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8
1963
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27.717
Animación. Fantástico. Aventuras
Encantador relato de dibujos animados para los más pequeños sobre la leyenda del rey Arturo (aquí siendo todavía joven), el mago Merlín y la espada Excalibur. Aventuras mil, magia y fantasía para otro gran éxito de la Disney. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La era Reitherman empezaba a marcar estilo y tendencia. Con “101 dálmatas” se dejaba ver que la técnica de la rotoscopia era un método que ahorraba trabajo y facilitaba la animación a los dibujantes de la compañía Disney. Como solía suceder con las películas de la compañía, “Merlín el encantador” estaba basada en una obra literaria. En este caso “La espada en la piedra” de TH White, escrito en 1938 y que formaría parte de la tetralogía “Camelot”. Lógicamente todo estaba enfocado en la leyenda del rey Arturo, la espada mágica Excálibur y el mago Merlín. La edad media no era ajena a la compañía Disney a la hora de trasladarla a la gran pantalla. Ya desde los primeros tiempos de los cortos en blanco y negro con Mickey Mouse a la cabeza era una época que siempre ha estado presente en sus proyectos y títulos [...]. Las intenciones para “Merlín, el encantador” no eran presentar las justas, las batallas, los ejércitos ni las confabulaciones típicas de la vida en castillo, es decir, todo lo que representara la vida en una época convulsa de luchas, títulos nobiliarios, servidumbre y feudalismo. Ni tan siquiera Arturo es presentado como el rey conquistador que todo el mundo conoce rodeado de sus seguidores fieles, los eternos caballeros de la mesa redonda. Aquí el enfoque es mucho más sencillo, incluso podría decirse que va por las vertientes del cine intimista [...]. Para empezar el guión a manos de Bill Peet prefiere exponer los orígenes de Arturo, presentarlo como un muchacho vivaracho, enclenque, ninguneado, huérfano de padres y bajo el ordeno y mando de su padre adoptivo, sir Héctor. Tanto éste como su hermanastro Kay no dudan en humillarlo constantemente, tratarlo como un esclavo, rebajarlo a hacer las tareas más duras del castillo y siempre bajo un maltrato casi cercano a la explotación infantil. En muchos aspectos su vida es parecida a la de Blancanieves o Cenicienta. Sirvientes sin vida propia, ni voz ni voto.
En este caso el libreto decide enfocar la historia en la relación que se irá formando entre Merlín, el mago con aires de grandeza, de carácter amable y el pequeño Arturo, a quien llaman cariñosamente Grillo y que encuentra en Merlín el cariño, atención, cuidado y educación que en su hogar no tiene, una forma de presentar la amistad desde un punto de vista paterno filial. Uno de los objetivos más interesantes de la historia es la lucha entre maña y fuerza, entre ver que el intelecto está para usarlo en contraposición del músculo, más aún en la época que sucede todo donde la norma es que sucediera al contrario. Las situaciones vividas entre el adulto y el niño sirven como escenario para desarrollar la inteligencia ante las adversidades y ver que siempre hay solución a todo desarrollando la psique en vez de la fuerza bruta. Lógicamente, siendo un producto Disney, los animadores recurrirán en todas las ocasiones posibles en transformar a Merlín y Grillo en distintos animales mediante la magia para vivir en los tres medios posibles (aire, tierra y agua) y de ahí sacar todas las experiencias y lecciones habidas y por haber. Mientras que lo acontecido tanto en agua como en aire están expuestos para que la acción y la aventura sean los elementos que dirijan la historia, todo lo que acontece en tierra con la escena de las ardillas será de corte trágico tirando a dramático en uno de los momentos más desgarradores de toda la filmografía Disney.
