Jadin Bell se suicidó en 2003, con sólo quince años, por el acoso bestial que sufría en el instituto y en Internet. ¿El motivo? Ser abiertamente gay y formar parte del equipo de animadoras de su instituto.
Esta película de Reinaldo Marcus Green nos cuenta la historia de su padre, el homónimo Joe Bell (quien, a su vez, murió también trágicamente tras ser atropellado por un camión, unos meses después del suicidio de Jadin), y su cruzada por concienciar en las escuelas estadounidenses sobre la importancia de la lucha contra el acoso escolar. Sin duda, la cinta es emotiva, sobre todo porque Mark Wahlberg y Reid Miller están excelentes (es, quizás, la mejor interpretación del protagonista de Transformers desde Infiltrados), y el mensaje es poderosísimo. Tampoco hay que buscar una obra maestra, porque no la van a encontrar, y sin duda tiene muchos puntos en común con dramas de problemática humana que vemos en cualquier sobremesa de sábado o domingo, pero resulta entretenida y nos recuerda dos cosas muy importantes: el dolor insoportable que las personas podemos causar en otros seres humanos, hasta el punto de llevarlos a la muerte, y el amor de un padre por su hijo, tan poderoso y tan simple como dos personas pidiéndose perdón y diciéndose que se quieren al pie de una carretera.
Hermosa.

Lo mejor: Wahlberg y Miller, fantásticos.
Lo peor: No asume ningún riesgo en la narración.