Érase una vez (Serie de TV)

Los creadores Adam Horowitz, Edward Kitsis, Greg Beeman, Mark Mylod y Dean White se encargan de dirigir este cuento de hadas de fondo dualista en el que chocarán dos mundos. Del guión se encargan los dos primeros, de ahí el paralelismo con Lost. También fueron arquitectos de la obra atribuida mayoritariamente a J. J. Abrams, y se ve en una gran cantidad de análogas coincidencias y de técnicas visuales y auditivas.

En Once Upon a Time, vemos la lucha entre el bien y el mal, una lucha que será la búsqueda de la justicia desde puntos de vista distintos, probablemente legítimos todos. No me digan que no suena al juego de ajedrez de los del Oceanic. También vemos que desde un mundo de fantasía, propio de los cuentos de hadas donde reina la magia, aparecen personajes que se cuelan en otro mundo paralelo (tal vez secante) mucho más parecido al nuestro, con su escéptica visión de lo místico. Todos los personajes encajan, aunque no recuerdan quienes son debido a la maldición que la "Reina malvada" provocó en todos ellos enviándolos a Storybrooke, un pueblecito en Maine, Estados Unidos.

Emma Swan (curiosamente su nombre es "cisne", ya voy especulando acerca de su pasado como patito feo) es encontrada por su hijo de 10 años que fue dado en adopción al nacer. Juntos vuelven a Storybrooke y comienza la historia. Henry, que así se llama su hijo, tiene un libro que habla sobre todos esos cuentos, y cree que su madre biológica ha de romper la maldición para que todos ellos sean libres de nuevo y no vilmente gobernados por su madre actual, la alcaldesa Regina (reina).

Lo de los nombres es la segunda analogía que veo con respecto a Lost, todos ellos tienen nombres, apellidos u oficios que corresponden con lo que fueron en su vida en el otro mundo. Y además, concuerda con su función dentro de la serie, igual que todos los nombres de filósofos que aparecían en aquella isla y que anunciaban su intención metafísica.

Aparece Blancanieves y su Príncipe encantador, Gepeto y Pinocho, Bella y Bestia, Caperucita y el Lobo, el Sombrerero loco de Alicia en el país de las Maravillas y muchos personajes que todos conocemos. Ellos se entrelazan para dar sentido a la vida en el mundo real, su pasado y la justificación de sus actuales actuaciones. Algunas se resuelven con maestría, o mejor, con capacidad de guión satisfactorio. Pero muchos de los lazos se engendran apresuradamente, sin necesidad aparente, y parecen como teorías ad hoc. Por eso que durante varios capítulos uno dude de seguir con la trama. Impostada y fantasiosa, se aleja de las historias mejor contadas con Jack, Kate, Locke y demás.

Una grata sorpresa fue encontrarme otro guiño con aquellos perdidos, y es que Claire, aquella jovencita que tendría un hijo para ser arrebatado, y que se sentía muy cercana de nuestro hobbit Charlie, aparece como un personaje que, aparentemente, tendrá bastante que decir en la segunda temporada. De belleza pura como ella sola, su nombre indica más que lo que aquí pueda decir yo.

El caso es que no convence en muchos momentos, no parece una serie de seriedad, pero se hace amena y concedes un capítulo más. Cada dos o tres encuentras que lo han trabajado mejor y permaneces atento. Y así ocurre que te tragas 22 capítulos en una semana y piensas: "Hasta aquí, que hay cosas mejores".

Pero, seamos honestos, la puesta en escena, que en ocasiones se les va de las manos y otras padece de infantilismo, es a veces magnífica, y como los acontecimientos se suceden sin parar, atrae saber qué pasará ahora que ha cambiado bastante la perspectiva en los últimos dos capítulos (no avanzo spoiler hasta el final de la entrada).

La banda sonora, floja y discreta, se hace notar en los primeros planos, al terminar acciones, justo cuando algo nos hace preguntarnos algo. Es lo que fuerza nuestra atención, truco propio del cineasta de guión pobre. Y es, además, algo que se repetía en Lost con una frecuencia bárbara. Lo bueno es que allí estábamos con los ojos abiertos como platos sin necesidad de ello. También hay muchos comienzos de escenas con el mismo estilo, con su aparente normalidad y su sosegada presentación de lo que vendrá. Sin duda es la misma escuela, aunque de peor factura.

La serie profundiza levemente en los cuentos tradicionales y les da un giro argumental que provoca curiosidad. La idea de estar narrada en dos tiempos (la realidad y los cuentos) añade un enorme atractivo, el problema es que curiosamente son más creíbles los cuentos que la realidad, donde el puzzle no encaja del todo. Las interpretaciones de los personajes malos están llenos de histriones y gestos muy típicos de las teleseries. He esperado a escribir esta crítica por ver como evolucionaba y lo cierto es que según avanzan los episodios va perdiendo fuerza, eso unido a que Antena 3 pone dos episodios seguidos hace que la audiencia decaiga.
Si acabo valorándola con un 7 es por el trabajo de guión y ya digo en la parte de los cuentos.

