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Voto de John Giraldo:
8
5,3
36.848
Comedia. Terror. Fantástico
En 1752, los Collins y su hijo Barnabas zarpan de Liverpool con destino a América para librarse de la misteriosa maldición que pesa sobre su familia. Con el paso de los años, Barnabas (Johnny Depp), un playboy impenitente, se convierte en un hombre rico y poderoso que comete el error de romperle el corazón a Angelique Bouchard (Eva Green). Ella, que es una bruja, lo condena a un destino peor que la muerte: lo convierte en vampiro y lo ... [+]
27 de junio de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
Cada película de Tim Burton es mágica. Su línea cinematográfica comprende un paisaje para admirar desde lo estético, así como una crítica severa a la sociedad en la que vivimos. Su estrategia ha sido convocar lo fantástico, lo telúrico, para comunicarnos historias fascinantes, elocuentes y contextuales. Es decir, el uso del género fantástico es una ventaja para poder contarnos historias asombrosas y espeluznantes, pero incluso en el terror es posible reír; sus películas siempre llevan una crítica a la sociedad del consumo, a los valores establecidos o incluso al propio sujeto.
Su fuerte ha sido colocarnos en dos realidades casi que simultáneas, como las de Alicia en el país de las maravillas (2010), allá el mundo del relato fantástico, la historia puede ser un Eduardo manos de tijeras, un Vincente o un Jack, no importa, acá, el mundo terrenal, el mundo no ficcional, donde todo está desequilibrado, es caótico, en cambio, el mundo de los muertos tiene su armonía y parece pasible. Tim Burton es uno de esos directores cuya marca retiene tintes de otra época: es una marca comercial, pero es un director de culto, su sello, su impronta seduce tanto a grandes como a chicos, tanto al mercado como a críticos y encada película siempre hay un tributo al séptimo arte. Sus películas son para gozar de la fábula, dejar volar el espectro imaginario, y asirse a la butaca, removerse por frases que nos enmarcan, por personajes aunque fantásticos, cuestionan el mundo real. Con Tim Burton cuando vemos una película el telón se corre un poco, el resto es un espejo en el que nos vemos.
Su nueva película, Las sombras tenebrosas, un título fiel a su línea, nos recuerda la historia de un vampiro, uno que vive en Liverpool y fue hechizado para impedir que el amor hacia una mujer se concretara, por tanto, su enemiga le dio el don del sufrimiento, y ya que no podía disfrutar lo dejó en agonía. Su enemiga lo ama pero como él no, entonces viven en una contienda sempiterna. Aunque no es la película más sólida, refleja ese ideario propio de un director especializado en recrearnos fábulas, historias del inframundo con el mundo terrenal. Además cada película nueva es un diálogo con sus anteriores. La intertextualidad de la que goza, comunica y reitera ideas de otras, por ejemplo, de esa El Gran pez (2003), nos sigue recordando: “somos peces grandes en estanques pequeños”, y ello para considerar lo contradictorio de esos sujetos geniales en mundos de provincia: son quienes mandan pero al tiempo con una fragilidad.
Sigo en spoiler
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Cada película de Tim Burton es mágica. Su línea cinematográfica comprende un paisaje para admirar desde lo estético, así como una crítica severa a la sociedad en la que vivimos. Su estrategia ha sido convocar lo fantástico, lo telúrico, para comunicarnos historias fascinantes, elocuentes y contextuales. Es decir, el uso del género fantástico es una ventaja para poder contarnos historias asombrosas y espeluznantes, pero incluso en el terror es posible reír; sus películas siempre llevan una crítica a la sociedad del consumo, a los valores establecidos o incluso al propio sujeto.
Su fuerte ha sido colocarnos en dos realidades casi que simultáneas, como las de Alicia en el país de las maravillas (2010), allá el mundo del relato fantástico, la historia puede ser un Eduardo manos de tijeras, un Vincente o un Jack, no importa, acá, el mundo terrenal, el mundo no ficcional, donde todo está desequilibrado, es caótico, en cambio, el mundo de los muertos tiene su armonía y parece pasible. Tim Burton es uno de esos directores cuya marca retiene tintes de otra época: es una marca comercial, pero es un director de culto, su sello, su impronta seduce tanto a grandes como a chicos, tanto al mercado como a críticos y encada película siempre hay un tributo al séptimo arte. Sus películas son para gozar de la fábula, dejar volar el espectro imaginario, y asirse a la butaca, removerse por frases que nos enmarcan, por personajes aunque fantásticos, cuestionan el mundo real. Con Tim Burton cuando vemos una película el telón se corre un poco, el resto es un espejo en el que nos vemos.
