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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
21 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamamos polar al film noir producido en Francia. Perdonen, pero en realidad las cosas no son tan simples y esquemáticas. Y esta película, cuyo nombre es “Polar” tal vez sirva para aclararlas algo más.

La característica principal de “Polar” (film) es que trata de desprenderse de las señas de identidad del noir americano. No es la noche su hábitat natural. Los peligros acechan a la luz del día. Y nuestro detective, aún escaso de fondos, sin clientes y con una botella a mano (de vino ecológico presumiblemente) no es un Bogart sui-generis. A nuestro Tarpón le falta ese aire tan propio de los distintos Marlowe que en el noir han sido, de andar de vuelta de casi todo y de haberlas visto de todos los colores. Tarpón, ex policía, retirado del cuerpo por disparar accidentalmente contra un manifestante, es un hombre desencantado a punto de romper la baraja y hacer la maleta cuando el destino y unas tarjetas de publicidad que dejó por los buzones, le ponen frente a un caso, de esos que nos gustan a los aficionados al género, con mafiosos, gente de dinero, prostitutas, amantes, periodistas, evidentemente policías y la chica de turno viviendo amorosa y peligrosamente junto a nuestro Tarpón (por cierto: nombre de pez)

Francés por los cuatro costados, Polar es un film interesante de un director muy bien considerado profesionalmente pero con pocos trabajos en su haber, aunque también realizó labores de producción y ejerció otras disciplinas artísticas como por ejemplo la pintura. A destacar, los diálogos, cáusticos y con un sentido del humor muy propio del país de Voltaire. También la linealidad de un argumento que, como todo noir que se precie, se enrevesa lo justo para que no nos perdamos.

Adecuado Jean-François Balmer en su rol de Eugène Tarpón, un individuo casi anodino y que parece incapaz de hacerle daño a una mosca pero que saca arrestos y oficio cuando hace falta. Buena labor también para Sandra Montaigu como Charlotte, compañera de piso de Louise, muchacha de vida ligera asesinada, presunta culpable y en busca y captura. Su rostro respingón y ese aire de no sorprenderse de nada favorecen un personaje hijo de la ciudad y sus submundos. Mención también para el polifacético Roland Dubillard como el periodista que acaba ayudando a Tarpón en su trabajo.

Un buen film para conocer a Jacques Bral (y no confundirlo con el cantante, con errata)
FATHER CAPRIO
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7
16 de julio de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Refiriéndose a este film de Jacques Becker decía Truffaut: “Arsene Lupin es como una botella de agua mineral, refresca y tiene burbujas, pero preferimos el champán”. El maestro lo es y lo demuestra con frases como esta, y uno no tiene más remedio que asentir, no solo por la magistralidad sino por la convicción de la opinión compartida.

Y ello, reconociendo que Becker es uno de mis directores franceses preferidos. La Evasión (Le trou) o París, bajos fondos (Casque D´Or) han dejado una huella indeleble en mi retina cinéfila. Los amantes de Montparnasse (Montparnasse,19) donde retrata la bohemia de Modigliani, es un film más que notable. Suma y sigue…, pero “Arsene Lupin” se queda en correcto y eso, para el más francés de los directores franceses (en palabras de Goddard) es insuficiente a todas luces.

Calificar una película como simplemente entretenida equivale, muchas veces, a situarla dentro de la mediocridad que acompaña al pelotón de los torpes. Lamentaría, en esta ocasión, que mi crítica causase este efecto. Arsene Lupin resulta entretenida en el buen y ajustado sentido de la palabra. Sin otras connotaciones negativas. Pasamos un buen rato, preferiblemente en la tarde del sábado, pero hasta ahí. Sin más. La flojera del guión, que no de las novelas de Maurice Leblanc, y un Becker en tono menor al que nos tiene acostumbrado hacen el resto.

