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Voto de Favio Rossini:
8
6,7
3.758
Comedia. Drama
Cuatro amigos unidos por el hedonismo y el tedio más absoluto se reúnen en una mansión con la idea de suicidarse comiendo sin tregua. Pronto añaden a la gula otro pecado capital: la lujuria, y así empiezan a llegar las prostitutas. El sexo obsceno se entremezcla con los cerdos, los quesos, los jamones, el caviar... (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2009
40 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los comensales
Marcelo, piloto depravado y hedonista confeso.
Philippe, juez cuya obsesión por las tetas gordas viene de la lactancia.
Michelle, cineasta porno y bailarín en sus ratos libres.
Ugo, el que da de papear con más mano que Arguiñano.
Andrea Ferreol, Institutriz, “Un plato fácil de comer”.
Las invitadas, tres putas.
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La técnica (al horno, cocido o al pilpil)
Cámara alejada cuando la bacanal llega a su máximo exponente, primeros planos cuando los nihilistas se dan cuenta que hasta creer en morir comiendo es creer en algo. El zoom-out de la soledad. El zoom-in de la irracionalidad.
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El menú
Comer compulsivamente, beber compulsivamente, follar compulsivamente, cagar compulsivamente, vivir compulsivamente. De postre crepés, muy francés.
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Sobremesa
Imitaciones de Marlon Brando. Tangas como parches. Música sensual. Polvos. Charanga y pandereta.
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La digestión
Tras comer hasta vomitar, la mierda revienta. Por mucho que se esconda, la mierda siempre sale. Y si la escondes durante mucho tiempo, puede hasta matarte.
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Marcelo, piloto depravado y hedonista confeso.
Philippe, juez cuya obsesión por las tetas gordas viene de la lactancia.
Michelle, cineasta porno y bailarín en sus ratos libres.
Ugo, el que da de papear con más mano que Arguiñano.
Andrea Ferreol, Institutriz, “Un plato fácil de comer”.
Las invitadas, tres putas.
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La técnica (al horno, cocido o al pilpil)
Cámara alejada cuando la bacanal llega a su máximo exponente, primeros planos cuando los nihilistas se dan cuenta que hasta creer en morir comiendo es creer en algo. El zoom-out de la soledad. El zoom-in de la irracionalidad.
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El menú
Comer compulsivamente, beber compulsivamente, follar compulsivamente, cagar compulsivamente, vivir compulsivamente. De postre crepés, muy francés.
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Sobremesa
Imitaciones de Marlon Brando. Tangas como parches. Música sensual. Polvos. Charanga y pandereta.
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La digestión
Tras comer hasta vomitar, la mierda revienta. Por mucho que se esconda, la mierda siempre sale. Y si la escondes durante mucho tiempo, puede hasta matarte.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Conclusiones de la velada
Mastroianni huye despavorido al darse cuenta de que todo en esta vida es falso
Philippe es la ingenuidad en persona, un digno representante de la justicia. Ve sólo lo que quiere ver.
La institutriz juega con todos, pero se casa con el juez. La única con los pies en la tierra. La única que sale viva. Ella y los perros.
Las putas (las de profesión y afición) son las únicas verdaderamente hedonistas que quedan en la faz de la Tierra. Juegan con ganas con algo o alguien, pero enseguida se cansan. Son unas apasionadas de lo nuevo y brillante.
Al ver los primeros asados te entra el hambre. Al ver los últimos, te entra la vomitona, con lo que el cabrón de Ferreri consigue su objetivo. Revolverte el estomago.
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“Había un camarero que era mi amigo. Su misión era traerme tres o cuatro cruasanes después de haber follado. Me traía los cruasanes a la escalera, yo acompañaba a la misma a la chica de turno y hacíamos el intercambio: él se llevaba a la tipa y yo me devoraba los cruasanes. Sexo y comida, la noche perfecta” (Antonio, el hedonista perfecto)
Mastroianni huye despavorido al darse cuenta de que todo en esta vida es falso
Philippe es la ingenuidad en persona, un digno representante de la justicia. Ve sólo lo que quiere ver.
La institutriz juega con todos, pero se casa con el juez. La única con los pies en la tierra. La única que sale viva. Ella y los perros.
Las putas (las de profesión y afición) son las únicas verdaderamente hedonistas que quedan en la faz de la Tierra. Juegan con ganas con algo o alguien, pero enseguida se cansan. Son unas apasionadas de lo nuevo y brillante.
Al ver los primeros asados te entra el hambre. Al ver los últimos, te entra la vomitona, con lo que el cabrón de Ferreri consigue su objetivo. Revolverte el estomago.
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“Había un camarero que era mi amigo. Su misión era traerme tres o cuatro cruasanes después de haber follado. Me traía los cruasanes a la escalera, yo acompañaba a la misma a la chica de turno y hacíamos el intercambio: él se llevaba a la tipa y yo me devoraba los cruasanes. Sexo y comida, la noche perfecta” (Antonio, el hedonista perfecto)