La sabiduría a través de la lectura, el ejercicio mental, la investigación por y para descubrir, para solucionar problemas, para que el protagonista no sea un simple peón de carga, un auténtico zoquete. Sin ir más lejos el que el mago le enseñe al muchacho a valerse por sí mismo es el punto de discordia de los momentos más tensos y que se convierten en el fondo de la cuestión: adquirir conocimiento para ser sabio o decantarse por trabajar el músculo para ser un guerrero. Los enfrentamientos dialécticos entre sir Héctor y Merlín o el abuso de fuerza y poder de Kay sobre Arturo siempre serán muestra de botón al respecto por la sencilla razón de querer enseñar al espectador que la solución en la vida y a los problemas no están en el empleo de la violencia o la brutalidad sino en intentar adquirir sapiencia para todo ámbito, es decir, estudiar para tener un futuro mejor. Uno de los aspectos más interesantes es ver como el guión, de forma directa, intenta ser, a través de los conocimientos culturales, sociales, históricos y humanos que posee Merlín de todas las épocas habidas y por haber, una especie de clase de historia en sí misma, incluso amparándose en la comedia y el enredo en más de una ocasión para ser más digerible y fácil de entender [...].
“Merlín, el encantador” sigue siendo un producto tierno, encauzado a conseguir exponer personajes mucho más cercanos que productos anteriores aunque es cierto que no tenga una historia tan trabajada ni matices mucho más profundos y maduros que casos como los de la primera etapa. Aún así las intenciones son claras: conseguir exponer con el mayor lujo de emociones la relación emocional, familiar entre el mago y el niño pues en ciertos aspectos está enfocada como profesor y discípulo y en otros tantos su amistad se ve como la de un padre y un hijo que se profesan cariño genuino. Tan sólo hay que ver el respeto que procesa Arturo hacia Merlín y el cariño que influye el abuelo hacia el niño. También hay que añadir que en lo que se refiere a la forma, para conseguir que ésta funcionara tan bien, los “nueve ancianos” seguían ofreciendo un resultado de gran calidad como bien se muestra en el diseño de todos y cada uno de los personajes, logrando además que Merlín sea uno de los grandes iconos de la era Reitherman pues es uno de los ejemplos perfectos en lo que a movimientos, fisonomía y anatomía creíble se refiere. Aparte, claro está, de obsequiarnos con una de las villanas más alocadas, divertidas, retorcidas y excelentemente animadas como es el caso de Madame Mim.
- continúa en spoiler -
En este caso el libreto decide enfocar la historia en la relación que se irá formando entre Merlín, el mago con aires de grandeza, de carácter amable y el pequeño Arturo, a quien llaman cariñosamente Grillo y que encuentra en Merlín el cariño, atención, cuidado y educación que en su hogar no tiene, una forma de presentar la amistad desde un punto de vista paterno filial. Uno de los objetivos más interesantes de la historia es la lucha entre maña y fuerza, entre ver que el intelecto está para usarlo en contraposición del músculo, más aún en la época que sucede todo donde la norma es que sucediera al contrario. Las situaciones vividas entre el adulto y el niño sirven como escenario para desarrollar la inteligencia ante las adversidades y ver que siempre hay solución a todo desarrollando la psique en vez de la fuerza bruta. Lógicamente, siendo un producto Disney, los animadores recurrirán en todas las ocasiones posibles en transformar a Merlín y Grillo en distintos animales mediante la magia para vivir en los tres medios posibles (aire, tierra y agua) y de ahí sacar todas las experiencias y lecciones habidas y por haber. Mientras que lo acontecido tanto en agua como en aire están expuestos para que la acción y la aventura sean los elementos que dirijan la historia, todo lo que acontece en tierra con la escena de las ardillas será de corte trágico tirando a dramático en uno de los momentos más desgarradores de toda la filmografía Disney.
La sabiduría a través de la lectura, el ejercicio mental, la investigación por y para descubrir, para solucionar problemas, para que el protagonista no sea un simple peón de carga, un auténtico zoquete. Sin ir más lejos el que el mago le enseñe al muchacho a valerse por sí mismo es el punto de discordia de los momentos más tensos y que se convierten en el fondo de la cuestión: adquirir conocimiento para ser sabio o decantarse por trabajar el músculo para ser un guerrero. Los enfrentamientos dialécticos entre sir Héctor y Merlín o el abuso de fuerza y poder de Kay sobre Arturo siempre serán muestra de botón al respecto por la sencilla razón de querer enseñar al espectador que la solución en la vida y a los problemas no están en el empleo de la violencia o la brutalidad sino en intentar adquirir sapiencia para todo ámbito, es decir, estudiar para tener un futuro mejor. Uno de los aspectos más interesantes es ver como el guión, de forma directa, intenta ser, a través de los conocimientos culturales, sociales, históricos y humanos que posee Merlín de todas las épocas habidas y por haber, una especie de clase de historia en sí misma, incluso amparándose en la comedia y el enredo en más de una ocasión para ser más digerible y fácil de entender [...].
