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Críticas de msuarezpamplona
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Críticas 32
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
29 de enero de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquellos que tienen la mala costumbre de hablar sobre lo que sienten corren el peligro de toparse con la incomprensión o, peor, con el silencio de una sociedad que ha dejado de escuchar personas para adorar objetos. Seres humanos que no perciben el dolor ajeno porque les han enseñado que son individuos aislados y únicamente responsables de sí mismos. Esto, lejos de provocar una explosión de creatividad y diversidad de ideas, ha degenerado en una masa uniforme y egoísta que sólo se preocupa de su propio bienestar.

Con una comunidad que acepta encerrar a los ancianos en cárceles, en las que esperan como ganado la muerte, mientras el gran problema humano se reduce a un balón golpeado por millonarios; la rabia, el dolor o el arrepentimiento son solo una realidad para los imbéciles que no han querido venderse al gran circo de la banalidad. Ahí, en ese universo, comienza Babadook.

Desde el primer fotograma nos atrapa en una sensación gris, de sufrimiento y miedo, donde han muerto conceptos como la familia o el hogar. La noche, la oscuridad, el momento de pensar a solas en nuestras camas, se convierte en el mayor terror. Estamos solos con nosotros mismos y todo aquello que nos asusta y no hemos podido compartir con nadie se multiplica, recorre nuestra mente y finalmente se materializa frente a nosotros.

Jennifer Kent parte de un suceso traumático, que puede recordarnos a otra obra maestra reciente del cine de terror, À l'intérieur, para describir el derrumbamiento psicológico de su protagonista. En ambas, la madre debe rehacer su vida junto a un hijo que siempre le recordará la perdida de una parte de sí misma. Cuando todo se pone en peligro, esa compleja relación se convierte en el mejor argumento de lucha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
msuarezpamplona
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10
15 de diciembre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora del premio del Jurado en el festival de Cannes de este año (compartido con “Mommy”), “Adiós al lenguaje”, de Jean-Luc Godard, nos obsequia con setenta minutos de libertad para preguntarnos si somos capaces definir nuestra época.

La imagen ha caminado por una fina línea entre la reflexión y la banalización de las realidades que nos rodean. Ha permitido establecer un diálogo sobre las dudas más complejas de nuestra especie, pero a la vez ha sido modificada en favor de lo trivial, del ídolo pasajero al que se admira para no debatir con nosotros mismos.

En 1948, el miedo a que los alumnos de las escuelas italianas se convirtieran en “adultos en serie” hizo que Pasolini reivindicara la importancia de la creación en los programas de estudio, frente a un consenso pedagógico que exterminaba la inteligencia de las nuevas generaciones. El paso del tiempo hizo que el consumismo se adueñara también del arte. De esta forma, con el objetivo de impedir que se mercantilizara la obra creada, el cineasta italiano entregó a los espectadores un lenguaje diferente, una película que no podía consumirse.

“Adiós al lenguaje” supone un regalo similar al que Pasolini nos hizo con su legado cinematográfico. Godard utiliza los avances tecnológicos de nuestra era para hablarnos de la deformación de la mirada, asaltada por un artificial patrón establecido. Ofrecer un “concepto” a los demás, algo que se sugiere en varias ocasiones a lo largo de la obra, implica poder expresar una idea. Ese es el adiós del que nos habla. ¿Podemos crear conceptos nuevos? ¿Ayuda nuestro modelo a que las personas desarrollen su propia mirada y su propia expresión?

Para atacar el consumismo, Pasolini imaginó una obra que no puede verse; para despedir la creación libre, Jean-Luc Godard expone la muerte de su materia prima.
msuarezpamplona
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10
11 de octubre de 2014
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon, en sus películas, trabaja sobre un aspecto durante años considerado tabú y que en los últimos tiempos continúa provocando intensos debates, la identidad sexual. La obras de Ozon muestran personas que se cuestionan acerca de aquello que les hace de una forma concreta y que les permite ser felices con lo que realmente sienten. En el tortuoso y complejo camino del autodescubrimiento, Ozon no les juzga, les observa y realza la belleza de conocer nuestro verdadero yo. Además de desterrar estereotipos y discursos panfletarios.

Una nueva amiga (Sección Oficial en el Festival de San Sebastián de este año) no es una excepción a las temáticas habituales de Ozon. La historia se centra en dos amigas que han vivido juntas desde pequeñas. Antes de fallecer, una de ellas pide a la otra que cuide de su marido y su bebé.

Al igual que en filmes como Swimming pool o En la casa, el subconsciente tiene un papel relevante a lo largo de la trama. A lo que hay que sumar que la historia desarrolla dos relatos paralelos que implican al protagonista, uno exterior y otro interior, como sucedía en Joven y bonita. Por un lado, encontramos un relato acerca de las complicaciones de Romain Duris en su hazaña íntima al relacionarse con su ámbito cercano y, por el otro, se revela una implicación consigo mismo, un crecimiento personal conforme va generando seguridad en lo que desea.

