Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la joven poetisa Elizabeth Barret vive recluida en su casa bajo el estricto control de un padre tiránico. Sus desgracias se ven recompensadas cuando se enamora del poeta Robert Browning... Remake de un film de mismo título de 1934 con Norma Shearer y Charles Laughton. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Gran poetisa, noble mujer y devota esposa”, reza la placa que aún se conserva en la iglesia de Kelloe, Inglaterra, donde fuera bautizada, Elizabeth Barrett (1806-1861), la hija de Edward Moulton-Barrett, un hombre ambicioso y prepotente que se hizo rico con las plantaciones de azúcar que, de su abuelo, heredó en Jamaica. Educada en su propia casa, ya que su padre la veía como su mayor tesoro y quiso protegerla siempre de las pretensiones de otros hombres, Elizabeth contrajo en la adolescencia una enfermedad pulmonar relacionada con la tuberculosis, y por alguna razón que nunca quedó clínicamente explicada -pero de la que podría surgir alguna interesante especulación relacionada con la represión e impotencia que causan los celos patológicos-, la joven quedó discapacitada y como tal fue tratada, durante muchos años, por los miembros de su familia, en especial por su padre que le imponía la suerte de tratamiento que se le antojaba procedente.

Cuando vivieron en Londres, y todavía tratada como una discapacitada, Elizabeth Barrett prosiguió con su producción literaria (El serafín y otros poemas, El llanto de los niños, El drama del exilio…), y llega entonces el año 1845, cuando por fin conocerá al también poeta y dramaturgo, Robert Browning (1812-1889), con quien tendrá un gran aliento que la animará a tomar decisiones de gran importancia para su vida.

Este ambiente familiar, al lado de un padre soberbio que, por guardar muy dentro suyo sentimientos inconfesables, denegaba el derecho a que sus hijas se casaran, es el que sirvió de base a Rudolph Besier (1878-1942), para el argumento de su obra “Los Barretts de Wimpole Street”, la cual publicó en 1930, siendo estrenada con éxito, primero en Londres y luego, en Cleveland y New York, con la celebrada actriz, Katharine Cornell, como protagonista.

La primera versión cinematográfica, la realizó el director estadounidense, Sidney Franklin, quien, poniendo las actuaciones en cabeza de Norma Shearer, Charles Laughton y Fredric March, logró un filme de primera línea, el cual "desapareció" del mercado tras la aparición de la nueva versión en cinemascope y full color, pues, casi plano por plano y escena por escena, le fue encargada por la MGM al mismo Franklin.

Los protagonistas son ahora, Jennifer Jones, en una sólida caracterización de la renombrada poetisa; John Gielgud, con un fuerte carácter como su prepotente padre; Bill Travers, como el poeta que se ha propuesto arrebatar a la artista del infortunio; y Virginia McKenna, como la hermana Henrietta, quien tampoco logra hacer que el amor consiga llamar libremente a su puerta.

No obstante, ser éste un producto fácilmente calcado de un valioso clásico, se agradece a su director el haber permitido conocer a las nuevas generaciones, en excelentes condiciones de realización, una obra de grandes méritos que plantea un gravísimo problema de orden familiar, el cual es tratado con recursos psicológicos de gran altura, logrando que el filme obtenga poderosos significados.

El afán de manipulación, el celo empecinado, el temor a la autoridad, y la base íntima de algunos otros comportamientos que impiden el libre desarrollo de la personalidad, están aquí magníficamente servidos, y creo que ninguna mujer que se sienta acosada o insegura de sí misma, debería perderse este magnífico llamado a la reflexión.

Título para Latinoamérica: LO QUE LAS PAREDES OCULTAN
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow