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Burkina Faso Burkina Faso · Lolailo
Críticas de Buscapé
Críticas 694
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
4 de marzo de 2024
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una primera cita con Villeneuve y su Dune: Parte I, llega dos años después su secuela. Ambas forman parte del primer libro de la saga de Frank Herbert y viene a enmendar la película maldita de Lynch del 84' que durante décadas fue la única aproximación de celuloide en clave blockbuster al universo de los Atreides y Harkonen.

Denis Villeneuve se siente mucho más libre abordando la secuela y aportando la mayor virtud que sus dos adaptaciones han logrado entre el gran público: llevar un libro imposible a la gran pantalla y que además sea un taquillazo. Hablamos de una novela compleja, encorsetada en la narrativa de flujo de consciencia y donde el mesianismo, la filosofía y el crisol de personajes para una historia netamente coral hacen difícil el café para todos: contentar a los productores, respetar la obra original y ganarse el apego de los fanáticos

Contra todo pronóstico, tenemos a Jon Spaihts que firma un guión impoluto y que sabe entretejer la historia sin aburrir, haciendo énfasis en lo más importante de Dune: sus personajes. No olvidemos que Spaihts salió contaminado de la producción fallida en Prometheus de Ridley Scott. Afortunadamente, ha sabido resarcirse y nos entrega una historia bien escrita.

Del elenco, destacan por encima de todos, Javier Bardem y Rebecca Ferguson. Chalamet y Zendayan no terminan de cuajar como Paul Atreides y Chani pero... cumplen, de eso no cabe la menor duda. Les falta química.

Entonces, ¿Merece la pena ver ésta secuela? Sí, ya que devuelve al cine de ciencia ficción al lugar que nunca debió perder, es una Space Opera formidable con unos valores de producción impropios para el tipo de historia mesiánica que se pretende contar. Es un rotundo éxito narrativo y fílmico cuya mayor virtud es dejar al espectador con ansias de más: indagar en el lore de los Harkonen, (cuya imaginería e historia nos impactan por su brutalidad y sadismo) en el Gom Jabbar de la secta Bene Gesserit y por supuesto ese lugar enigmático y sus gentes que son Dune y los Fremen. Denis Villeneuve logra el cruce definitivo entre Terrence Malick, John Boorman, H. R. Giger y Clive Barker. Toda la cinta trastabilla entre ese ambiente malsano harkoniano y el paraíso perdido de Dune. Todo tan ambivalente y a la vez tan enigmático: queremos más.

Hans Zimmer se limita a la diégesis, no aporta ningún tema realmente memorable pero no desentona bajo la espléndida fotografía de Greig Fraser: mucho más acertada que su primera parte, ciñéndose menos a un anuncio de colonia y más a los tonos terrosos de Dune.

En conclusión: Dune: Parte dos, eleva a su elenco y director al altar de los clásicos y abre de par en par la posibilidad de explorar una saga increíble y compleja a manos llenas. Un Lawrence de Arabia sideral con ínfulas de dios maldito post grunge es algo que nadie debería perderse, ya sea sobre el papel o sobre el celuloide.

Imprescindible.
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Buscapé
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5
20 de noviembre de 2023
23 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada nuevo estreno firmado por Ridley Scott, la crítica se abre en dos frentes: los que ensalzan su labor como excelente realizador, (Alien, Blade Runner, Thelma y Lousie) y los que lo masacran por su visión errática básada únicamente en la fanfarria y la pirotécnica carente de ritmo y guión, (Legend, Teniente O'Neil, Prometheus...)

Pero Napoleón es sin lugar a dudas la que más ha puesto de manifiesto las virtudes, ( que son muchas y notorias) y defectos de un director que a sus 85 años ya le importa poco lo que digan sobre él y se limita a hacer lo que mejor sabe hacer: blockbusters.

