sueltos en el guión de una película que avanzará a la perfección. No se piensa en el final porque la película no tiene que acabarse nunca.

Quien más y quien menos tiende también a obsesionarse con las fechas: qué día nos enamoramos, qué día me dijo que me quería, qué día hicimos el amor por primera vez… A veces todo coincide en un mismo día, pero no suele ser así y por algo será. El caso es que todos arrastramos nuestras fechas y obsesiones. No hay nada de malo en ello y hasta puede que sea sano.

‘One day’ sucede durante el 15 de Julio de diferentes años consecutivos. Anne Hathaway (qué guapa, qué buena y qué bien lo dice todo) y Jim Sturgess dan vida a dos víctimas de una pasión que parece abonada al desencuentro año tras año. Ambos están para chuparse los dedos en todos los sentidos, pero sobre todo en el de la actuación. Ella se come cada plano y él se deja devorar.

Después de la delicada ‘An education’, Lone Scherfig nos regala otra comedia romántica donde casi nada resulta estridente y donde el desencanto, la sencillez y el buen humor (oscuro e incorrecto pero nada soez) están a un nivel que merece algo más que un simple aprobado.

La directora danesa tira de algunos tópicos explotadísimos por el género para ahondar en otros terrenos más crudos y propios de la vida que del cine. Y esta vez sí que se agradece. Hay que quitarse el sombrero y todo lo que haya debajo ante los primeros cuarenta y cinco minutos: un magnífico pulso entre comedia y drama donde al final ganamos los espectadores.

No sabemos si será casualidad pero la decadencia de la vida de los personajes coincide con los primeros y únicos momentos de cierto aburrimiento de un metraje que es más largo de lo que debiera. La incorporación de algún que otro secundario desvía la atención y hace bajar la intensidad lograda. No obstante saquemos de la lista a la indiscutible Patricia Clarkson, dueña y señora en todo casting.

Pese al pequeño resbalón, ‘One day’ supone un magnífico tránsito desde la comedia hasta la amargura que se niega en todo momento a desprenderse de la melancolía más elegante. Pero sobre todo es un interesante y acertado (sin necesidad de ser brillante) enfoque del perdedor en la vida y el amor.

Es bonita por su crueldad y, a poco que hayas vivido, también de lo más conmovedora. El final es macabro y exquisito en su verdadero trasfondo. Queridos detractores del género: diréis que es tópica y excesivamente amarga. Esta vez no es un pastel. Podéis guardar la cuchara pero no el babero.


NOTA: 7’5

LO MEJOR: Anne Hathaway, excelente sin más. Su acompañante masculino no se queda atrás. Tampoco el reparto. El vaivén tragicómico sabe a gloria. Elegancia constante en cada aspecto técnico y narrativo.
LO PEOR: Quizá cierto exceso de metraje que se acentúa a mitad del segundo acto y una banda sonora que a ratos puede ser plana y cansina.
Melón tajá en mano
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