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The Knick (Serie de TV)

7,7
11.146
Serie de TV. Drama Serie de TV (2014-2015). 2 temporadas. 20 episodios. Ambientada en el Nueva York de 1900, 'The Knick' se adentra en los pasillos del hospital Knickerbocker de Nueva York, donde el prestigioso cirujano Dr. John W. Thackery, pese a su secreta adicción a la cocaína, lidera un equipo de médicos con el que no duda en sobrepasar los límites de la ética y la moral de su época en favor de la investigación científica. Todo un adelantado a su ... [+]
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
1 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ficción, que consta por desgracia de sólo 2 temporadas (con un final magistralmente cerrado, tranquilos), nos traslada al hopital neoyorquino The Knickerbocker en el año 1900. Una época en que los avances médicos se sucedían con rapidez debido a investigaciones que, en muchas ocasiones, bordeaban los límites de la ética médica. A raíz de las vivencias de los trabajadores de este hospital se nos presenta lo mejor y lo peor de la sociedad de esa época, tratando temas tan diversos como el racismo, las adicciones, la envidia, el machismo, las enfermedades venéreas o, incluso, el aborto o la eugenesia.

Estamos ante una serie atípica, con un gran cuidado por los detalles y personajes, que nos transporta a una época no tan alejada como pudiese parecer. Una época muy diferente en muchos aspectos a la que vivimos hoy en día y, por desgracia, muy similar en algunos problemas que nos siguen ocupando también en la actualidad. Un retrato real y crudo sobre los inicios de la llamada medicina moderna mostrados a través de una serie de personajes con una fuerza y matices pocas veces vista en pantalla.

http://sayonarababyblog.blogspot.com/2020/06/los-limites-de-la-medicina_1.html
Porti
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25 de octubre de 2023
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Tal cual como especifico en el título, de esas cosas que nunca entendí. Nunca entendí como una obra maestra aparentemente se cancela y no se da continuidad a una serie de época, histórica y que a muchos nos dio respuestas a procedimientos médicos actuales, como las cesáreas o transfusiones. Estos son dos ejemplos para contextualizar mi critica que es más bien una protesta enérgica en contra de lo que no sabemos muy bien que es. Es inexplicable para el espectador que no haya una continuidad a una serie tan original y bien ambientada.
Recomiendo ver esta maravilla que nada tiene que ver con lo que a mi opinión son las series médicas ambientadas en la actualidad y que se repiten, a excepción de House.

Un perdida pero las temporadas que están disponibles, son dignas de visionado.
SEPTIMOARTE70
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9 de diciembre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soderbergh es digno de admirarse: su carrera es una continua cosecha de grandes peliculas y es un gusto atestiguar su meteórica filmografia, llena de oscuridades, de coqueteos con el mal, con lo perverso... Con lo humano. Esta serie,
The Knick, podría ser una serie exclusiva para amantes de la medicina, sin embargo, tiene el encanto de los grandes obras: toca la historia y toca la vida. Nos sumergimos aquí a un fragmento en el que todos seguramente tenemos necesidad de detenemos: los padecimientos de nuestros ancestros y la lucha contra el mal traducido este en enfermedades.
Pero también están los decorados, las calles, las camas, el ambiente, el opio, las drogas que surgían, la prostitución dando un aliento especial al relato de lo que tuvo que ser la vida de aquellas gentes en el Nueva York de principios del siglo veinte.
¿Y qué decir de Clive Owen? Uno de sus mejores papeles, sin duda. Para completar, la música de Cliff Martínez nos pone en un lugar extraño, juguetón, como si viviéramos alternativamente entre el relato histórico y un mundo paralelo. Gran serie.
Valetamayo
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2 de febrero de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Knick no es una serie de época al uso (aunque se desarrolla muy a principios del siglo XX), ni un drama médico (aunque efectivamente si hay que clasificarla dentro de un género sería el dramático, y se desarrolla en un hospital). Es una mezcla extraña y bastante original de ambas cosas.

Estamos en el año 1900, en Nueva York, y el Knick del título es el hospital Knickerbocker, que aunque existió de verdad no es exactamente el mismo en la serie, sino más bien “esta inspirado por” o “basado en”. La serie se desarrolla en una época en la que las ambulancias van tiradas por coches de caballos y en las que sus conductores cobran por paciente que traen al hospital (o sea que más les vale traer pacientes que paguen las facturas). Una época en la que la electricidad es todavía casi una atracción de feria y el hospital se ilumina con luces de gas. En la que las anestesias en las operaciones se consiguen durmiendo al paciente con éter y en la que el riesgo de que éste se quede en la mesa de operaciones es bastante alto, o prácticamente cierto por cosas como una cesárea en caso de un parto complicado.