Su nueva película, Las sombras tenebrosas, un título fiel a su línea, nos recuerda la historia de un vampiro, uno que vive en Liverpool y fue hechizado para impedir que el amor hacia una mujer se concretara, por tanto, su enemiga le dio el don del sufrimiento, y ya que no podía disfrutar lo dejó en agonía. Su enemiga lo ama pero como él no, entonces viven en una contienda sempiterna. Aunque no es la película más sólida, refleja ese ideario propio de un director especializado en recrearnos fábulas, historias del inframundo con el mundo terrenal. Además cada película nueva es un diálogo con sus anteriores. La intertextualidad de la que goza, comunica y reitera ideas de otras, por ejemplo, de esa El Gran pez (2003), nos sigue recordando: “somos peces grandes en estanques pequeños”, y ello para considerar lo contradictorio de esos sujetos geniales en mundos de provincia: son quienes mandan pero al tiempo con una fragilidad.
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No deja de cuestionarnos sobre la sociedad, por eso la Institutriz que llega a cuidar un niño en la familia Collins, al ser interrogada para trabajar sostiene un diálogo muy irónico: “- ¿Qué opina del presidente? – No lo conozco. -¿De la guerra?- -No veo tv. – ¿De la igualdad de género?- - Los hombres se volverían inmanejables”. Y con tal respuestas, es aceptada porque la mujer de la casa coincide con ella.
Los seres sin mucha relevancia, relegados, confinados en sí mismos, raros y que esperan obtener una felicidad, se hallan en las películas de Tim; por medio de la palabra cobran más valor y a partir de la aventura se erigen en el mundo con una fuerza in crescendo para situarse. Sucede con BeetleJuice (1988), pasa con Willie Wonka (2005), obtiene una dimensión elocuente con el investigador de La leyenda de el Jinete sin cabeza (1999), por supuesto que sus dos películas animadas como la de El extraño caso de Jack (1193) la cual produce o El cadáver de la novia (2005) el enaltecimiento de los personajes y de las realidades dobles tienen un punto más alto y ahora con el Vampiro Barnabas esa disolución de fronteras entre lo fantástico y lo real se hacen presentes.
Quienes quieran ver un vampiro, martirizado, frágil, un tanto gracioso y firme, tendrán que
conectarse con esta historia. Johnny Depp hace a los personajes, sus ademanes, esa postura, su forma de encarar los papeles, además bajo la tutela de Tim, parecen perfectos. Todo es un universo tan bien logrado, que hasta los posibles desvaríos pasan invisibles frente a nosotros. Es un vampiro que renace dos siglos después, por tanto, se estrella con un mundo, donde Mefistófeles es McDonalds, el asfalto es un material desconocido, la compostura no tiene validez, hablar refinado mucho menos, es Liverpool con Hippies en las calles, música frenética, una sociedad turbulenta, pero enquistada en sus propias deidades: el consumo.
La línea conductora es la familia, aquella resquebrajada, la única riqueza con la que contamos, esa misma que nos define desde la sangre. Pero también el hecho mayor es el amor, el cual se dice en la película que: “El amor significa nunca decir que lo sientes”. Y Barnabas vive un amor imposible, trágico, cuyas acciones son románticas, indelebles y la concreción solo será posible en el mundo de los muertos. Tim Burton volvió a la carga con una película fiel a su mundo: la rareza.
Los seres sin mucha relevancia, relegados, confinados en sí mismos, raros y que esperan obtener una felicidad, se hallan en las películas de Tim; por medio de la palabra cobran más valor y a partir de la aventura se erigen en el mundo con una fuerza in crescendo para situarse. Sucede con BeetleJuice (1988), pasa con Willie Wonka (2005), obtiene una dimensión elocuente con el investigador de La leyenda de el Jinete sin cabeza (1999), por supuesto que sus dos películas animadas como la de El extraño caso de Jack (1193) la cual produce o El cadáver de la novia (2005) el enaltecimiento de los personajes y de las realidades dobles tienen un punto más alto y ahora con el Vampiro Barnabas esa disolución de fronteras entre lo fantástico y lo real se hacen presentes.
Quienes quieran ver un vampiro, martirizado, frágil, un tanto gracioso y firme, tendrán que
conectarse con esta historia. Johnny Depp hace a los personajes, sus ademanes, esa postura, su forma de encarar los papeles, además bajo la tutela de Tim, parecen perfectos. Todo es un universo tan bien logrado, que hasta los posibles desvaríos pasan invisibles frente a nosotros. Es un vampiro que renace dos siglos después, por tanto, se estrella con un mundo, donde Mefistófeles es McDonalds, el asfalto es un material desconocido, la compostura no tiene validez, hablar refinado mucho menos, es Liverpool con Hippies en las calles, música frenética, una sociedad turbulenta, pero enquistada en sus propias deidades: el consumo.
La línea conductora es la familia, aquella resquebrajada, la única riqueza con la que contamos, esa misma que nos define desde la sangre. Pero también el hecho mayor es el amor, el cual se dice en la película que: “El amor significa nunca decir que lo sientes”. Y Barnabas vive un amor imposible, trágico, cuyas acciones son románticas, indelebles y la concreción solo será posible en el mundo de los muertos. Tim Burton volvió a la carga con una película fiel a su mundo: la rareza.