En el caso de la citada Joven y bonita, dicho descubrimiento suponía un golpe con la realidad social todavía más duro. Aún y todo, Una nueva amiga plantea que las reacciones de los parientes y amigos más allegados pueden originar un impacto tan doloroso como el que halla Marine Vacth en cada uno de sus encuentros. La verdad ocasiona el abandono por parte del resto de seres que se sienten "normales". Un absurdo y numeroso grupo de personas felices por ser animales banales formados a partir de estereotipos impuestos.
msuarezpamplona
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10
6 de agosto de 2014
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Al nacer, el cine empezó a mirar. Poco a poco, como sucede con las personas, fue aprendiendo y pasó de alumno a profesor, desarrollando un modo de observar propio. De esta forma, las películas dejaron simplemente de mirar para pasar a enseñar a ver y a lograr que el ser humano, preso en una rutina de competición agresiva y cruel, pudiera comprender el significado de los silencios.

Muchos me dirán que no todo el cine es así y que examine la mayor parte de las películas estrenadas en las carteleras. Si bien esto es cierto, eso no modifica el significado del arte. Hay personas que mantendrán que no todo el cine es arte y otras preferirán pensar que todo el cine es arte pero que no todas las películas son cine. No tengo el objetivo de responder a esta disyuntiva en este artículo, sino de valorar el cine que sí nos ayuda a comprender mejor nuestro entorno y a nosotros mismos. En concreto, pienso que una de las obras actuales que mejor representa este espíritu es El hijo, de Jean-Pierre y Luc Dardenne. El filme de estos hermanos belgas se estrenó en 2002, año en el que fue presentada y reconocida en Cannes.

La historia que nos cuentan los Dadenne se centra en Olivier, un monitor de carpintería que inicia en el oficio a jóvenes problemáticos. Olivier vive en ese espacio, fuera de él ya no existe nada. Su vida cambia cuando se incorpora a sus clases un nuevo chico, Francis. Él no sabe que hundió la vida del que ahora es su profesor y con el que cree estar estableciendo una extraña relación de amistad. Lo que podría haberse convertido en una historia de venganza es un descenso a los infiernos mucho más doloroso, en el que dos personas enfrentadas se van conociendo.

En definitiva, lo que vemos en El hijo muestra ese avance en la manera en la que hoy es capaz de mirar el cine. Las películas han conseguido convertirse en profesores gracias a saber mirar donde ya nadie lo hacia, dentro de las personas. El modelo en el que vivimos no desea que el arte enseñe al ser humano a sentirse responsable de algo más que su función diaria en la gran cadena que ha creado el capitalismo. El orden impuesto marca unas directrices basadas en trabajo y evasión. No hay más, no hay momentos de diálogo, de desarrollo de alternativas o de reflexión. Por eso, es tan importante el cine. Es uno de los últimos recursos que nos quedan para decirle al ciudadano que no está solo en el mundo, que todo tiene una implicación y que no se deje seducir por ese sistema que le esclaviza la mitad del día y le da ‘pan y circo’ para que se mantenga adormilado y callado el resto de la jornada.
msuarezpamplona
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10
6 de agosto de 2014
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En nuestro tiempo, los conflictos se miden habitualmente por los datos de muertos y heridos que publican los medios en sus portadas. Este método de evaluación ha hecho que la sociedad ya no vea en las noticias a las personas que padecen las guerras, solo hay números y frases hechas analizando la tragedia. En el momento en el que estalla otra revuelta violenta a millones de kilómetros, las noticias se trasladan de país pero mantienen las mismas palabras, cambiando unos números por otros. Los seres humanos han pasado a un segundo plano en gran parte del periodismo desde hace años. Por suerte, no todo se conoce gracias a estos diarios. El arte y los creadores han sabido tomar el relevo y ofrecer a los ciudadanos las herramientas para ser críticos, inconformistas y estar siempre cerca de las personas y no solo de las cifras catastróficas.

Omar, de Hany Abu-Assad, es una de esas películas que nos enseñan a conocer mejor las mentalidades que han llevado a una batalla sin fin, que de forma cíclica aparece en los telediarios. Fuera de la banalidad con la que habitualmente escuchamos tratar la situación de Israel y Palestina, el director se introduce en las debilidades de pueblos atrapado por una espiral de violencia. La obra no pretende ofrecer una mirada esperanzadora, busca plantear claramente los errores que se comenten una y otra vez, y mostrar la opresión que impide evolucionar a las víctimas de uno de los conflictos más crueles de nuestra época.

El protagonista del filme, Omar, es un joven acostumbrado a vivir perseguido por haber nacido en un lugar concreto. Ama como cualquier otro joven, tiene ilusión por el futuro, pero se ve avocado a una situación de lucha heredada desde hace años. Para poder analizar los enfrentamientos es necesario acercarse a la mentalidad de las personas. Hay que mirarles directamente a los ojos para conocer cómo piensan y sienten, si no seguiremos leyendo cifras que desde hace tiempo no representan a seres humanos.
msuarezpamplona
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