Boston Legal (Serie de TV)

La serie acabó hace tiempo. Pero sus historias me han gustado tanto que no puedo evitar preguntarme eso. Como si los personajes hubieran conseguido por fin atravesar la cuarta pared y tener una vida real fuera de la pantalla.

Boston Legal consigue muchas cosas. El elenco es brillante hasta decir basta, con un extraordinario Spader, un entrañable a su manera Shatner, un irónico Larroquette, una brillante Bergen... Como ellos mismos dicen, no hay tantas series con varios buenos protagonistas de edad avanzada. Además tratan, entre el punto de locura general de las historias (con ensaladas de palabras y disfraces diversos incluidos), algunos de los temas más serios y controvertidos de su sociedad y, por qué no, de la nuestra. No dejan títere con cabeza. Incluso se atreven a criticar el cambio de día al que la cadena sometió a la serie de manera injustificada. Y finalmente está la amistad como gran protagonista de la serie. No sólo la de Alan y Denny, pero sobre todo la suya. Por encima de la política, del trabajo, de las dificultades.

Claro que tiene fallos. Algunos personajes no llegan a empastar igual que otros. No todas las historias son igual de brillantes. Pero tengo debilidad con Boston Legal. Como serie de abogados no es la mejor (aunque es muy buena), como comedia tampoco, porque no es una comedia... pero es Boston Legal. Pero la suma de cosas llega a ser extremadamente brillante, si eres capaz de sobreponerte a sus momentos de absoluto caos.

Sería una serie de abogados de las muchas que hay en las televisiones si no fuera por estas características que la hacen sencillamente inigualable:

-Los casos que estos abogados atienden parecen salidos de un pozo literario inspirado en lo más extremo de Kafka y de Ionesco: son absurdos, increíbles, inverosímiles. Cada uno supera al anterior en imaginación, en disparatado, en atrevido. Aquí son los guionistas los que merecen un premio.

-En ese bufete ocurren las cosas más inverosímiles, que terminan pareciéndonos verosímiles. El absurdo termina pareciéndonos normal. Aquí los directores tienen gran responsabilidad.

-Los abogados tienen unas peculiaridades personales que les hacen estar fuera de cualquier catálogo. Entre éstos se lleva la palma Allan Shore, el personaje interpretado por James Spader, actor que se hizo muy popular por su participación en “Sexo, mentiras y cintas de video”. Aquí está sencillamente extraordinario, componiendo a un profesional locuaz, imaginativo, culto, sensible y brillante. Y qué decir del abogado encarnado por William Shatner, el capitán Kirk de “Star Trek”, todavía más excéntrico: imprevisible, arbitrario, reaccionario, irreverente..., capaz de echarse un pedo ante el mismísimo Tribunal Supremo. Junto a ellos, Candice Bergen, Mark Valley, Julie Bowen y otros magníficos actores que encarnan personajes también eficacísimos, reconocibles y recordables.

-Capítulo aparte merece la relación personal entre los dos primeros. Diferentes en cuanto a sus ideas y a sus edades, pero amigos de verdad, que comparten todas las noches un rato para beber un vaso de whisky, fumarse un puro y hablar de lo divino y de lo humano. Encarnan un precioso mensaje de respeto y tolerancia.

-Pero, por encima de cualquier otra característica, lo que hace “Boston Legal” algo insuperable para quienes amamos las teleseries, es su capacidad para hacernos pensar. Si hay un teatro y un cine de ideas, también hay una televisión de ideas: ésta. Todos los temas, desde el aborto a la eutanasia, desde el racismo hasta la legitimidad de la política en Estados Unidos, desde la xenofobia hasta la ilegalidad de la invasión de Irak, todos los temas importantes terminan saliendo a colación, estableciendo un debate interesante con el propio espectador y alimentando una conciencia libre y autocrítica.

Por eso, estas palabras de Allan a su amigo Dany en el último episodio de la quinta temporada antes de irse a pescar resumen de manera excelente la ideología que transpira esta magnífica teleserie: “amo este país, pero... a veces no logro reconocerlo”.

Una serie de abogados que está llena de humor simple e infantil pero que sin embargo logra tocar algunos de los temas más delicados de la sociedad. A pesar de que los temas tratados tienen que ver más que todo con Estados Unidos, la manera en que son tratados es bastante universal, cualquier tema se discute con inteligencia y análisis, llevando a resultados no siempre agradables y finales no siempre felices. Pero la serie también equilibra muy bien un impactante sentido del humor que más de una vez te sacara carcajadas, incluso con temas tan delicados como la libertad de expresión, la religión o el aborto. Pero lo que hace este programa tan especial es que está libre de compromisos, no siempre hay una respuesta correcta, pero está escrito con tanto cerebro que nunca sientes que has perdido el tiempo viéndola.

¿Otra serie de abogados ? Si , pero no, evidentemente la trama en la que se sustenta es esa, un bufete y casos que sacar adelante, de lo más variopintos y curiosos, eso si.
Pero no todo es eso, lo que personalmente me atrapa de esta serie es el trasfondo de una amistad mágica, maestro y discípulo, Denny Crane & Alan Shore, no pueden ser más diferentes y parecidos a la vez, esa es la magia, nos hacen reír de manera natural, esa escena de ambos, disfrutando de un puro y un vaso de whisky en la terraza del bufete, comentando los acontecimientos ocurridos durante el episodio, es para mi al igual que para Denny un "momento especial".
Crane, Poole & Schmidt, quisiera trabajar ahí, no hace falta que me abonen un salario, me basta con disfrutar de su compañia.

Esta serie, es un canto a la amistad entre dos varones, opuestos y a la vez, similares, en muchos aspectos. Tal vez, ese es el medio para el cuestionamiento a la política, moral e hipocresía de EEUU. Pasea por todos los temas polémicos de una sociedad, que ha perdido el rumbo por el cual lucharon en los tiempos de la Independencia. El miedo, base de toda la política de una administración republicana, con una oposición demócrata que ni siquiera se mosquea, para retomar el camino a lo que fueron. Eran tiempos de Bush hijo, tiempos donde se demostró que temer es el mejor método para que los ciudadanos dejen sus valores, por temor a ser atacados. No es casual, si lo causal. Hoy, con Trump como presidente, se demuestra, que poco a servido para tomar conciencia del peligro de desaparecer "como faro del mundo". Imagino que diría esta serie en los duros tiempos que hoy vive EEUU y como necesitan creer, en "EEUU Primero". No solo es el temor a ser atacados, sino de crear guerras contra todos, cuando ya no pueden creer "Estan con nosotros o están contra nosotros". Una dura crítica de quienes se dan cuenta, que ya nada volverá a ser como una vez fue. El doloroso transito a ser los segundos en el mundo, con mas enemigos que amigos, y encima, no poder aceptarlo. Para los que podemos tener un amigo/a, con la cual podemos enfrentar nuestros miedos, saber que podemos confiar en esa persona, hasta para nuestra decadencia. "El mal de la vaca loca", para definir el Alzheimer, como cuando era niña, no se podía nombrar el cáncer, y se decía "la papa". Nada es ajeno en esta serie, donde un bufete muy loco, poco serio, donde hay mas locos que cuerdos, y que me ha hecho reír, como pocas veces lo puedo hacer. Y también, pensar. Porque lo que plantea, nos toca a todos. Es global, como se dice ahora a lo universal.