Llegan sin avisar

Rareza, ya que no hay otra forma de describir esta película, mezcla de gore, ciencia ficción, y quién sabe que otros subgéneros más, sobre un alienígena, que caza personas en un pueblo.
La historia hace agua por los 4 costados, primero al no mostrar cuando mueren algunos de los personajes, 2 dejando cabos sueltos, como los chicos cuando el profesor los llevó de campamento, al ser este atacado, y luego ellos perseguidos por el alienígena, no se volvieron a ver.
¿Como hizo el sargento retirado, y loco como una cabra, para hacerse con una patrulla? nadie sabe.
Después, como a la mitad de la película, hay un tiempo muerto enorme, donde 2 de los protagonistas están en una cabaña por más de 10 minutos, donde no pasa absolutamente nada.

Que penita que un argumento tan manidamente atrayente -que no bueno- no llegue ni tan siquiera a inquietar. La carencia de humor en este tipo de producciones resta aún más enteros.

Ya desde el inicio se nos augura un pestiño de cojones, con la ridícula diserción de padre e hijo sobre las bondades de la madre natura y la caza.

Posteriormente aparecen los díscolos y agililpollados jovenes, dos parejitas en cuestión, dispuestos a "macachumbarse" en el lago o donde les venga en gana -y bien que hacen-. La cinta cae empicado.

La irrupción a mitad del metraje de Jack Palance y Martin Landau junto a un final tan cutre, pobre y falto de imaginación, terminan por arrumbar el proyecto al lado más oscuro y siniestro del cine de serie z.