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Voto de Cinemagavia:
7
Drama 'Bohemian Rhapsody' es una celebración del grupo Queen, de su música y de su singular cantante Freddie Mercury, que desafió estereotipos para convertirse en uno de los showmans más queridos del mundo. El film plasma el meteórico ascenso de la banda al olimpo de la música a través de sus icónicas canciones y su revolucionario sonido, su crisis cuando el estilo de vida de Mercury estuvo fuera de control, y su triunfal reunión en la ... [+]
24 de octubre de 2018
249 de 368 usuarios han encontrado esta crítica útil
Behind the curtain, in the pantomime

¡Menudo festín! Bohemian Rhapsody escala la mesa, arrastra el mantel. Se coloca sobre la inmensa fuente entre las patatas, la manzana asada y la base de miel. El comensal, el crítico, saca su gorda lengua y la pasa alrededor de esos labios tan finos. ¡Qué gloria! Esos diálogos blandos y con pústulas, una delicia. El montaje, rayado por las líneas de las varillas del horno, otro manjar verdoso cortesía del pinche John Ottman (sospechosos habituales) –qué ganas tenía de clavarte estos amarillentos dientes-. Algunos trozos están en su punto y otros todavía supuran.

Las venas, las arterias y los tendones de una de las piernas de Bohemian Rhapsody relampaguean como goma elástica cuando el crítico la arranca. Muerde con sus ojos febriles e ignora los cubiertos mientras llena de baba a Rami Malek y a Bryan Singer. Mi querido Singer, a ti te voy a hacer responsable. Es un director extraordinario, pero cuando el crítico le abre el pecho a la criatura: hay una réplica, un corazón de vaca. Malek, –¡Ay Malek!- solo con leer tu nombre y ver tu fotografía en la carta ya sabía que ibas a poner todo tu empeño. El crítico ensancha sus fauces cuando las puertas del quirófano se abren.

Does anybody know what we are living for?

Sí. ¡Sí! Los diálogos no están a la altura. Sí, a veces el montaje se embarra. ¡Sí, la primera media hora es apresurada y áspera! ¡Y sí, la historia llena de tópicos te va a hacer la boca agua! No solo la historia. ¿Quieres que en una escena triste llueva? ¡Lloverá! ¿Quieres que haya clichés y momentos en los que llevarte la mano a la frente? ¡Los habrá! Te voy a hablar también de lo demás. Del fantástico reparto que te va a sacar los eructos. De la dirección de Singer que puebla la cinta de creatividad –aunque tú, que ya te has atiborrado, no has sabido verlo. Porque tú dirás que esta película debió dirigirla Damien Chazelle- y de brío, pero te daré la razón: Bryan Singer no se ha arrancado el alma, no dona su sangre a la criatura, pero tampoco le hace falta.

Ya lo has dicho; ya lo hemos dicho. Me veo reflejado en tus pupilas densas y veo que yo también soy un monstruo, soy igual que tú, crítico. Pero quiero traicionarte y pienso hacerlo. No te voy a hablar de fotografía, no te voy a hablar de guion ni de todas esas cosas que tanto te interesan. No te voy a dar un número para que te regodees en imbd. Yo tengo otra cosa que darte.

Todavía quieren escapar los pelillos poco masculinos de mis brazos. Vibra mi esternón mientras esos fantasmas ya bajan las escaleras del cine. También me reído. Me he emocionado, ¡yo que reprocho faltas a los diálogos, a la historia y al guion! Y joder, es que no me puedo levantar. No me puedo levantar mientras la voz de Freddy Mercury siga por los altavoces de la sala. Qué puto gusto. Ya sea el crítico, el aficionado o el proyeccionista. No os marchéis y fingid que no sois tan altivos y faltos de gusto.

I’m never giving in / On with the show

Tengo cientos de notas llenas de injurias que se repiten; también halagos. Las tengo porque es una película floja. Aprobada. Del montón, corriente. ¿Y qué hago ahora si no obligo al crítico a decir que me he pasado sonriendo los últimos quince minutos?, ¿y si no reafirmo claramente que me ha hecho reír y llorar? ¡Qué hipócrita es el crítico! ¿Acaso es posible no seguir sonriendo cuando acaba la película y todavía palpas la electricidad de tus nervios? Tengo que cerrar este juego estúpido de censor.

No puedo ir paso por paso analizando a cada miembro del reparto. Ni juzgar a Anthony McCarten por su guion adornado con badenes. Las emociones de Bohemian Rhapsody son más grandes que la calidad de la propia película. Más grandes que la fotografía de Newton Thomas Sigel (Drive) o que la caracterización de los protagonistas, pero no mayores que todos y cada uno de los temas elegidos de Queen –primera y última vez que menciono al grupo, están por encima de la crítica-.

Conclusión

Ve al cine a sentir, a disfrutar. No importa que seas crítico, que quieras devorar la película junto a tu acompañante, eso vendrá después. Mientras estés en la sala: escucha, huele, siente. Lee los detalles que no conocías de la historia, atiende a los acordes ya clavados en tu cerebro. Y sobre todo: canta, tararea, recita junto a una de las mejores bandas sonoras que vas a escuchar en toda tu vida. ¿Qué quieres saber? ¿Si merece la pena ir al cine a escuchar a este maravilloso grupo por los altavoces de la sala? Ve. Mata al crítico; que se atiborre.

Escrito por Daniel Gonzalez Fernández

https://cinemagavia.es/bohemian-rhapsody-critica-bryan-singer-pelicula/
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