Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Reaccionario:
4
Aventuras En la segunda mitad del siglo XI, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se hizo célebre por sus victoriosas campañas contra los musulmanes durante la reconquista del Reino de Valencia. Acusado injustamente de traición, Rodrigo mata en duelo al padre de Jimena, que lo rechaza y se encierra en un convento. Este es el punto de partida de numerosas peripecias: las intrigas del conde García Ordóñez, el desafío del rey Ramiro de Aragón y ... [+]
28 de diciembre de 2012
9 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de su magistral "Cimarrón", Anthony Mann patinó y de qué forma con esta superproducción al más estilo hollywoodiense rodado en nuestro país. Reconozcamos que tampoco tenía muy buen material pues las andanzas del Cid, por mucho bombo que queramos darle, son bastante insulsas. Es más, los distintos episodios que jalonan su vida acaban convirtiendo la película en la vida de un tipo, una biografía, sin que haya una trama bien definida, ni estructurada. Incluso hay momentos en los que uno se pierde ante tanta batalla, duelo, destierros y demás giros. En esta ocasión la dificultad de adaptar una novela (en este caso poema) y afrontar el género biográfico, se conjugan para hacer de "El Cid" un espectáculo rimbombante, vistoso y colorido pero carente de sinceridad y de entusiasmo. Además el intento de hacer épico todo momento satura al espectador a los pocos minutos. Respecto a los actores, Charlton Heston es Charlton Heston y Sophia Loren aquí reconozco que está guapa, si bien a mí nunca me ha gustado. En cambio Genevieve Page está de lo más interesante.

Algunos censuran sus abundantes licencias históricas, el retrato no muy halagüeño de los moros, el anacronismo de hacer pasar al héroe por un patriota español o hasta los trajes femeninos claramente no de aquellos años. Sin embargo esto en el fondo son menudencias. Yo en cambio directamente no sintonizo ni con el Cid, ni con estas gentes. Me parecen tan orgullosos, estirados y "honorables" que se complican la vida ellos solos, razón por la que sus problemas me son tan ajenos. Este mundo medieval, lleno de violencia, odio y ambición no me gusta ni un pelo. Lo malo es que en esencia es más ajustado a la realidad que otras visiones, cosa que deberían tener en cuanta aquellos medievalistas enamorados de ese período histórico. A mi confieso que no me fascina y si hay cosas positivas, que las hay, el neogótico del siglo XIX las recuperó y mejoró ampliamente, superando de este modo esta época turbulenta de enfrentamientos constantes. Porque la Edad Media completamente falseada que da vida el género de Espada y Brujería, no tiene absolutamente nada que ver con la que sale aquí, la real.

Lo que si que resulta curioso es que mientras en el extranjero, siglo arriba, siglo abajo, se componían brillantes relatos llenos de magia, amor y fantasía, como podía ser "Tristan e Isolda", "Beowulf", "El Cantar de los Nibelungos" o el Ciclo Artúrico, en nuestro país apareció esta arídisima crónica histórica-biográfica cien por cien realista lo que revela una mentalidad muy diferente y peor respecto a Europa. Allí, la Edad Media se vuelve romántica y misteriosa. Aquí, ramplona y sin encanto. He ahí nuestra decadencia. Algo parecido sucede con la monarquía. En España el héroe es el Cid, un caballero-mercenario, un mafiosillo, mientras que los reyes son puestos casi en ridículo. Carecemos de monarcas legendarios. En cambio, en Inglaterra tienen al Rey Arturo y a Ricardo Corazón de León, en Francia, a Carlomagno y a San Luís, y en Alemania a Federico I Barbarroja. Por eso en Europa el Rey fue sacralizado lo que permitió construir el absolutismo. Aquí el rey es uno más, razón por la que el absolutismo no cuajó y sí en cambio ese espíritu de libertad que alumbró la mayor parte de nuestras desgracias, incluido el liberalismo.
Reaccionario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow