El amigo de mi hermana

Valorando el resultado en términos de recursos disponibles o presupuesto empleado no se puede negar que “El amigo de mi hermana” destaca por una relación entre calidad y precio difícil de batir. Dicen que se rodó en apenas doce días, lo que sin duda pondrá contentos a los espectadores amigos de las estadísticas, de los que valoren una obra por aspectos extracinematográficos o de los que disfruten comparando el rendimiento que Fulanito le sacó a su ínfimo presupuesto con lo mucho que contó Menganito teniendo en cuenta que todo lo rodó en el Polígono Cobo Calleja o con la ópera prima de Zutanita hecho con la cámara de su Xiaomi y un powerpoint. No sé. Personalmente, a la hora de gastar tiempo o dinero, valoro más el resultado, lo que me ofrece la película, que las penurias que se pasara a la hora de rodarla. No soy de los de «Menudo coñazo, pero su huella de carbono fue negativa, así que voy a ponerle un 8»

Y me parece que hay mucho de alabanza a la película por cosas ajenas al producto. En todo caso, es una buena película dentro de su nicho, el cine independiente, para el que busque mucho diálogo y poca acción. Para ser más concretos, “El amigo de mi hermana” gira en torno al valor de amistad en clave de humor, por lo que hay que ir preparado para aguantar mucho abrazo (duales y grupales), mucha frase hecha y muchas buenas intenciones. Hay algo de dramita, pero es sólo para dar contraste, un poco de oscuridad que haga sentir que la luz de la esperanza es más brillante. Una esperanza, para mi gusto, excesivamente almibarada: da lo mismo lo mucho que sufras o lo mal que lo estés pasando porque la amistad todo lo puede y es el punto de partida para la reconstrucción personal, social y romántica. Bueno, claro, con unas buenas galletas caseras, un sandwich de crema de cacahuete y algo de helado de chocolate. Las mismas situaciones y desenlaces que en cualquier episodio de “Friends” pero con hermosos exteriores y más repertorio de poses, morritos y frases de galleta de la fortuna.

¿Bonita? Para los no excesivamente cínicos y descreídos de la vida, sí. ¿Bien hecha? Sin duda. ¿Superficial? Mucho. ¿Sobrevalorada? Diría que sí. ¿Entretenida? Depende de la hora, puede costar no quedarse dormido.

A lo largo de la vida comprendemos que existen circunstancias que están fuera de nuestro control por mucho que nos empeñemos en mantener un rumbo determinado. Incluso a veces, cuando estamos desorientados, la vida se ocupa de llevarnos por caminos que parecen trazados de antemano. Por eso, este trabajo de Lynn Shelton, nos resulta especialmente atractivo al saber combinar el destino de tres personajes que tratan de superar los golpes de la fortuna. A pesar de los elementos melodramáticos de su inicio, la historia está salpicada con situaciones hilarantes que dotan al discurso de un extraño equilibrio entre el drama y la comedia. Con pequeñas y ajustadísimas pinceladas se nos van presentando los caracteres de los personajes, en un triángulo amoroso donde la confusión y el conflicto nos invitan a la sonrisa permanente. Ese tono nos permite asumir más fácilmente las angustias vitales a las que tienen que enfrentarse, combinando escenas de una intimidad poética -¡difíciles de ver hoy en día en cine!-, con conflictos abiertos donde el tempo-edición se convierte en toque magistral. El hecho de que la acción transcurra en un paraje natural de belleza sublime es un elemento que aporta serenidad a los conflictos que padecen los personajes. Así como el trabajo del trío protagonista, repleto de matices; con un Mark Duplas manejándose muy bien en la contención y la réplica, y unas Blunt y Dewitt, excelentes en sus registros íntimos. Con los mínimos elementos, Lynn Shelton ha sabido construir una historia cercana, que nos reconcilia con lo mejor de nosotros mismos, cultivando para ello la fuerza del amor y la inteligencia; dos cualidades que, por desgracia, no abundan en el cine actual.