Antes de nada, hay que resaltar que Érase una vez es como el sushi, un gusto adquirido que acaba creando adicción y que mucha gente no va a soportar en su vida.

Cuando vi los dos o tres primeros episodios de la serie, la etiqueté como un plagio salvaje de "Fábulas" de Bill Willingham (si os gustan los comics, no deberíais pasar este por alto): a saber, los personajes de todos los cuentos de hadas que conocemos escapan a nuestro mundo huyendo de un mal indefinido y se asientan en Manhattan, donde llevan vidas todo lo normales que cabría esperar. Blancanieves es la administradora del inmueble, el Lobo Feroz es el Sheriff ... lo mejor de todo, el Príncipe Azul, que, claro está, se casó con TODAS las princesas de los cuentos -- no digo más.

Volviendo a la serie, Jennifer Morrison (para mi gusto un poquito inexpresiva, aunque hace lo que puede) sigue a un supuesto hijo que había dado en adopción 10 años antes a un pueblo perdido en Maine donde, según él, viven los personajes de todos los cuentos de hadas y, mire usted por donde, resulta que su madrastra es ni más ni menos que la Reina Malvada. Para más agravio, los padres de Morrison son, supuestamente, Blancanieves y el Príncipe, completando el culebrón venezolano de la familia del crío. Y, por si esto fuera poco, nadie se acuerda de nada porque la Reina los ha hechizado. Con un par.

La serie simultanea lo que ocurre en el mundo de los cuentos con lo que está pasando en Storybrooke y, después de tres episodios de romance azucarado entre Blancanieves -en el mundo real maestra de primaria solterona y envuelta en rebecas horteras- y su príncipe -paciente no identificado en coma en el hospital- se me pasaron las ganas de seguir y me moví hacia pastos más verdes. Meses más tarde, en casa de mi madre -que se engancha a todas las series que yo descarto- pillé varios episodios más y pude ver exactamente donde se separa del universo de Fábulas y, en mi opinión, los puntos fuertes de la serie: el paralelismo entre las personalidades de los personajes en uno y otro universo, la desmitificación de los arquetipos y la forma de entrelazar historias que, en principio, no tenían nada que ver. Y Robert Carlyle, por supuesto.

Yo diría que la serie despega definitivamente en el episodio 11 y que la segunda temporada mejora la primera con diferencia. No obstante, tiene algunos vaivenes que no me acaban de encajar, como las idas y venidas en la redención de los villanos, la introducción de personajes prometedores que, finalmente, sólo aparecen en un episodio o la explicación (inexistente) a algunos hechos de importancia significativa.

En cualquier caso, y a la espera de ver qué hace esta gente en la tercera temporada, me la apunto entre mis favoritas para echar un buen rato.

Es una serie, de carácter infantil pero a la vez un niño no la puede ver. Es una adaptación de cuentos infantiles a para adultos.
Los actores que interpretan un mismo personaje en 2 mundos están muy conseguidos, pero la historia en la que se basa la seria, no es buena.
Hay algunas escenas que tienen una fácil solución pero los directores, buscan soluciones que sean más interesantes y atractivos, y llegan hasta un punto un tanto ridículo.
Los castillos y paisajes del mundo de los cuentos, están muy poco elaborados y a simple vista, resulta ridículo.
No se puede decir que las primeras temporadas no enganchan, pero a partir de la tercera, la serie se hace un poco pesada.
Han hecho un gran parón y esta serie no se emitirá más hasta marzo, me parece demasiado tiempo, y que muchas cosas de la serie se olvidan con el tiempo, y esto puede hacerles perder muchos espectadores.
También hay que decir que el atezo y vestuario están bien conseguidos tanto para el mundo real, como para el mundo de cuentos.

Si se hubiera quedado en una miniserie de la primera temporada le habría puesto muchísima mejor nota pero cada temporada es más enrevesada que la anterior y van cometiendo fallos de guion (normal que no se acuerden de todo). Vas perdiendo interés en cada temporada y ves capítulos por saber cómo podrán terminar todo pero vuelven a enreversarlo y al final dejas de verlos. De verdad que hice un esfuerzo por terminarla pero con cada recurso de guion para volver a la casilla de salida iba cesando en mi empeño.

No sé si acabarán por entender que cuando alargan tanto una serie pierden su esencia y pierden seguidores. Es posible que piensen que ganarán más dinero pero deberían ponerse un límite para no perder su obra por el camino. Es una verdadera lástima.