Inclasificable. La estás viendo y sabes que estás ante algo único. Sabes que independientemente del mensaje, del final, de las actuaciones, de la historia, Hipnótica Ana tiene vida por sí misma. Parece como si Medem nos contase algo que él ya sabía, algo que forma parte de él, como los recuerdos de Ana. Medem es Ana y nosotros somos Anglo, testigos de un espectáculo irrepetible.

Es una pena que la singularidad no sea suficiente. A la película le falta un punto de profundidad. Quizá en algunos puntos sea demasiado explícita. En esto me adhiero a lo que dice E. Rodríguez Marchante en la crítica que aparece en la ficha de la película. Y esta falta de profundidad hace que todo en la película sea prescindible. Sin contar el principio, no hay prácticamente ninguna escena de la película que no se pueda eliminar, y en cambio hay algunas que sobran porque rompen el ritmo.

Creo que Medem tenía algo importante que decirnos, se le nota. Pero ha escogido un vehículo mejorable. Esta película tendría que haber sido todo alma. La música nos lo dice a gritos. Los cuadros, la risa de Manuela Vellés (Ana), la mirada de Nicolas Cazalé (Said), la cueva de las mil puertas... Todo en esta película nos dice que es una obra maestra. Y sin embargo no lo es.

7.8/10