Si hay algo que quiero destacar desde el principio es que Frankenheimer consigue no meterse demasiado en los detalles políticos que hay detrás de "Domingo sangriento". Es difícil pasar de refilón sin meterse de lleno en las inspiraciones de un grupo terrorista que lo que quería llanamente era cometer una atrocidad exagerada. Afortunadamente se consigue despejar la parte ideológica y por el bien del espectáculo tenemos ante nosotros una película más (¿he dicho una más?) de malos que son perseguidos por los buenos. No se juzga la bondad de unos y la de otros como concepto abstracto inherente a cada bando, por suerte, ya que no es cine político, es cine de acción, también catastrofista y, por encima de todo, cine de entretenimiento máximo.

Son más de dos horas de persecuciones, de muertes, de recreación de un plan terrorista desastroso para muchos inocentes cuya información se nos va administrando poco a poco. Y he aquí otro de los grandes méritos de la película, esa información se va dosificando poco a poco, hasta descubrir con el paso de los minutos quién es quién y qué y cómo pretenden perpetrar un atentado... No desvelaré grandes detalles del argumento, aunque lo mejor es no ver esa portada tan llamativa (o directamente cartel-spoiler) de la película, ya que de esa manera cualquiera se va a dar cuenta de por dónde van a ir los tiros (y nunca mejor dicho)...

Lo cierto es que ver a Bruce Dern siempre es una motivación, más que al pobre Robert Shaw, que se le nota algo ahogado cuando tiene que esprintar detrás de los malos. Son más de dos horas, un concierto largo, pero vale mucho la pena sobre todo porque es en el final donde vamos a encontrar mejores argumentos para valorar mejor la película.

Mientras avanza "Rufianes y tramposos" por el desierto del norte de África, es imposible no acordarse de "Cien mil dólares al sol", realizada veinte años atrás por Verneuil y también protagonizada por Belmondo. Pasan veinte años entre las dos películas y habrá más colaboraciones entre ambos, pero las similitudes entre los dos títulos va más allá de los dos nombres propios porque además de repetir escenario también existe una sincronía en la motivación del personaje protagonista, que no es otra cosa que enriquecerse.

Hay más puntos en común entre las dos (aunque encuentro personalmente que la película realizada veinte años atrás es superior, y aquí debería acabar ya con las comparaciones), pero lo que importa realmente para el espectador en "Rufianes y tramposos" es la buena mezcla entre ritmo y humor. Del ritmo y el entretenimiento nadie debería objetar nada, es una película hecha para gozar, sin más. De su humor tal vez ya sí puede quedar algún espectador insatisfecho. Es la guerra, estamos en pleno movimiento de líneas y cada día puede ser el último de su vida para cualquiera. Pero hay un banco, repleto de oro, tanto oro que cualquier ejército haría el esfuerzo necesario por hacerse con él.

Belmondo quiere todo ese oro para él, lo normal, y moverá todo lo que tenga que mover con tal de conseguirlo. Nos encontramos ante un Belmondo desatado, estrella del cine francés del momento que ha de ser bueno con los puños, con las armas y si es preciso en cualquier escarceo amoroso que se le presente incluso en una situación así. Tal vez, sólo digo tal vez, sea demasiado Belmondo para alguno.

A mí me ha gustado, menos de lo que hubiese querido porque de Verneuil siempre espero lo mejor, pero es estupenda para pasar un buen rato. Entretenimiento asegurado.

No es fácil encontrar la solución ideal para un niño como François porque, para empezar, habría que tener en cuenta qué es lo que ha fallado hasta el momento en que nos encontramos con él y su primera familia de acogida. A François lo rechazan, algo que no nos debería escandalizar porque ese chaval es un demonio. Creo que "La infancia desnuda" es buena porque pese a su apariencia de película pequeña, con su evidente tono documental, proyecta un tema ante el cual no podemos sentirnos indiferentes. Todos podemos pensar en acoger a François, todos queremos ayudar, pero la pregunta es: ¿qué tipo de ayuda precisa para que ese tren no acabe descarrilando de verdad?; ¿es François carne de cañón?; ¿tiene solución?; ¿hay manera de que su infancia vire hacia el camino recto de la moral justa y de la conducta adecuada?