El film es el resultado de la simple adición de tres aventuras con la referencia común de Lupin, gentleman por fortuna y ladrón por vocación. Claramente la tercera, con el Kaiser Guillermo II como protagonista, destaca sobre la línea más o menos plana de las otras dos. El robo de unos cuadros y, posteriormente, de unas joyas son el preludio de una historia donde el reto a la habilidad del ladrón sube de tono. La interpretación de O. E.Hasse como el emperador, unos soberbios paisajes con su epicentro en el castillo de Koenigsbourg que fue causa de que el rodaje en exteriores se postergase hasta después de la temporada turística y la capacidad seductora de Liselotte Pulver, son argumentos más que válidos en un tercer reto a la sagacidad de Lupin que resuelve con habilidad y con la admiración de nosotros, espectadores de lujo, que, gracias al sprint final, acabamos decantando la balanza del film hacia un aprobado, en la cartilla de calificaciones cinéfilas.
FATHER CAPRIO
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6
11 de julio de 2015
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La experiencia americana de David MacDonald y sus trabajos con De Mille pudieron servir para abrirle puertas en su regreso a Inglaterra pero, por lo visto en este film, no le garantizaron un escaño en la congregación de interesantes cineastas británicos. “Alias John Preston” es una producción irregular y mediocre a pesar de contar con dos excelentes actores: Un novel Christopher Lee y un experimentado Alexander Knox.

Ambos actores cumplen y van sobrados, pero la película no alcanza la talla suficiente y aunque, por momentos, parece anticipar momentos de interés, se incumplen las expectativas creadas y nuestro paladar acaba con un regusto insatisfecho y amargo. La llegada de John Preston a la localidad de Deanbridge con el banquero sorbiendo los vientos por su cuenta corriente suscita más interrogantes de los que resuelve. Sea porque conocemos la trayectoria de Christopher Lee o porque se nos figura extraño que un acaudalado extranjero asiente sus reales en un lugar donde el compromiso de una muchacha o el robo de un ternero son noticias de portada de la prensa local, el caso es que nos las prometemos felices con un argumento cuando menos misterioso. En calidad de mecenas, la negativa de Preston a secundar la incorporación de un psiquiatra al hospital local confirma nuestras sospechas de que hay gato encerrado.

La referencia a la psiquiatría parece acercarnos al cine de terror, género en el que, sin ninguna duda, encuadramos a Lee. Sin embargo ¡craso error! La trama va derivando hacia un conflicto amoroso, donde Preston se acaba llevando la mejor parte consiguiendo los favores de la belleza local (Sally, hija del banquero), papel interpretado por una Betta St. John que, aparte de un rostro agraciado, no ofrece mucho mas, entre otros motivos porque el papel no lo necesita.

La película inicia así un periodo “decadente” entre celos de amor, preparativos de boda y alguna que otra sospecha del oscuro pasado del capitalista Mr. Preston. Una fase de la que no acaba de despertar del todo, aunque debemos reconocer que el giro final con ese conflicto donde la vida y el sueño se entrelazan hasta hacer necesaria la ayuda del profesional rechazado (el psicoanalista: Alexander Knox) da algo de vidilla, al asunto, por lo demás demasiado predecible en sus líneas básicas.

Sin contarles nada más por aquello de no desvelar el escaso interés que, tras todo ello, pueda quedar y, reconociendo una pequeña sorpresa final que mejora nuestro último regusto, dejo a ustedes la opción de si enfrentarse o no al toro desbravado que resulta ser el film. Claro que, si son “coleccionistas” cinéfilos de traumas mentales, pueden encontrar en él, valores que a los profanos se nos ocultan.
FATHER CAPRIO
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6
25 de junio de 2015
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Ahora que somos espectadores de la mayor barbarie cometida por la especie humana tal cual es la destrucción del patrimonio de la humanidad en nombre de un Dios que seguro contempla con dolor lo que está pasando, encontrarse, siquiera sea en la ficción de una película, explorando las ruinas mayas de Uxmal y Chichen Itza, en Yucatán, es todo un lujazo. Para mí, el inicio del film, con la ascensión de 62 estrechísimos escalones, es un momento mágico y prometedor que augura emociones intensas. Sin embargo las promesas se diluyeron como azucarillos en el café.