The Knick no es exactamente un hospital de caridad, porque tiene pacientes de pago, pero si que atiende mayoritariamente a obreros y gente de clase trabajadora, entre otras cosas porque las clases más acomodadas de Nueva York empezaron por esa época a mudarse al uptown. Así que básicamente el Knick sobrevive gracias a sus benefactores ricos.

Sin embargo, al frente de los cirujanos del hospital está el doctor John Thackery (interpretado por Clive Owen, lo mejor de la serie) al que todos llaman "Thack". Thack es un cirujano de mucho talento, muy respetado entre sus colegas y muy innovador, perfeccionando, o directamente inventando nuevas técnicas quirúrgicas. Además es bastante arrogante. No es que sea como el Doctor House, pero digamos que no le aguanta tonterías a nadie.

Pero además de todo eso (y esto es otra similitud con House) es drogadicto, en este caso adicto a la cocaína que se inyecta durante el día, y al opio, que fuma por las noches en los tugurios más infectos de Chinatown, mitad prostíbulos mitad fumaderos de opio.

Pero Thack tiene jefes, el Knick sobrevive gracias a sus benefactores y estos (la junta) han puesto al frente de la “obra social” del hospital a Cornelia Robertson, la hija de uno de ellos. Cornelia es una mujer moderna para su época y entre ambos no hay problemas hasta que decide contratar al doctor Algernon Edwards, un médico jóven y erudito formado en Europa, y que se crió con Cornelio porque es el hijo de la cocinera de los Robertson… y además es negro.

Mientras que el resto de sus colegas simplemente lo menosprecian y lo ignoran por puro racismo y por prejuicios (¿dónde se ha visto un negro en un hospital para blancos?¿acaso no hay ya hospitales para negros?), Thack también lo hace, pero por otros motivos: primero es un hombre pragmático y sabe que ningún blanco, por pobre que sea va a querer ser operado por un negro, y menos si el blanco no es pobre, lo que puede repercutir en que el Knick pierda pacientes y los ingresos bajen aún más. Y segundo y más importante porque Thack menosprecia a todo el que no tiene talento, y el doctor Edwards no ha demostrado tenerlo y parece estar ahí sólo por ser amigo de la familia del benefactor. Claro que tampoco le dan a Edwards la oportunidad de demostrar su talento, así que se tiene que buscar la vida.

Esta es digamos la trama principal de la serie: los problemas de Thack con su adicción y los problemas de Edwards intentado ganarse su respecto. Y todo ello salpicado de “casos” en los que se muestra como era la cirugía por aquella época, las limitaciones que tenía, y las técnicas que se estaban probando e inventando más o menos sobre la marcha. Y aquí la serie la verdad es que no se anda con chiquitas y no teme mostrar desde el principio (literalmente desde la primera escena) sangre, vísceras e incisiones con bisturí: supongo que por verosimilitud, pero el caso es que la cámara no se aparta “castamente” cuando el cirujano practica una incisión en un paciente y mete las manos dentro del vientre hasta la muñeca. Así que si sois un poco aprensivos estas escenas os pueden echar un poco para atrás al principio.

Pero no os dejéis engañar. No es una serie gore, y una vez “marcado territorio” de esa forma, esas escenas ya van perdiendo importancia, y la serie se centra en lo que importa: las tramas de los distintos personajes.

Porque además de la trama principal hay muchas más tramas secundarias, y también interesantes: una red de abortos forzosamente clandestinos en aquella época, los problemas económicos del hospital siempre rozando la bancarrota, los problemas familiares de los doctores Gallinger o Chickering, los vicios caros (y los problemas financieros que conllevan) del gerente del hospital, etc.


En definitiva, una serie atípica, muy interesante, que puede que tarde en engancharte, pero que gana con el paso de los episodios hasta convertirse en una buena serie. Ya hay anunciada una segunda temporada de otros 10 episodios para el año que viene,… veremos que tal.