Todos podemos jugar a ser sociólogos, pero somos humanos ante todo, y es evidente que ese niño necesita algo más que cariño o amor, necesita una atención que los adultos están obligados a dar. Habrá quien no sienta ninguna pena por ese niño y creerá que necesita mano dura, porque de todo tiene que haber; yo personalmente no he dejado de pensar en Truffaut, que además comparte nombre con nuestro protagonista. Ciertamente ese chaval lo tiene todo para acabar mal (menuda reflexión final tan profunda acaba de salir de mi intelecto) y sin embargo no puedo dejar de sentir una tristeza enorme por él. Todo lo que hace es un error, y sin embargo es capaz de demostrar amor y cariño (esa abuela...); no sé yo, en el límite de sentir miedo y ternura hacia él a la vez.

Una buena película en todo caso, eso seguro.

Pienso que Tavernier es muy valiente porque ante la expectativa de querer contar demasiadas cosas no se echa atrás. Inevitablemente, en el contexto en el que nos encontramos, hay demasiados dramas, cada familia significa una lucha que se individualiza en el niño pequeño que es el que tiene por delante más futuro. Esos niños son lo que importa de verdad. Cuando digo que Tavernier es un valiente es porque abarca demasiado y eso a menudo sale mal, pienso en la industria yankee y está claro que cada caso, cada drama de cada niño, habría servido para hacer una sola película. Tavernier consigue mostrarnos el concepto general, el drama social completo, y es por ello que puede haber un sector de espectadores que quede insatisfecho. Lo que no comparto en absoluto es que "Hoy empieza todo" sea aburrida; todo menos eso.

Así pues Daniel personifica a un luchador excepcional, él sí es un verdadero héroe, pelea contra las instituciones y sus burócratas, se da de cara contra los padres irresponsables, cada día libra una batalla por conseguir lo mejor para sus niños. Desde su posición, mejor no se puede hacer. Y por supuesto, quien se lleva el mérito porque esto es cine, es Tavernier, que de esta manera rinde homenaje a un modelo de trabajador que no se lleva portadas en los periódicos o en la televisión, trabajadores de retaguardia que empujan y empujan por el futuro de la generaciones que vienen detrás de nosotros.

"Hoy empieza todo" acaba con unos puntos suspensivos, porque la lucha sigue, como diría aquél...

Me parece que la filmografía de Luisito Malle es como subirse a una montaña rusa, un director que me ha fascinado en muchísimas películas pero que también ha llegado a firmar alguna castaña. "Herida" no es mala hasta gritar basta como su lamentable "Black Moon" de 1975, pero queda lejos de sus mejores películas y peca de contar con una historia que es previsible desde el minuto uno hasta que acaba. No hay otro posible final a la historia tórrida entre Irons y la Binoche, cualquier otra cosa sería excepcional, y no lo es. Más allá de la falta de credibilidad de la historia sólo nos queda la pasión que destila él, porque a ella más bien la vemos pasiva y hasta indiferente. Ella es rara de cojones, así, peinada a lo garçon, produce más aversión que otra cosa. Y lo de él, sencillamente pertenece al manual de cómo montárselo peor para ser un adúltero ridículo.

Mucha seriedad de él, típica de su posición, escondiendo una insatisfacción por su vida que justifica que se desate una vez se baja la bragueta. Yo digo que no, que se lo montan muy mal estos dos: Luisito Malle tiene en su filmografía un repertorio de grandes películas y sencillamente no entiendo el nivel de "Herida", que es solo la historia de un patético adúltero. Follar es sanísimo, y si no lo haces en tu casa tendrás que hacerlo puertas afuera, o eso o cortártela. Y si lo haces más allá del matrimonio y te pillan es que eres doblemente patético... Y ya lo de Irons es multiplicarlo por una potencia aún mayor. Nada más. No me gustó por eso, no hay nada más.