Una reflexión de lo pequeño, de lo cotidiano, de que un leve empujón puede cambiarlo todo, de actitudes... un guión que sobresale por sus diálogos cotidianos, realistas y un trabajo de personajes que empatiza, y se hace verista por su mezcla de personalidad e interpretación. A veces los grandes argumentos son los que nos pasan, los que tenemos al lado. A veces necesitamos reflexionar para ver, ver para decidir y decidir para ser feliz... No es un alarde de tramas, no es un alarde de puesta en escena... si es un alarde de escenarios y de creatividad. Hay actitudes que llenan, y esta película lo hace... Y la moraleja es el final... oportunidades...

Que el cine independiente sea capaz de esto no es una sorpresa, la sorpresa es que haya llegado a España y encima a colocarla en cartel. El cine independiente, casi el último reducto de los amantes del Séptimo Arte, y con suerte no nos dejan de llegar con obras de una calidad desbordante, “Martha Marcy May Marlene” 2011, “Jeff y los Suyos” 2011 o “Compliance” 2012, son algunos de los últimos títulos que este género nos ha regalado.
La directora Lynn Shelton se ganó un pequeño hueco en el circuito de directores relevantes, al presentar en 2009 la sugestiva historia de unos amigos que se plantean rodar una película gay, “Humpday” fue su título (con suerte, llego aquí en DVD).
Ahora vuelve a mostrar esa parte que parece conocer bien, las relaciones personales. Emily Blunt (“Looper” 2012) y Rosemarie DeWitt (“La Boda de Rachel” 2008) son dos hermana que llevan tiempo sin verse y se reencuentran en la cabaña que tienen en una isla, Mark Duplass, el que vuelve a repetir con la directora, es el que cierra el círculo(triangulo). En aquella idílica cabaña en plena naturaleza, se descubrirán sentimientos y emociones tan importantes como para marcar a cada uno para siempre. Una comedia romántica que desborda frescura, tanto a nivel interpretativo, como a nivel de realización y como no, a nivel de guion. Una manera natural y sin tapujos de mostrar la realidad de lo que sentimos, somos y pensamos. Un relato contado con de forma abierta y sencilla, y es ese el truco, la sencillez… y la espontaneidad de su reparto. Realmente gratificante es ver la naturalidad en el trabajo tanto de la encantadora Emily Blunt, como la fenomenal definición que Rosemarie DeWitt hace de hermana mayor. Y ni que decir tiene que, Duplass borda el papel de treinta y tantos añero que representa.


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Se han vertido ya muchas variadas y acertadas críticas de esta película, así que seré breve y me centraré en algo concreto que me ha parecido curioso.
Quien ha visto la película sabrá que solamente hay tres personajes protagonistas, pero mi pregunta es: ¿Quién de los tres es el personaje protagonista central? La respuesta no me parece baladí, pues creo que ese "final abierto" que nos propone la directora, Lynn Shelton, puede no ser tan "abierto". Me explico. Si se recuerda el último plano sabremos que se nos plantea una pregunta de respuesta "Sí o no". La vida de los tres cambiará si la respuesta es una u otra, pero Shelton nos deja a nuestra elección el imaginar su futuro.

Pensemos en el título de la película en español y en el título de la película en inglés, porque dicen cosas diametralmente opuestas. "El amigo de mi hermana" está centrando todo el protagonismo en el actor masculino, Mark Duplass. El título en inglés es "Your sister's sister", es decir, "la hermana de tu hermana" y de la relación de amistad existente entre Emily Blunt y Mark Duplass (que ella llega a decir que son como hermanos) se infiere que el título en inglés hace protagonista a Rosemarie DeWitt y no a Mark Duplass. Lynn Shelton quiere que su personaje central sea DeWitt y no Duplass.
Para mí es inexplicable el cambio del título pues desvirtúa la respuesta a la pregunta final.
Si Lynn Shelton nos dice que Rosemarie DeWitt es la protagonista, por lógica, la respuesta a la última pregunta es "Sí". Pues no tendría sentido que el protagonismo recayera en ella si la respuesta fuera no.
Con el título en español, la respuesta es "no", aunque sólo sea por contradicción al anterior razonamiento.