Más en: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com.es/2015/02/the-knick-dr-house-de-principios-del.html
Seldon
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8 de noviembre de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
H.G. Wells dijo en una ocasión que “La historia humana es en esencia una historia de ideas.” Y es que, obviamente, no ha habido un periodo para la humanidad desde el último cuarto del siglo XIX y el primero del XX, donde la condensación de inventos, ingenios y avances técnicos dejase a uno —asombrado— de la trascendencia de otrora, visionarios, que ya apuntaban a nuestro actual siglo XXI. Este primer cuarto, al que hemos bautizado, como el periodo de la tecnología y la comunicación digital. No es más que el siguiente salto, en la validación de todos aquellos prehistóricos proyectos. En el fondo, somos una pequeña —esencia deudora—de aquellos bisabuelos con anteojos metálicos, barbas y bigotes puntiagudos. El cineasta Steven Soderbergh junto a la productora del canal Cinemax (sucursal de la HBO y gran apuesta en Latinoamérica del grupo Time Warner) junto a tres jóvenes guionistas, en calidad de productores ejecutivos; Jack Amiel, Michael Begler y Steven Kantz han creado una de las series más originales, vibrantes y hermosas, en un tiempo donde el talento de Alva Edison iluminaba la babel de los prodigios: New York. Una historia, en torno a un brillante cirujano muy lejano de toda aparatología Made in CSI y diagnósticos vía Iphone.Eso sí, no renegando de sus manos, —bien limpias— con un primitivo fórceps en la izquierda y escarpelo a la diestra. Dueño absoluto del show, nuestro imperioso protagonista es un médico cirujano, perseverante adicto al trabajo y otros placeres inquietantes: el Dr. Thackery. Interpretado con gran solvencia por el actor británico Clive Owen. Asistimos a su ceremonia de cirugías, desde la platea del claustro universitario, donde alumnos y doctores eméritos asisten a las ingeniosas intervenciones. Todos los procesos están recubiertos de un halo realista no apto para estómagos flojos. Bajo una dirección artística milimetrada, donde destaca esa luz oscura, que nos recuerda a un caótico New York de principios de siglo. Desprendiendo un hálito a las crónicas de Herbert Asbury por todos sus rincones. Así como el perverso aroma al viejo western en Deadwood. Tras una secuencia de diez minutos magistrales de Mr. Soderbergh, donde la cámara empieza la acción tras un John Thackery, que se despierta al lado de una mujer oriental completamente desnuda en la cama de un patético fumadero de opio de ChinaTown, de la vieja calle Mott.Sale a toda pastilla del antro, en un taxi-carruaje y se dirige al hospital Knickerbocker (no desvelamos lo que hace, nuestro querido doctor dentro del coche). La cámara se detiene en el friso del edificio hasta acabar en un plano detalle del delantal de faena y ponerse al lado de su mentor; el jefe de cirugía Dr. Jules Christiansen (Matt Frewer). La cirugía que llevan a cabo, es diga de atención por parte de todo aquel que tenga interés en este campo de la ciencia —reiteramos, nuevamente, la excepción de pálpitos aprensivos por la sangre humana— desgraciadamente, la operación es un fracaso y el Dr. Christiansen acaba suicidándome. Su muerte deja a Thackery muy afectado y tras el funeral el reciente consejo de administración— unos nuevos ricos— con aires filantrópicos, los cuales, quieren un nuevo organigrama y una renovación del utillaje y las estructuras arquitectónicas del viejo hospital.Ante el descontento de Thackery y su equipo de allegados. Cornelia vuelve a insistir en Algernon como revulsivo y su prestigio para hacer del Knickerbocker el hospital más puntero de la ciudad de NY. Obviamente, para la época no deja ser sorprendente y algo difícil de encajar esta situación. Sin embargo, no es tan arriesgado, pues, tanto un personaje como el otro se basan en dos viejas leyendas de la medicina de por aquel entonces. Se podría decir que el fallecido Dr. Christiansen y su legado pasaría a directamente John Thackery estarían inspirados en una de la eminencias de la cirugía norteamericana y mundial de aquella época; el Dr. William Stewart Halsted. Un personaje que convivió con auténticas primeras espadas de la comunidad científica de finales del XIX. En el caso del intrigante Dr. Edward, podría estar basado en un cirujano de Chicago—auténtica rara avis—que asombró al resto de especialistas de su época por sus habilidades para la práctica de la medicina de élite; Dr. Daniel Hale Williams. Lo dicho, se agradece el laborioso trabajo de documentación dosis de realismo en The Knick.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jon Alonso
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