Napoleón es en si misma un viaje introspectivo hacia el tándem Phoenix-Kirby encarnado ambos a Napoleón y a su amada Josefina, ambos formidablemente retratados e interpretados por dos colosos que intentan mantener la nave a flote ante un metraje mutilado, (algo ya típico en su director, adicto a los prescindibles Director's Cut) con graves ausencias de etapas históricas determinantes y que dejan a un sobrio Rupert Everett, (encarnando al Duque de Wellington) en un injusto segundo plano.

Y es que Scott viene a hacer suya la frase, "La Historia la Escriben los Vencedores" ya que omite pasajes esenciales de las guerras napoleónicas en mor de dar más metraje a un Joaquin Phoenix que se debate entre la paranoia, la megalomanía y la existencia más prosaica, (por no decir directamente cómica): la cinta y su personaje son autoparódicos ya que quien ha puesto la pasta para hacer éste amago de peplum con aires de Barry Lindon, son los anglosajones, y son sólo ellos los que con su dinero deciden si ensalzar o ridiculizar una figura histórica, polémica, pero esencial del siglo XIX.

Por tanto, la cinta es un excelente vehículo de entretenimiento lastrado por los tajos en la sala de montaje y que presumiblemente serán enmendados con la versión extendida, donde las continuas elipsis y omisiones imperdonables, serán corregidas.

Ahora toca disfrutar una vez más de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby.
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Taylor Swift: The Eras Tour
Concierto
Estados Unidos2023
7,3
609
Documental, Intervenciones de: Taylor Swift
3
10 de octubre de 2023
72 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Eras Tour es la sexta gira musical de la cantautora estadounidense Taylor Swift. Comenzó en Glendale, Arizona, el 17 de marzo de 2023. Los conciertos duran más de tres horas, con una lista de 44 canciones divididas en 10 actos distintos que retratan conceptualmente los diez álbumes de estudio de Swift. La gira fue un gran éxito comercial y recibió elogios unánimes de la crítica. Se convirtió en un fenómeno cultural y económico, impulsado por una demanda sin precedentes a nivel mundial.

Es por ello, que para terminar de asaltar a los "swifties" que asisten a esta clase de eventos, la nueva diosa aria americana viene a extender una vez más sus garras cual malvada bruja de Blancanieves, con estética Oktoberfest y hatos Hugo Boss para terminar de rematar una de las giras más exitosas de todos los tiempos.

Si eres fan de la redneck reconvertida en icono pop cultureta yanki, quizás te dejes engañar por la estética y el tinglado plasticoide montado a mayor gloria de una mujer hecha a sí misma, hundida en un pozo de egocentrismo copernicano o mejor dicho: taylorswiftiniano; ya que, objetivamente, la cinta tiene muy poco que ver con un espectáculo de show en vivo: grabado en distintas localizaciones, dividido en 10 actos y con un montaje que haría palidecer al mismísimo Michael Bay: todo tiene un tufo videocliplero ultraeditado. Sólo faltan los cromas para simular al público.

Con todo, sería injusto negar el descomunal éxito de la mega estrella que viene a poner en solfa a la vieja guardia, (Madonna, Dolly Parton) una mujer que llegó a poner de rodillas al malogrado Ryan Adams: reputado artista indie que anduvo pagafanteándola tras aburrirse de coquetear con menores. En definitiva, una mujer que lo ha conquistado todo en un mundo de plástico y superficial hecho a su medida.

Este tipo de productos están destinados a un público adolescente, (o viejóven buscando una erección con su Pin-up favorita) poco exigente, víctima de la radio fórmula, del Instagram y Tiktok; only for megafans salidos del barrio Salamanca, dispuestos a sacar su último Iphone adornado de stickers Hello Kitty para capturar el último modelito que sale a lucir la Swift, (y son unos cuantos) capaces de deglutir, babear y bailar hasta con la más fea y aun salir suspirando del evento obscenamente kitsch y teatral más propio de un Prêt-à-Porter que de un espectáculo pop.

