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España España · morgadáns
Críticas de árbore
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Críticas 19
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
17 de febrero de 2017
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi cabeza diferencia dos tipos de cine: el de verdad y el de mentira. algo que cuesta defender o explicar, algo que entronca con la música cuando respondo "la buena" a la pregunta de qué música me gusta, sin argumento más sólido que mi experiencia. es decir, algo rematadamente subjetivo, ¿quién coño soy yo para definir qué es verdad o mentira?

Podría escarbar en esta frase del gran Manoel de Oliveira: “la realidad del cine es la ficción”. Hollywood vende ficciones como realidad y sin embargo en las pelis más libres de este año: "o ornitólogo", la trilogía de miguel gomes o en "rester vertical", por ejemplo, la realidad se convierte en ficción sin apenas andamiaje.

Un ejemplo de bata y zapatillas sería: "La la land" es cine de mentira, "Mimosas" cine de verdad. Vale, me diréis que la primera es un musical y la segunda un ¿western metafísico?, es imposible establecer una comparación medianamente justa pero en ambas triunfa (en función del público) eso que llaman la magia del cine.

¿Y qué coño es la magia del cine? La magia del cine puede ser la épica de los rohirrim cargando en el abismo de helm con todo el papel de regalo imaginable, o un combate entre un monstruo y un caballero que viste vaqueros y camisa como en "Le monde vivant" (Eugéne Green). y por ahí recurro al menos es más (dándole más valor) porque me parece más difícil contar una historia sin cohetes, pasa lo mismo al intentar convencer sin sal en la cocina.

De "Mimosas" concretamente diría que es una peli llena de fe, empezando por Oliver Laxe que tardó 6 años en materializarla, en los protagonistas que dibujan la historia, en nosotros, como espectadores, la necesitaremos porque no sucede muchas veces, pero cuando sucede es increíble. Hablo de la resaca que deja una peli que ha golpeado fuerte, del tiempo que necesitas para la digestión. si me hubieses preguntado, justo al terminar la proyección, qué me pareció, probablemente diría que ni puta idea. me quedé congelado, aturdido. tuve la suerte de verla con elo & cris, de ahí que el café post visionado nos sirviese para reconstruir lo que acabábamos de ver.

Arrancamos con reflexiones tímidas acerca de las líneas temporales, cuestionamos el espacio/tiempo, coincidimos en la importancia capital del diseño sonoro, del significado del color amarillo, de la espiritualidad, es decir, necesitamos verbalizar una película de una profundidad insondable tras leer fin.

Y para mi esa es la magia del cine, conseguir desordenar completamente mi cabeza durante tres días, masticar el último plano para entender el primero, cerrar los ojos con fuerza para no salir de un mundo de fantasía construido por metáforas y no por decorados, porque "Mimosas" es sin duda la peli más exigente del año porque es la más "pensable". Cada plano está medido al milímetro, nada es casual, todo pesa muchísimo. vale que oliver laxe hable de no interpretar demasiado la película (eso la acotaría) e invite a que cada uno la individualice y disfrute para ampliar la onda expansiva. pero me resulta del todo imposible no intentar entender absolutamente todo lo que pasa (y no pasa) en cada uno de los fotogramas, por eso caigo rendido y me pasa el tocado una vez, hundido para siempre.

No sé si este ladrillo ha conseguido hacerte cosquillas o no, el caso es que siempre nos podremos quedar con una fotografía realmente acojonante y un trabajo de sonido digno de mención, porque hasta el uso del silencio es atronador. ¡Ah! y recupera de la estantería "Advaitic songs" de Om (Drag city, 2012) porque lo vas a necesitar.
árbore
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7
20 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no creo que dolan sea el nuevo Godard evidentemente, es más, hay directores y directoras mejores ahí fuera asomando la cabeza. Pero sí hay que reconocerle mérito al Dolan personaje por ser capaz de colarse en todas las fiestas importantes. De hecho, tras ver ayer Mommy, me apetecía romper una lanza tras leer palos de la crítica más especializada. ¿Es Mommy la mejor peli de Dolan hasta la fecha?? no, para mi sigue siendo "j’ai tué ma mère", pero tal vez en Mommy se adivine más el (potencial) talento susceptible de ser desarrollado por el Dolan director. Porque sí, todavía peca de exceso de maquillaje, el día que haga bueno el menos es más, y se olvide de la sobredimensionada querencia por el hipermelodrama o el histrionismo de la puesta en escena, dejará de ser previsible y llegarán (presumiblemente) películas que sí podrían perdurar. Porque el cabr*n sabe donde poner la cámara para conseguir planos que hablan solos y Mommy, además, está muy bien escrita.

