El debut de Duncan Jones en la dirección de largometrajes fue la película Moon, una cinta de ciencia ficción diferente, lejos de los grandes presupuestos y de los temas de siempre. Hablo de lo que oído y leído porque desgraciadamente todavía no la he visto. Pero por las referencias que tenía de esta película y por las notables críticas con que ha sido recibida esta segunda película, me he acercado a ver Código Fuente con unas ganas especiales. Supongo que también motivado por la ilusión de disfrutar de una de ciencia ficción después de la decepción que supuso la reciente Destino Oculto. El resultado no es para tirar cohetes pero al menos la película no invita a la sonrisa maliciosa, ni a la cara de circuntancias, o por lo menos no lo hace hasta el final.
El argumento de Código Fuente se centra en un nuevo invento del gobierno mediante el cual, y a traves de un viaje en el tiempo, se puede volver a revivir una situación tantas veces como sea necesario. En este caso se trata de encontrar al responsable de un atentado cometido en un tren lleno de viajeros. Ahora mismo no tengo claro (entre otras muchas cosas) si se trata unicamente de conocer al culpable, o si también existe la posibilidad de poder evitarlo. En cualquier caso, una vez aceptado el planteamiento del relato, la película resulta tremendamente eficaz en esa sucesión de saltos en el tiempo, en la se aprovechan de un militar herido de guerra para colocarlo en la piel de uno de los viajeros del tren, justo minutos antes de que explote la bomba. Cada vuelta al pasado aporta nuevos datos y detalles que la hacen diferente. La acción resulta dinámica, directa y concisa. Solo se centra en aquello que tiene importancia, dejando a un lado cualquier pretensión de lucimiento visual.
Además, y para darle más gracia al asunto, el protagonista, bajo la piel de un hombre que no conoce, debe hacer frente a las sensaciones que le provoca la mujer del desconocido al que suplanta y que también viaja en el tren. No se si es facil de entender lo que he tratado de explicar, pero en la película esta relación que surge entre los dos personajes se entiende y se disfruta.
Claro que como en la mayoría de películas (o series de televisión, no olvidemos Perdidos) que plantean situaciones o enigmas de difícil resolución, la cosa pierde cualquier atisbo de solidez que pudiera tener cuando llega el momento de ponerle el punto final al relato. Y entre el final, sin explicaciones pero eficaz, y el final interminable lleno de explicaciones ininteliglibles, la película se decanta por este ultimo. Y queriendo dejar todos los cabos atados, lo único que consigue es traicionar toda la viveza con la que el relato había transcurrido hasta entonces.
Pese a todo el espectador no llega a perder completamente el norte gracias a la presencia de Jake Gyllenhaal, que siempre consigue hacer que cualquier película en la que interviene resulte más simpática, y de las fascinantes mujeres y actrices Vera Farmiga y Michelle Monaghan.