Y es que el repertorio da para casi todo: Taylor Swift quiere fingir ser la más indie, la más rockera, la más country girl, la más in y fashion del stardom y a la vez confundir empoderamiento con empotramiento: feminismo de MTV con un surtido de canciones sobre sus exboyfriends de lo más ruborosamente infantil.

Es todo tan rematadamente egomaníaco, protestante, WASP, tan "Made in USA"... Que casi podemos leer el himno de las barras y las estrellas en la implacable y solad sonrisa profident de la diosa trumpista encantada de conocerse a sí misma, simulando en cada acto, un evento de la Super Bowl con sus hiperoxigenadas animadoras.

Quizás se trate de otro Proyecto MK Ultra de manipulación de masas ideado por la CIA y el FBI para adoctrinar mentes prepúberes, sin conocer que detrás de tanto confeti, lo que se halla detrás de tanto divismo, es otra Norma Desmond de manual.

Disfruten del espectáculo, la Swift no se tira pedos, si no besos de amor de América para el resto del mundo.
Buscapé
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5
2 de octubre de 2023
81 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros Test Screenings no auguraban un buen resultado entre la audiencia, ávida de encontrar una genuina y portentosa secuela para “El Exorcista” de Friedkin. Tampoco el embargo perpetrado a las reviews de los pases previos, indicaba nada halagüeño, (quizás se quiera evitar el efecto Cannes que hundió a "Indiana Jones: El Dial del Destino"). Pero lo cierto es que, a lo largo de estos 50 años, que se cumplen ahora de su estreno, la obra maestra pasó a ser una suerte de franquicia maldita que fue desvirtuando el sentido de la original. No olvidemos que David Gordon Green ha afirmado que la cinta actual es la primera de una trilogía y enlaza directamente con la cinta original del 73, (ahí es nada!) obviando las dos secuelas, las precuelas y la serie de tv.

La pregunta es… ¿Lo consigue?...

Vayamos por partes: mal que nos pese, en 2023 no puedes mostrar lo que se mostraba en 1973. Ahora mismo existe una cultura de la censura, de lo políticamente correcto y de que todo ha de ser family friendly. Por tanto, es imposible que directores, guionistas y actores implicados, por más que se partan los cuernos, puedan lograr lo que la primera consiguió: están maniatados y las únicas licencias poéticas en clave terrorífica son los típicos jump scares, (sonido atronador) vómitos por CGI y continuos easter eggs que buscan la comicidad/complicidad con el espectador más veterano, (el añadido de Ellen Burstyn es el principal guiño a la nostalgia) y que son sólo eso: guiños gratuitos que no ahondan en la tragedia. Una suerte de captatio benevolentiae donde el argumento de autoridad son: meter a Ellen Burstyn y el continuo abuso de clichés/easter eggs de la original; nos quedamos con los vómitos y las lentillas pero desaparece el mensaje subversivo, lascivo y de perversión de su original. Es una película de sustos, no de terror.

Porque el principal pecado de David Gordon Green es el intentar vendernos esta nueva secuela como la auténtica, la que de verdad se debería haber rodado y no las infames, "El Exorcista II: El Hereje", (de las peores secuelas de la historia) o la infumable “El Exorcista III: Legión”, (1990)

Esa goebbeliana letanía de autoinducir la autosugestión de lo válido y no válido, de lo genuino y lo espurio es lo que de verdad mata a una cinta que, objetivamente, podría haber sido una gran peli de terror si no se compara con la obra maestra en la que dice estar basada y rendir tributo. Sí, las intenciones están ahí y se ve a director y guionistas, (nada menos que 5) totalmente volcados en reverenciar e intentar capturar la esencia de su original.

Lamentablemente, todo tiene un tufo a peli comercial de manual y recuerda en muchas cosas a los fallidos intentos de otros directores por rescatar del olvido, antiguas franquicias: de hecho, ésta cinta recuerda perfectamente a lo sufrido en Terminator Destino Oscuro, (2019) rescatando desesperadamente a Linda Hamilton o al Prometheus/Alien Covenant de Ridley Scott.

