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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Thriller Anna, Georg y su hijo Georgie van a pasar las vacaciones a su bonita casa a orillas de un lago. Sus vecinos Fred y Eva han llegado antes que ellos. Las dos parejas quedan para jugar al golf al día siguiente. Mientras padre e hijo preparan el velero, Anna prepara la cena. De repente, Peter, un joven muy educado que se aloja en casa de los vecinos, se presenta para pedir que le presten algunos huevos porque a Eva no le queda ninguno. De ... [+]
27 de enero de 2008
186 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ficción no es real. Es ficción. Eso dicen siempre, como dando por zanjado el término.

Haneke nos guiña el ojo y rebobina nuestras ideas preconcebidas, parodiándolas. Nos indica que, aunque la obscenidad que vemos está en una pantalla y no tiene tacto, ha sido imaginada, ha sido pensada, ha sido cocinada. Quizás exista.

Que quizás el simple hecho de que la mente humana sea capaz de inventar algo así ya sea una realidad insoportable en sí misma. Y que en el mero disfrute de estos juegos, aunque sólo sea a través de una ficción subrayada de forma socarrona, hay algo de patológico en el director que inventa, como bien afirma Servadac, pero también en el espectador… ¿Qué hay por tanto del espectador que se recrea? ¿Somos cómplices? ¿No guiñamos acaso el ojo a los asesinos también? ¿No somos los que rebobinamos la cinta?

Lo que está claro es que no somos los que apagamos la tele ni nos salimos del cine. Nos quedamos hasta el final. Intrigados, subyugados. Entretenidos.

Y Haneke, con su provocadora, distanciada y macabra realización (también demasiado autocomplaciente y didáctica, como siempre), nos traslada al horror del ser humano y nos aleja de lo que vemos para, paradójicamente, acercárnoslo. Para hacernos partícipes de la tortura a través de nuestro disfrute. Él se lava las manos subrayando la ficción (a través de una fría y nada enfática realización y de esos guiños que nos separan de la película en cuanto película), y nos pasa la pelota acentuando de esa forma nuestra propia responsabilidad para con lo que estamos viendo. La ficción no afecta al terreno de los hechos y los actos materiales contra los que no podemos oponernos, sino que se ciñe a aquello que imaginamos en nuestras cabezas, a aquello que recibimos, procesamos y... decidimos. Nos incrimina a nosotros al ser ya nuestra responsabilidad.

Hay algo perverso en disfrutar de esta película, eso es lo que digo; porque Haneke, al subrayar el carácter de film, de invención, nos indica que no hay en esta ocasión lugar a la falsa coartada de que los malos son los actores, porque esta vez, claramente, los actores sólo son actores. La película claramente sólo es una película. Y si en todo esto hay algo amoral no es sino la mirada del que, desde fuera, ve y saca conclusiones. Se viene abajo la eterna excusa... "creí que la película era real". Ya está bien de que el espectador se vaya de rositas cuando disfruta de pelis así. Aquí no hay personajes con apariencia de realidad a los que cargar el mochuelo para liberar nuestras conciencias.

Esta cinta, por tanto, no creo que trate sobre el sinsentido de las acciones humanas (ajenas), sino sobre el sinsentido de los pensamientos (propios). Y ahí quizás seamos más culpables que los dos aborrecibles protagonistas. Para ellos, como actores, esta representación de la tortura fue un trabajo.

¿Qué fue para ti?

Un entretenimiento quizás. Y lo decimos así, tan tranquilos.
Bloomsday
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