“Merlín, el encantador” sigue siendo un producto tierno, encauzado a conseguir exponer personajes mucho más cercanos que productos anteriores aunque es cierto que no tenga una historia tan trabajada ni matices mucho más profundos y maduros que casos como los de la primera etapa. Aún así las intenciones son claras: conseguir exponer con el mayor lujo de emociones la relación emocional, familiar entre el mago y el niño pues en ciertos aspectos está enfocada como profesor y discípulo y en otros tantos su amistad se ve como la de un padre y un hijo que se profesan cariño genuino. Tan sólo hay que ver el respeto que procesa Arturo hacia Merlín y el cariño que influye el abuelo hacia el niño. También hay que añadir que en lo que se refiere a la forma, para conseguir que ésta funcionara tan bien, los “nueve ancianos” seguían ofreciendo un resultado de gran calidad como bien se muestra en el diseño de todos y cada uno de los personajes, logrando además que Merlín sea uno de los grandes iconos de la era Reitherman pues es uno de los ejemplos perfectos en lo que a movimientos, fisonomía y anatomía creíble se refiere. Aparte, claro está, de obsequiarnos con una de las villanas más alocadas, divertidas, retorcidas y excelentemente animadas como es el caso de Madame Mim.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[...] Esperar el nivel de calidad perfeccionista de casos concretos como “La bella durmiente” es hacerle un flaco favor. Las películas dirigidas por Reitherman, hijas de su tiempo y de un estilo marcado, son claros ejemplos de que había más interés en conseguir historias mucho más sencillas, más fluidas, más cercanas y más tiernas sin tener que reparar en la minuciosidad del detalle más exponencial. Sería ilógico criticar un producto como “Merlín el encantador” por su baja calidad en los diseños y acabados cuando tenemos un montón de ejemplos que sirven para contrarrestar esa objeción como es el caso de escenarios muy bien expuestos como el interior del bosque, jugando en todo momento con la cámara y dándole la sensación de lugar casi fantasmagórico o el interior del castillo, logrando transmitir la frialdad de la época [...].
La intención de Bill Peet como guionista es que, través de la rama didáctica con clases universales sobre elementos comunes para ejercitar el intelecto ante situaciones adversas, intenta convertir la relación de Merlín y Arturo en el salvoconducto emocional para el niño ante la carencia de empatía por parte de su familia adoptiva, ya que en ningún momento le mostrarán ni una sola muestra de afecto, teniéndolo bajo una educación estricta y bastante dura. “Merlín el encantador” es un producto de fantasía clásica, de transformaciones variopintas bajo ciertas gotas de corte sobrenatural, elemento común en las películas fantásticas ambientadas en la edad media y más aún con la animación como formato. De ahí que se convierta a los dos protagonistas en animales varios o se recurra a una lucha de magos entre Merlín y Mim a través de los poderes que poseen cada uno. Es aquí donde los animadores recurren a todo un arsenal de lo más variopinto, electrizante y ante todo muy imaginativo donde cada animal elegido sigue un patrón de comedia alocada, digna de los mejores tiempos de los Looney Tunes, sin escatimar en ningún momento en recurrir al ingenio más descacharrante y que, sin guardar mucha relación con la trama principal, todo este espectáculo circense sirve como carta de presentación para un duelo de magos en todo su esplendor, expuesto a modo de episodio auto conclusivo de gran calado en la memoria del espectador y que está concebido realmente como lucimiento pletórico de Madame Mim. Sin ir más lejos, su presencia es más bien anecdótica, pues no aparecerá hasta el final, y sin ella es más que probable que la película hubiese funcionado igual pero está claro que sin su presencia no sería lo mismo.
