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Críticas de Daverunner
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Críticas 177
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
16 de octubre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos jinetes entrando a caballo en un pueblo semidesierto mientras un perro se cruza en su camino. La única actividad que se precia es en la cantina, donde unos cuantos juegan al póker. Los dos protagonistas entran, piden whisky e inician una pelea. Así es como comienza Incidente en Ox-Bow, como tantos y tantos otros westerns. Pero lo que sigue a continuación es lo que la hace diferente a las películas de su mismo género.

Gil Carter -Henry Fonda- llega a un pueblo del oeste en busca de Rose -Mary Beth Hughes- una chica de dudosa reputación de la que se quedó enamorado. Le acompaña su amigo y socio Art -Harry Morgan-. La inesperada noticia del asesinato de un ranchero local, junto con la ausencia del sheriff, hace que se forme un grupo de linchamiento en el que tanto Gil como Art se verán obligados a participar.

The Ox-Bow Incident fue dirigida en el año 1943 por William A. Wellman. Desde entonces es considerada una película de culto por lo que cuenta y por la forma en la que lo hace. Dentro de un género que estaba en aquellos años en su apogeo, trata el tema del linchamiento, algo muy común en los Estados Unidos desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.

El filme disecciona las complejidades del ser humano, en especial las miserias, la brutalidad a la que podemos llegar y el desprecio por la vida ajena. Cuando los dos protagonistas llegan al pueblo, al preguntar por Rose y enterarse que ya no trabaja allí, se les ofrece como pasatiempo una partida de cartas, beber, iniciar una pelea o con suerte, que surja un linchamiento.

Asimismo, ante la ausencia del sheriff es su ayudante -un tipo que no tiene ninguna potestad- el que junto a la turba decide iniciar la persecución de los posibles asesinos a los que han visto cabalgar por las montañas. Desoyendo la autoridad del juez y de uno de los ciudadanos más respetados y cultos, la turba se dirige a aplicar su propia ley.

El filme también incluye como tema principal, al igual que muchos otros western, el robo del ganado. No hay que olvidar que en esta época gran parte de los ingresos que obtenían las ciudades del oeste eran por la venta y transporte de reses. Así, el robo sumado al asesinato de un amigo hace que aumenten los deseos de venganza de la muchedumbre.

En el trío de posibles asesinos nos encontramos dos caras conocidas: Dana Andrews en el papel de Donald Martin, un honrado ganadero que se ve implicado involuntariamente en el asunto y a Anthony Quinn dando vida a un ranchero mexicano.

Cuando este trío es alcanzado por el grupo sediento de venganza, la obra alcanza sus momentos más emocionantes y dramáticos. Donald Martin, sabedor del final que le espera, escribe una carta a su esposa y sus hijos, explicándoles lo sucedido. Una carta cuyas palabras, al ser leídas en la parte final por Henry Fonda -impecable en su papel, como siempre-, se clavan en el corazón de los ajusticiadores y en el del propio espectador.

William A. Wellman da una clase magistral de cine en 72 minutos. Un filme recomendable para todo aquel que sepa disfrutar del cine clásico y sobre todo para algunos directores del panorama actual que suelen ofrecer obras de entre dos y tres horas para aburrimiento del espectador -Nolan o Villeneuve son los primeros nombres que se me vienen a la cabeza- por no saber sintetizar o, simplemente, por dar más importancia a su papel como director que a la obra que están creando.

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Daverunner
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8
16 de octubre de 2017
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
l debut de dos directores nóveles como eran Chad Stahelski y David Leitch es de esos que marcan. Partiendo de una idea mil veces expuesta en el cine -un hombre herido psicologicamente que regresa a la actividad delictiva acabando con todo aquel que se pone delante- adquiere en esta película un nivel superior a lo visto anteriormente. El guión, que no es nada del otro mundo, se sostiene por dos grandes pilares: las escenas de acción, sobresalientes con unas coreografías que hacen las delicias de los amantes del género, y el protagonista del filme.

Keanu Reeves, que vivió su apogeo en la década de los 90 con títulos como Le llamaban Bodhi o la saga Matrix, hacía años que deambulaba por películas mediocres. No creo que sea recordado por ser un gran actor. Sus trabajos no pasaran a la historia, pero es un interprete solvente y taquillero. Acusado de ser bastante inexpresivo en sus papeles frente a las cámaras, quizá es hieratismo sea en esta ocasión un punto a su favor en esta película.

Su trabajo como un frío y calculador asesino es impecable. Pero sería injusto olvidar la labor de los realizadores a la hora de elaborar las escenas de acción. Es difícil destacar un solo momento en el filme, pero creo que la secuencia en el club de noche Red Circle es antológica. John Wick despacha a todo aquel que le va saliendo al paso al ritmo de una canción tan pausada como es Think de Kaleida. La combinación visual y musical es perfecta.

Con una nutrida galería de secundarios en la que destacan Willem Dafoe como amigo y antiguo compañero del protagonista; y el recientemente fallecido Michael Nyqvist como el mafioso ruso, antiguo jefe de Wick y padre del joven que robó el coche y mató al perro del protagonista; la película funciona y hace el trabajo de Reeves más atractivo aún.

