Éxodo

La califico como buena porque como película es buena. Tiene muy buen reparto y buenas actuaciones, y es bastante entretenida. Pero yo soy de esos que han leído el libro antes de ver la película, y sinceramente, tiene muy poco que ver. A grandes rasgos dice lo mismo, está claro, y evidentemente entiendo que el lenguaje del cine es muy diferente al de la literatura. Para intentar más o menos plasmar el libro posiblemente debieran haber hecho una trilogía al estilo de "El señor de los anillos". Supongo que eso no salía nada económico en aquella época y que no era muy rentable. Lo que más me fastidia, sin embargo, es la cantidad de cosas que cambian con respecto al libro, supongo que en pos de conseguir algo más dinámico y sintetizar bastante la historia. Como historia épica esta película posee una banda sonora muy al estilo de grandes films religiosos como "Los diez mandamientos" o "Ben-Hur", pero no tiene la grandeza de dichas películas ni de lejos. Seguramente si ves la película sin haber leído el libro disfrutas ante algo bien hecho y entretenido, pero como no es mi caso, reconozco que a mi me decepciona bastante ya que ni profundiza en la historia en sí ni en los personajes. Pero como esto es una crítica de una película, finalmente la recomiendo por ser un clásico al estilo de esa época, con buen reparto y demás. Y desde luego recomiendo mucho antes el libro, del mismo título escrito por Leon Uris, una novela realmente interesante aunque a veces algo previsible por lo parcial que es el autor (siempre por la causa judía).

Película que llega a definir la supervivencia de un grupo de judíos que se salvaron de los campos de exterminio nazis y se embarcaron en un barco de carga con el nombre de Exodus y se dirigieron hacia Chipre, para poder llegar hasta el puerto de Haifa.

Allí crearían el Estado de Israel, enfrentándose el fanatismo de unos contra las lógicas opiniones de otros.

Destacan los papeles de Sal Mineo, aquel sex-simbol de mujeres y gays que fue asesinado a los 37 años y recordado también por su papel junto a James Dean en Rebelde sin causa; John Derek, el que fue creador y marido de Bo Derek, y Peter Lawford, cuñado del Presidente John F. Kennedy y conocido también por El fantasma de Hollywood, Rosebud y El día más largo. Paul Newman, muy jovencito y muy marchoso él.

Aquí se habla de uno de los momentos más decisivos de la Historia Contemporánea y el resultado no es el más acertado -y no lo digo con los ojos de 2023-. Este filme intenta abarcar tantos acontecimientos que hace que la narración se vuelva pesada para el espectador. Desde luego, con todo lo que se quiere contar, tres hora y media de metraje parecen pocas y de hecho lo son.

Esta película sobre el éxodo judío de Europa se centra casi más en los personajes que en la historia. Si tenemos en cuenta que es una cinta sobre la historia, este hecho se vuelve incongruente, ya que el resultado es la dramatización de diferentes historias personales, que no terminan de encajar con los acontecimientos que lo rodean. Es cierto que el conflicto entre israelíes y musulmanes es muy complicado y es difícil presentarlo de manera imparcial. Pero en este caso esa imparcialidad es excesiva, hasta el punto de no ahondar en los problemas que se suscitaban con ese desplazamiento y el nuevo asentamiento. Cierto es que se da una visión negativa de Europa a través de los colonizadores británicos, pero no como la causa del nuevo problema, sino como viejos colonizadores que deben olvidarse de lo que no les afecta de manera directa.

Lo más destacable de la película es el comienzo y la situación del barco Exodus, que podría haber dado para una película entera ahondando mucho más en ese tema y con un resultado seguro que más afortunado.

Desde luego, la realización de esta película en los sesenta fue un acercamiento al mundo israelí en detrimento de todas sus penurias a lo largo de la historia. Pero este tema se merece tener otro representante en el mundo cinematográfico.

Luego de ver esta película, filmada en el 1960, la situación del estado de Israel en el medio oriente sigue siendo la misma, vecinos que no los quieren en la comunidad y divisiones internas en el mismo pueblo sobre el punto de vista de ver las cosas. El film nos presenta como las colocaciones de bombas es tan dañino y efectivo para infundir terror, igual que hoy día en el mundo entero, sirvió de base para la creación del nuevo estado de Israel. ¡Y después se quejan!

El film es recordado por el tema musical de Ernest Gold (1921-1999) y la brillante actuación de Sal Mineo (1939-1976). La película tuvo un presupuesto de $4 millones y generó por la venta de taquillas la cantidad de $22 millones, más $9 millones por la venta de alquiler en los videoclubes, además recibió 10 nominaciones a diferentes premios en festivales de cine.

Lo primero que me viene a la memoria cuando oigo la palabra “Éxodo” es la maravillosa, descriptiva e inmortal música de Ernest Gold, ganador del Oscar en un año de un nivel altísimo en “Originals Soundtracks”: nada menos que “Los 7 magníficos” de Elmer Berstein, “El Álamo” de Dimitri Tiomkin, “El fuego y la palabra” de andré Previn y “Espartaco” de Alex North. Candidatos de impresionante calidad, inolvidables todas ellas. Sobre el film corrieron más ríos de tinta que judíos arañando su billete en “charter” para la tierra prometida, tachada de oportunista, interminable y tendenciosa. A pesar de los heroicos esfuerzos del director de no pisar ninguna de esas baldosas envenenadas que los pro-palestinos, la mayoría en contra del film, denunciaban como panfleto.

Se trata de un drama histórico que recrea la lucha del pueblo hebreo perseguido, exterminado y sin tierra donde refugiarse, la problemática fundación del estado de Israel a cargo del prusiano Otto Preminger, un cineasta generalmente poco valorado, pero trascendente en la historia del cine. Una gran superproducción que rinde homenaje a un pueblo, que se construyó desde la nada y rodeado de enemigos, pero que mantiene sus instituciones modernas y democráticas, una de las pocas en Oriente Medio. Con un excelente guion del ex “black listed”, Dalton Trumbo, sobre la novela de Leon Uris, y con un grandioso reparto liderado por Paul Newman. La película se mantiene como una recreación dramática e histórica que siempre arrastró polémica.

Narra la historia de dos pueblos, el judío y el árabe con un destino, la tierra prometida. En un Chipre soleado, exilio obligatorio de unos 30.000 hijos del Rey David. Desarrollando además de la trama política y de violencia, una trama sentimental protagonizada por la enfermera americana recién enviudada Kitty (Eva Marie Saint). Qué duda cabe que la película no es perfecta, los personajes no tienen el suficiente espesor dramático, ni una auténtica y profunda dimensión histórica ni heroica, le sobran bastantes minutos, y una cierta dimensión moral más convincente. La fotografía de su operador habitual Sam Leavitt es excelente, atrapando la luz del desierto en las tierras palestinas.

En definitiva, el film se erige en apreciable como película de aventuras, cuyo argumento pro-hebreo proporciona una excelente munición para los antisemitas y la izquierda progre europea, que exculpa al terrorismo de Hamás como irremediable ante los villanos del Mossad y la contundencia de la política hebrea. Pero siempre me he preguntado ¿En qué puñetas ha gastado el pueblo palestino, la ingente cantidad de ayuda económica de Europa, durante tantos años? ¿Por qué no hay democracia en los países árabes de la zona? ¿Hasta qué punto fue Arafat una rémora para su pueblo, enfrascado en guerras internas tribales? ¿Quizás las ayudas y la solidaridad no repercutieron en el pueblo palestino por culpa de sus fanáticos dirigentes? Creo que mis reflexiones no son tan descabelladas, no les parece...