Desde luego uno de los aspectos más importantes de “Merlín el encantador” es el de los personajes secundarios, imprescindibles todos ellos como puede ser los casos del búho Arquímedes, de carácter quejumbroso, sabelotodo pero de corazón noble o el lobo hambriento el cual siempre aparece de la nada, entre la maleza y con un hambre insaciable, como si fuese la versión cómica o descerebrada de cualquier documental televisivo por no mencionar a Sir Pellinore, con ese carácter afable, divertido y cuyo bigote siempre será elemento para la comedia involuntaria. Contando con un ritmo pausado, que juega entre lo intimista y lo fantasioso, entre lo entrañable y lo maduro, la película es consciente de ser un producto menor dentro de la factoría Disney que, si bien es cierto jamás estará considerada como una de las mejores propuestas, expone una realización adecuada para las intenciones del director y que acaba con broche épico en la escena donde Grillo es convertido en el mítico rey Arturo al sacar la espada de la piedra en la escena más lograda de todas en cuanto a forma y fondo. Los coros y la iluminación se encargan del resto. No será la mejor pero sí se defiende como de lo más entrañable tanto de la era Reitherman en particular como de los clásicos en general.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/12/critica-merlin-el-encantador-wolfgang-reitherman-1963-el-saber-no-ocupa-lugar/
La intención de Bill Peet como guionista es que, través de la rama didáctica con clases universales sobre elementos comunes para ejercitar el intelecto ante situaciones adversas, intenta convertir la relación de Merlín y Arturo en el salvoconducto emocional para el niño ante la carencia de empatía por parte de su familia adoptiva, ya que en ningún momento le mostrarán ni una sola muestra de afecto, teniéndolo bajo una educación estricta y bastante dura. “Merlín el encantador” es un producto de fantasía clásica, de transformaciones variopintas bajo ciertas gotas de corte sobrenatural, elemento común en las películas fantásticas ambientadas en la edad media y más aún con la animación como formato. De ahí que se convierta a los dos protagonistas en animales varios o se recurra a una lucha de magos entre Merlín y Mim a través de los poderes que poseen cada uno. Es aquí donde los animadores recurren a todo un arsenal de lo más variopinto, electrizante y ante todo muy imaginativo donde cada animal elegido sigue un patrón de comedia alocada, digna de los mejores tiempos de los Looney Tunes, sin escatimar en ningún momento en recurrir al ingenio más descacharrante y que, sin guardar mucha relación con la trama principal, todo este espectáculo circense sirve como carta de presentación para un duelo de magos en todo su esplendor, expuesto a modo de episodio auto conclusivo de gran calado en la memoria del espectador y que está concebido realmente como lucimiento pletórico de Madame Mim. Sin ir más lejos, su presencia es más bien anecdótica, pues no aparecerá hasta el final, y sin ella es más que probable que la película hubiese funcionado igual pero está claro que sin su presencia no sería lo mismo.
Desde luego uno de los aspectos más importantes de “Merlín el encantador” es el de los personajes secundarios, imprescindibles todos ellos como puede ser los casos del búho Arquímedes, de carácter quejumbroso, sabelotodo pero de corazón noble o el lobo hambriento el cual siempre aparece de la nada, entre la maleza y con un hambre insaciable, como si fuese la versión cómica o descerebrada de cualquier documental televisivo por no mencionar a Sir Pellinore, con ese carácter afable, divertido y cuyo bigote siempre será elemento para la comedia involuntaria. Contando con un ritmo pausado, que juega entre lo intimista y lo fantasioso, entre lo entrañable y lo maduro, la película es consciente de ser un producto menor dentro de la factoría Disney que, si bien es cierto jamás estará considerada como una de las mejores propuestas, expone una realización adecuada para las intenciones del director y que acaba con broche épico en la escena donde Grillo es convertido en el mítico rey Arturo al sacar la espada de la piedra en la escena más lograda de todas en cuanto a forma y fondo. Los coros y la iluminación se encargan del resto. No será la mejor pero sí se defiende como de lo más entrañable tanto de la era Reitherman en particular como de los clásicos en general.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/12/critica-merlin-el-encantador-wolfgang-reitherman-1963-el-saber-no-ocupa-lugar/