Asimismo, también hay que destacar la ambientación de la historia, con esa estética y transfondo de comic o novela pulp Con ese Hotel Continental dirigido por Ian McShane, lugar donde conviven numerosos asesinos a sueldo/ mercenarios y en el que tienen prohibido trabajar, como si de una zona neutral y segura se tratase. O los pagos, que se realizan en una especie de monedas de oro, como si de la Edad Media se tratase.

Toda una sorpresa supuso en el momento de su estreno, allá por el año 2014. En España no llegó a exhibirse en las grandes salas y no está editada en DVD. Una de las muchas cagadas que tienen las distribuidoras en nuestro país. Afortunadamente su segunda parte si se estrenó el pasado mes de abril y ya esta disponible en formato DVD y Blu Ray. Un buen momento para verla, después de haber disfrutado de esta maravilla del cine de acción reciente.

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Daverunner
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8
13 de setiembre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre pensé que Martin Scorsese y Spike Lee eran los directores que mejor habían retratado los bajos fondos de New York en el cine. Quedaba un puesto en el podium y ese es para Abel Ferrara.

Considerado un director maldito y de culto a partes iguales, Ferrara tiene tres títulos bien valorados por la crítica y el público: El rey de Nueva York, Teniente Corrupto y El Funeral. En estas tres obras, especialmente en las dos primeras, se pueden observar rasgos característicos del cine de Ferrara: violencia, sexo y redención.

Ferrara nos presenta a White como un personaje con dos caras. Por un lado, asesino y narcotraficante que busca enriquecerse de sus actividades delictivas; por el otro lado un hombre preocupado por su antiguo barrio, que no dudará en donar parte de sus ganancias para la construcción de un hospital. Un tipo que asegura que aquellos a los que ha matado lo merecían, ya que eran nocivos para la sociedad.

Un ejemplo claro de esas dos caras de la moneda aparece reflejado cuando White inspecciona un hospital infantil para ver sus instalaciones. Mientras el mafioso está de visita observando el interior del hospital y las necesidades del mismo -rodeado de niños en sus camas-, negocia con el capo de la mafia china para compartir el tráfico de cocaína en la zona.

Esa ambivalencia que nos muestran puede hacer que algunos espectadores puedan sentir cierta empatia por el protagonista del filme. No fue mi caso. El personaje interpretado por Christopher Walken es sádico y sin escrúpulos. Consigue que sientas cierta repugnancia cuando aparece frente a las cámaras. Junto a los miembros de su banda -especialmente dos de sus secuaces interpretados por Laurence Fishburne y por Giancarlo Espósito- cada vez que esta terna aparece en escena se percibe una gran tensión. Un siniestro trío de asesinos interpretados magistralmente por estos tres actores.

La presencia de estos tres personajes y la ambientación del filme -esa oscuridad que esta presente durante casi todo el metraje- hacen que King of New York pueda considerarse, en cierto sentido, como una película de terror. Pero también tiene una parte de denuncia, ya que se muestra como las autoridades se codean con los narcotraficantes, compartiendo veladas y actos oficiales, aceptando su dinero y mirando hacia otro lado ante la procedencia del mismo. Es por este motivo por el que la policía se ve obligada a recurrir a actos poco ortodoxos para detener a estos indeseables.

Dejando a un lado el trabajo de Walken, que como siempre esta de notable para arriba, si hay un actor que está perfecto en el filme, ese es Victor Argo. El veterano interprete de origen puertorriqueño es uno de esos actores a reivindicar. Siempre en papeles secundarios, su reposado trabajo en El rey de Nueva York es superior incluso al del protagonista. Se trata de un veterano policía encargado de atrapar a Frank y sus compañeros delincuentes mientras intenta evitar que sus compañeros de brigada se tomen la justicia por su mano.

Dentro de la irregular filmografía de Abel Ferrara, King of New York es en mi opinión su mejor trabajo. El espléndido guión firmado por Nicholas St John consigue mezclar todos los ingredientes -violencia, erotismo, religión, redención- de los que el cineasta suele hacer gala sin que ninguno descuadre o parezca fuera de lugar. Mantiene en una tensión malsana durante los más de 100 minutos de metraje y ofrece escenas de acción -con un tiroteo y una persecución sobresalientes- que harán las delicias de todos aquellos cinéfilos aficionados al thriller.

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Daverunner
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6
5 de setiembre de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Cruise vuelve a coger los mandos de un avión como hiciese en Top Gun en este trepidante relato que mezcla el biopic, drama y denuncia política -la trama se desarrolla durante el gobierno de Ronald Reagan. Todo ello en una cinta de acción marca de la casa. Porque si frente a las cámaras se encuentra uno de los últimos héroes del cine de acción norteamericano, detrás de ellas está Doug Liman: responsable de El caso Bourne o Al filo del mañana.