Podríamos afirmar que la erudición mató al gato. Y si les gustan los mensajes con segundas o terceras lecturas, intuirán sin demasiado esfuerzo que el lindo gatito se nos transformó en un jaguar con ambiciones intelectuales. Y así la afirmación del clásico Platón de que “el alma habita muchos cuerpos” se ejemplariza tanto en lo referido al dios de los indígenas mexicanos anteriores a Malinche (que era como llamaban a Cortés) como en Juanita, un nuevo cuerpo para una alma muy vieja cuya corporal habitación fue salvajemente sacrificada al dios Jaguar.

Ciertamente el argumento, muy en la línea La mujer pantera, es interesante. Pero el cine, de forma similar a los dioses, tiene sus rituales y sus formas. Las técnicas cinematográficas muestran a los espectadores, con mayor o menor claridad, una serie de hechos para que, por ellos mismos, descubran y asimilen la verdad que en ellos se esconde. O la mentira, que haberla háila… Pero la ficción no debería ocupar el terreno reservado a los estudios universitarios, tratados científicos o documentadas conferencias sobre la materia. Y reconociendo el nivel cultural de Albert Lewin, un director con pocas películas en su haber pero con un gran bagaje intelectual en todas ellas, creo que su opción por un cine pseudo documental resulta comercialmente fallida. Claro que de aquí a film de culto, va un paso y tal vez por ello, algunos críticos hablen muy positivamente de este trabajo. Doctores tiene la iglesia de los Lumière y esto no es más que una opinión garabateada.

Entre la aventura y la lección de atavismos antropológicos y sacrificios sangrientos, espectadores como yo acabamos desubicados y tras averiguar si esto es o no el Canal Historia, dudamos entre tomar apuntes o seguir con las palomitas.
FATHER CAPRIO
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5
23 de junio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la evolución de géneros como el de terror se fue pasando de unos, generalmente buenos, trabajos originales, a unas segundas partes exigidas por las audiencias y convenientes taquilleramente, para irse decantando, en una in-extremis explotación de la leche que da la vaca, al género bufo cuando no a infumables producciones serie B, C o casi siempre Z, solo aptas para mentes en estado catatónico irreversible. Así que, como el que no se conforma es porque no quiere, haremos un gesto de buena voluntad y rescataremos de la inquisidora pira de celuloides a esta ”Invisible Woman” por una serie de razones que, consideradas individualmente, no conseguirían absolverla de sus pecados, pero que en conjunto, y con cierta generosidad por nuestra parte, lo hacen.

Una de tales razones es la presencia de John Barrymore, una estrella del firmamento de Hollywood cuya luz en trance de extinción era aún suficiente para interesar a propios y extraños. Con una memoria que no pasaba por su mejor momento y auxiliándose en notitas que distribuía convenientemente por el set de rodaje, Barrymore recrea con éxito su personaje de científico loco, un tanto a lo profesor Bacterio sin Ibáñez.

Los efectos especiales, cuya calidad fue valorada por la Academia, también son notables. Evidentemente, vistos en el contexto de su tiempo, y reconociendo que eran mejorables.

Del resto de interpretaciones destaca la de George, el mayordomo, (Charles Ruggles) aunque sus exageradas gesticulaciones derivan demasiado el film hacia una screwball alocada muy distante de aquellas que dieron fama al género (recordemos La fiera de mi niña). También la asistenta (Margaret Hamilton: La bruja de El Mago de Oz) demuestra buen hacer y conocimiento del oficio.

En el lado malo de la balanza, la colección de gángsters comandados por un llorón Homolka, la ridícula escena de la liberación de los cautivos en México, y en general ese tono de película de El Gordo y El Flaco pero sin Stan ni Oli y por supuesto sin su inconfundible música.

Y apunto igualmente como crítica ese tono vodevilesco que planea sobre la película en la medida que a la protagonista, una agraciada rubia que desea la invisibilidad para vengarse de un despótico jefe, se la supone moviéndose a sus anchas como su madre la trajo al mundo. Ese toque deshabillé no explotado en la versión masculina supone un recurso fácil a la risa aunque apoyarse en este tipo de elementos tan socorridos pone en evidencia la limitada imaginación de los guionistas.

En resumen y contando con que tuvo una aceptable acogida en su tiempo (por el público no así por la crítica) y por aquello de que el pueblo es sabio, la salvamos de las brasas playeras y sanjuaneras de esta noche de verano.
FATHER CAPRIO
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