Salí del cine pensando qué podría hacer el Zonca de "le petit voleur" o "la vie rêvée des anges" o los Dardenne de "le gamin au vélo" con todos esos brutos en la sala de montaje. Porque tanto Anne Dorval como Suzanne Clément (especialmente) están maravillosas compartiendo el papel de madre. Habrá quién me diga: “coño rafa, si anulas música, contrapicados y exceso de sal, ya no sería Dolan” y sí, puede ser, pero vamos, toda esa voluptuosidad roza a veces la vergüenza ajena y hay formas de combinar el melodrama con la música sin ponerse rojo, pienso en "la guerre est déclarée" por ejemplo. Vamos, que yo sigo esperando al Dolan que intuyo, el que está más cerca de François Ozon que de Almodóvar.
árbore
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8
29 de agosto de 2014
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunta gaua si Night Moves me parece una película notable sólo por el hecho de ser dirigida por Kelly Reichardt y también que a ella las interpretaciones, tanto de Eisenberg como Saarsgard o Fanning, no le llegaron. Si no la has visto y estás leyendo esto deberías dejar de hacerlo porque me pongo en modo spoiler desde ya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
árbore
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Leviathan
Documental
Reino Unido2012
6,5
488
Documental, Intervenciones de: Declan Conneely, Johnny Gatcombe, Adrian Guillette, Brian Jannelle ...
10
2 de enero de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leviathan es probablemente (con permiso de “A torinói ló”) la experiencia sensorial más apabullante a la que me haya enfrentado nunca. Fantasmagórica, desconcertante, claustrofóbica, siniestra, pero sobre todo hipnótica. Más que un documental podría ser una película de terror. Recordemos que leviatán es una bestia marina asociada a satanás descrita en el antiguo testamento. Para mi desgracia esa bestia marina no reside en fosas abisales, habita la superficie y es visualmente reconocible incluso en tierra, hablo del actual ser humano, el mismo que recibe del mar azules, verdes o turquesas y devuelve rojos. Aunque la película no reconozca puntos de apoyo medioambientales (como sucedía por ejemplo en “Unser täglich brot”) es inevitable ponerse en la piel y ojos de las maravillosas criaturas que respiran debajo del agua. Es más inquietante el todo cuando reparas en la única diferencia que nos separa de los animales no humanos: ellos y ellas se guían por voces que nosotros no alcanzaremos a escuchar jamás. Por eso esconder el desierto emocional que cubre a la mayor parte de población mundial apoyándose en que están muy ricos, en vez de intentar aprender de ellos, nos resulte a algunos del todo desalentador.

Pero volviendo al por qué, alejado del discurso green is the new red, habría que señalar la idea inicial. Ésta pasaba por filmar la actividad pesquera de un puerto en Massachusetts. Se llegaron a filmar 50 horas en tierra antes de embarcar, y fue justo en ese momento cuando Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel se dieron cuenta de la potencia audiovisual en alta mar, de ahí que ignorasen el trabajo en tierra y repartiesen por el barco un puñado de go pros para capturar la rutina de la vida a bordo. Destaca por encima de todo la ausencia de protagonismo de los realizadores, pasando de puntillas por la realidad a excepción de contados planos, en especial los contrapicados responsables de empequeñecer el prisma humano ante el desfile de imágenes que buscan (y no encuentran) aire en el cielo capturando estampas de una belleza inusual, o en la quietud de los últimos planos centrados en la vida en cubierta. La tensión narrativa en Leviathan pasa por desafiarte a la inmersión, coger aire en los pocos planos que lo permiten y dejarte llevar por una orquesta mecánica salpicada (nunca mejor dicho) de arreglos orgánicos (gaviotas, agua, viento) en un baile que despista la percepción humana de realidad.

Es cierto que obviar esquemas narrativos reconocibles, dejarte sin un hilo argumental al uso pueda llevarte a un callejón sin salida, pero es ahí donde debería estar la gracia de todo esto. Creo que el término cine experimental está mal definido, hay más experimento en otorgarle un guión a un puñado de imágenes que encontrar en un puñado de imágenes un guión. Es en el material filmado y en el montaje dónde fluye la historia, por eso me parece del todo razonable argumentar que algo positivo, muy positivo surge de esta pulsión negativa o atracción por la (aparentemente) nada. Pero también es cierto que no tenemos el mismo entreno en el sentido de la vista que, por ejemplo, en el oído. la vista demanda inmediatez para satisfacer estímulos que permitan focalizar la atención, es decir, es más fácil encontrarle ritmo a un centrifugado escuchando una lavadora antes que viéndola. Espero que si estás leyendo esto no te espante la (supuesta) abstracción, yo recordaré leviathan por reconocer (y agradecer) la dificultad que supone posicionarme como espectador en un entorno que en teoría reconozco, pero no he sentido así jamás, e intentar por el camino retratar al personaje más indescifrable de todos, el mar, partiendo del más difícil y sencillo de los supuestos, el pasaba por allí.
árbore
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Happy People: A Year in the Taiga
Documental
Alemania2010
7,4
1.170
Documental
9
20 de mayo de 2013
44 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] La diferencia entre una trampa de caída y una trampa de acero es que la marta hambrienta ignorará la trampa de acero. Haga lo que haga, cuando tire del señuelo le caerá encima. La piel no tiene manchas de sangre, el animal se ve tan bien como si estuviera vivo. Es una manera de morir humana, porque muere al instante. Si lo piensas bien, somos todos asesinos o cómplices. Incluso aquellos sensibleros que tienden a compadecerse por todo. ¿Por qué? es muy simple. Un hombre tiene un cerdo, pero él sabe con anticipación para qué lo mantiene. Para matarlo, comerlo y vender su carne. e incluso aquél que siente pena por todo eso, compra la carne de este hombre. El cazador es igual que un granjero de cerdos, sólo que más honesto [...]