Ambos, actor y director, hacen que Barry Seal: el traficante funcione como película de entretenimiento. Sus casi dos horas de duración no llegan a aburrir y tiene momentos bastante espectaculares. Cruise está perfecto en un rol que le viene a su medida, combinando la acción y la comedia. Su personaje es un tipo que cambia su trabajo en la TWA -compañía de la que fue propietario Howard Hughes- para posteriormente ser reclutado por la CIA para fotografiar a revolucionarios comunistas en Centroamerica y armar a los contra en países como Nicaragua. En el camino se asocia con los hermanos Ochoa y el mismísimo Pablo Escobar para llevar cocaína de Colombia a Estados Unidos.

Todas estas actividades le reportaron cantidades ingentes de dinero que ni el propio protagonista podía controlar, ya que parte de su riqueza la guardaba en el banco y otra, casi mayor, enterrada en el jardín de su casa. El guión deja claro que el propósito de Seal no era solo el de amasar una fortuna, sino vivir aventuras. Por eso deja su trabajo en un aerolínea comercial y se va metiendo en situaciones cada vez más arriesgadas.

Es ahí donde la elección de Cruise resulta un total acierto, ya que el intérprete aporta esa inocencia y despreocupación a su personaje. Probablemente el actor sea así en la vida real. Recordemos que es un tipo que no utiliza dobles para las escenas de acción, algo que le ha provocado más de un susto como su reciente fractura de tobillo rodando la sexta entrega de Misión Imposible.

Que el personaje principal cargue con todo el peso es el punto negativo del filme. Los secundarios no tienen toda la relevancia que se espera en una historia de este tipo. La mujer de Barry Seal interpretada por Sarah Wright o el agente reclutador de la CIA -Domhnal Gleeson- ven muy limitados sus roles. Personajes a los que se les podía haber sacado más provecho, pero que en beneficio de la estrella del filme son semi olvidados.

A pesar de ello nos encontramos con una película entretenida, apta para todos aquellos que quieran olvidarse de todo durante dos horas y embarcarse en un relato en el que una vez más la realidad supera a la ficción. La historia de un caradura, un estafador que se aprovechó del sistema para enriquecerse.

Como curiosidad señalar que Cruise no es el primero en ponerse en la piel de Barry Seal. En 1991 el actor Dennis Hopper interpretó al piloto en el telefilm Doublecrossed, película que solo se ha visto en EEUU y que los medios de allí señalan como más dramática que el título dirigido por Doug Liman.

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9
12 de julio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se juntan un gran director, un buen guión y dos estrellas del cine europeo, el resultado solo puede ser bueno. De Sica era uno de los directores más prestigiosos en el viejo continente. Suya llevan la firma dos títulos tan importantes como Umberto D o El ladrón de bicicletas, filmes muy diferentes al que realizó en 1964.

Es posible que Sophia Loren sea de las actrices mas importantes de la historia del cine. No solamente por su arrollador físico, sino por su presencia, carácter y majestuosidad frente a las cámaras. Una actriz única que triunfó a ambos lados del Atlántico.

Su interpretación de Filomena es sencillamente genial. Un papel cargado de sentimientos y emoción, ya que se trata de una mujer que quiere conseguir el respeto y amor del hombre del que está enamorada a la vez que lucha por el futuro de sus hijos. La intérprete romana se adueña de la cámara desde el inicio y cuando ella está en escena es difícil quitarle ojo.

Ante tal actuación, el otro personaje principal lo tenía que hacer muy bien para no salir perjudicado frente a ese torrente llamado Sophia Loren. Y Mastroianni está a la altura de las circunstancias poniéndose en la piel de un hombre pudiente, con mucho dinero y la cara muy dura que cree poder conseguir todo lo que se proponga. Ambos demuestran una gran química, algo fácil ya que compartieron cartel en numerosas ocasiones siendo una de las parejas artísticas mas reconocidas y recordadas en la historia del cine.

Aunque oficialmente nos encontramos ante una comedia, el filme deambula entre este género y el drama. La lucha de Filomena por sacar adelante a los suyos y no perder a Domenico emociona al espectador. Se nota el toque De Sica y su experiencia anterior en el Neorrealismo, ya que el pulso que mantienen ambas estrellas con un tira y afloja constante roza en ciertos momentos la tragedia.

La primera parte de la película es algo más ligera, con una presentación de los protagonistas y de la situación que viven en un entorno tan difícil como podía ser la posguerra. La picaresca tan propia de los países mediterráneos hace que las situaciones que se plantean no nos parezcan muy ajenas.

Sin embargo, a medida que avanza el filme, el enredo y la farsa crecen y con ello también los sentimientos de los personajes, en especial de Filomena hacia Domenico. Es en esta parte donde Sophia Loren demuestra porqué es una actriz eterna, una intérprete de carácter, un mito del séptimo arte. Mastroianni, por su parte, demuestra sus dotes para la comedia en esta segunda mitad del filme, cuando su papel se ve superado, desbordado por la situación y desquiciado ante lo que se le viene encima.

Matrimonio a la italiana, una obra maestra del cine transalpino, europeo y mundial. Una de esas películas que merece la pena volver a ver de vez en cuando.

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