Además del decorado, los cientos de extras, el arte mismo del filme, esta película tiene un buen valor agregado: su pulso narrativo. De principio a fin ejerce su poder hipnótico atrapando a sus espectadores. Sin embargo es una telaraña un tanto endeble en la ejecución, porque una vez vista uno sí nota que en realidad pudo ser un filme mucho más profundo. Y no es que no lo sea, es que cabría esperar un poco más en el juego de la pasión, del espionaje, de la traición, de la venganza.
A mí la película me gusto y no tengo muchos reparos en ello. Lo que uno debe hacer es precisamente recomendarla para el que quiera pasar un momento hipnótico en la Shanghai de los años cuarenta... con las sombras del conflicto en las calles y en las miradas.