[...] Solía criar ganado, pero nunca me podía animar a matarlos. Los animales vienen a ti esperando afecto o que le des un buen regalo. Pero en vez de eso, reciben una bala en la cabeza. En la taiga el animal salvaje sabe que nada bueno puede venir de mi, de un hombre, tratará de escapar. Aquí se trata de saber quién es más astuto [...]

Así habla de la “kuliamka” (trampa de madera utilizada para cazar martas) en particular y de la caza en general, Gennady Solovyev, uno de las cazadores que vive en Bahkta, aldea de 300 habitantes situada en el corazón de la Taiga en Siberia. Gennady es uno de los cazadores profesionales que Dmitry Vasyukov y Werner Herzog acompañan en “Happy people, one year in the Taiga” documental grabado en 2011 estrenado en 2013.

Para un vegano como servidor enfrentarse a un documental así cuesta, y cuesta porque la destreza de esos personajes me resulta fascinante, asisto al desfile de imágenes víctima del síndrome Dersu Uzala, invadido por el espíritu del capitán Vladimir Arseniev incapaz de resistir el hechizo de la personalidad de esas gentes tan afines al protagonista de la peli de Kurosawa. Aislados, sin electricidad, sin teléfono, sin política, sin leyes, con sólo dos posibles accesos a la aldea, por aire o a través del río Yenisei, congelado la mayor parte del año. Seres humanos más propios de la edad de hielo, con costumbres prehistóricas vigentes en una realidad que sólo adivinas paralela cuando se suben a las motos de nieve. Decía que me costaba enfrentarme a un documental así porque esas personas autosuficientes hasta el extremo son cazadores, es decir, son profesionales del asesinato de inocentes, de esa fauna salvaje que cubre la inmensidad de la Taiga ajena al horror del primer mundo.

Y a partir de ahí se deslizan por mi cerebro multitud de interrogantes, ¿puede un vegano respetar y admirar a un cazador así?, ¿es un vegano un error de la naturaleza?, ¿soy más ético que uno de esos habitantes por no utilizar animales cuando al mismo tiempo contribuyo con mis bienes materiales a enriquecer el capitalismo?, ¿por qué me siento la última mierda ante tanta honestidad? Vivo en la generación ipad, ipod, iphone, es decir, la generación i diota. Una generación que bien podría terminar como la retratada en el orwelliano capítulo de la primera temporada de Black Mirror, “15 million merits”. Estoy muy de acuerdo con las palabras de Gennady del primer párrafo, tú que compras animales descuartizados en el supermercado eres cómplice de asesinato por muy sensible que te consideres o por mucha repulsión que te provoque la estampa del disparo de una pistola de bala cautiva en el cerebro de un ternero, pero eso es algo sabido aunque esté bien que Gennady subraye la esquizofrenia moral que padece la sociedad actualmente. Las contradicciones vienen a la hora de intentar equiparar la querencia Walden de un vegano contemporáneo con el modus vivendi de cualquier habitante de la Taiga.

De poder elegir no habría escogido nacer, me gusta este planeta cuando no hay humanos en él, me fascina el equilibrio de la flora y fauna regida por el sol, al que el entrañable Dersu Uzala también llamaba “gente” como al resto de animales o plantas. Pero me ha tocado vivir en él y en una época en la que la superpoblación se ha llevado por delante esa cosa llamada compasión, por lo tanto los animales son los que más sufren nuestra ceguera existencial. Werner Herzog da en el clavo al titular el documental “Happy people“, porque los habitantes de Bahkta son además de ricos (ya saben, no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita) felices, viven una felicidad que nosotros no alcanzaremos jamás, una felicidad que cuestiona mis principios éticos porque siempre estoy cacareando que el ser humano actual ha perdido contacto con la naturaleza y a pesar de ver a los lucios agonizando en las redes o a los cadáveres congelados de las martas, armiños o aves, una parte de mi siente envidia. ¿Podría un vegano sobrevivir en bahkta? That’s the point.
árbore
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