Como diría Neruda, “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”: El Exorcista de 1973 no se puede repetir porque aquella película era grotesca, perturbadora e implacable. Aunaba el terror psicológico, la tragedia y drama humano con el horror más visceral y despiadado: lograba con su demonio sumerio, aunar la conciencia colectiva de la lucha del bien y el mal universal: daba igual si eras creyente o no: del cine salías, como mínimo, con un poso de malrollismo pétreo creyendo, hasta para el más empedernido ateo, en la vívida existencia del mismísimo satanás; por una única y sola razón: la cinta era una obra maestra que sabía masticar en las partes de la psique humana más profundas y además lo hacía lenta y sinuosamente, como el Capitán Howdy, jugando con nosotros, ganando nuestra confianza para después despedazar nuestra inocencia y raciocinio.

Nada de esto existe aquí: si que es cierto que el maquillaje y la fotografía guardan ciertos ramalazos con la obra original, (en el mejor de los sentidos) que el dúo, (Marcum y Jewett) es solvente, que Ellen Burstyn, es Ellen Burstyn y es de lo poco que logra hacernos olvidar que estamos ante otro refrito que busca quemar su última bala, haciendo uso de todos los ingredientes originales pero ejecutados sin alma, (sic). Cuya única virtud es no ser tan mala como las secuelas, pero poco más. Además, argumentalmente, es un caballo cojo: se nos presentan familias disfuncionales actuales, con minorías raciales y demás tropos prototípicos del nuevo establishment hollywoodiense: familias monoparentales, desestructuradas, racismo, etc, etc… Cuando la misma cinta del 73 nos muestra a una Karen MacNeil divorciada, hija putativa del hipismo y las religiones New Age de los 60s y 70s. Aquí su figura es reducida a mero reel para intentar colarnos en subsiguientes secuelas, a Reagan. Todo con calzador cuando su personaje podría haber dado mucho más de sí y no reconvertida en exorcista amateur.

Otro elemento que lastra la cinta es su carente sentido del ritmo y lo pésimamente que está montada: la cinta es larga, (como todas las superproducciones actuales) y sólo sabe avanzar con cambios de plano a lo Tony Scott/Michael Bay y filtros cutres que se supone aumentan el horror y no hacen más que ahondar en el carácter televisivo del formato. No cabe duda de que estamos ante una gran producción con fallos graves de diseño y ritmo.

Por tanto, es “El Exorcista: El Creyente” es otra víctima de su tiempo y su propia madre saturniana devorando a sus propias secuelas sin piedad y con toda la razón.

Cerramos la crítica que vendría a resumir el sentido general de ésta “secuela”:
Karras: "¿por qué esta niña?; no tiene sentido"

Merrin: "yo creo que intenta que nos desesperemos; que nos veamos como animales horribles; que rechacemos la posibilidad de que Dios pueda amarnos"
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Buscapé
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2
1 de octubre de 2023
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Allan Holzman es la marioneta que firma ésta película pero todos sabemos que el verdadero director es su productor estrella: Roger Corman.

Roger Corman es por todos conocido por su habilidad a la hora de producir películas de bajísimo presupuesto y obtener beneficios sobre todo el circuito casero del extinto VHS.

La película, en si misma, no destaca en nada, ni actuaciones, ni efectos especiales ni ambientación. Es cine de explotación pueril, una suerte de Alien El Octavo Pasajero, (Ridley Scott, 1979) pero lo más cutre posible.

Actuaciones lamentables, efectos realizados con atrezo sobrante de otras producciones casposas y un tufo a softporn chungo ochentero: tetas, potorros y viscosidad sin freno. La música se pone cachonda en los momentos que tiene que generar suspense y tensión y en los momentos erótico-festivo-peludos se pone en plan suspense.

"Galaxia Prohibida" es un fallido intento de aprovechar el rebufo de Alien y La Cosa pero de una forma tan grotesca, cutre y aberrante que da vergüenza ajena.
Buscapé
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