Paradise Now

Khaled y Saïd viven desde niños en el territorio palestino ocupado y son amigos desde la infancia. Cada uno tiene sus motivaciones pero ambos han decidido inmolarse en un atentado suicida.

Paradise now trata el tema de los mártires musulmanes con una gran valentía, mostrando el conflicto palestino-israelí desde el punto de vista (que no es precisamente unívoco) de los palestinos. Sin comprometerse, sin tomar partido, intentando entender más que juzgar, el director Hany Abu-Assad crea un mosaico de la vida cotidiana de unos personajes que se nos hacen muy reales: Desde la protagonista femenina, cultivada, de clase alta, pacifista, al maestro que tiene como eje de su vida “comer el tarro” a los jóvenes para que sean capaces de sacrificarse por el país, pasando por el pseudo-ejército organizado o los colaboradores con los judíos, la mayoría de la población parece sufrir una “prisión” toda su vida en un territorio en el que no tienen ninguna oportunidad de futuro, … todo y todos contribuyen a crear un clima axfisiante, incómodo, un vacío que en algunos casos parece que sólo puede llenar la violencia y el suicidio.

Paradise now no hace un análisis frío del problema político, tampoco se implica ni justifica, sólo nos expone la verdad del día a día de una gente que se siente ninguneada, atrapada en una situación humillante y las distintas formas que cada individuo tiene de aceptar o retar esa realidad que se le impone. De este modo, la película se hace auténtica y los personajes reales y cercanos. Otro elemento interesante es el final: una sorpresa que condensa todo el sufrimiento que está causando el conflicto.

Se lamentaba el infeliz, convenciéndose a sí mismo de lo lícito de la barbaridad que se propone perpetrar. Esto es un planteamiento demasiado simple para tener algo de razón: como me están jodiendo, me endoso una bomba en el torso y me llevo a todos los que pueda por delante. No, no lo comparto, y dudo que ningún espectador lo haga.
Pero otra cosa muy distinta es concederle a su discurso el crédito que se merece, porque en efecto, como muy acertadamente señala el guionista, los judíos llevan haciendo bandera de un victimismo rancio desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que les ha dado, al parecer, carta blanca para un sinfín de tropelías cuyas principales víctimas (palabra peligrosa, por cierto) han sido, al menos en los últimos años, los palestinos. Y claro, alguno por ahí señala que la película "es demasiado neutral", sin pararse a pensar que de no serlo, estaría justificando o bien el asesinato y el terrorismo de unos, o bien la barbarie y la tiranía de otros. Y no es plan.
Estamos aquí, pienso yo, para contar lo que pasa, para retratar lo que hay. Que esté bien o mal, o el millón de soluciones fáciles que se nos ocurren a todos para un problema tan increíblemente complejo, eso es ya otro cantar.

Está claro que algo funciona mal en todo ese berenjenal. Y si combinamos ignorancia y vulnerabilidad emocional (gente joven, vamos), desarraigo familiar, pobreza y encima opresión militar, con algunos muertos de vez en cuando, pues terrorista suicida que nos sale. Especialmente, si hay (que siempre los hay) unos listos que se quedan en la retaguardia rezando por las almas de los mártires caídos y convenciéndoles de hacer cualquier locura que ellos jamás harían (puesto que no son ni tan ignorantes, ni tan vulnerables, ni tan pobres, claro).

Lo que más admiro del film es que en menos de hora y media constata todas estas tribulaciones con una tensión y una veracidad con la que soñarían últimamente en Hollywood, que necesitan más de horas para decir namás que gilipolleces. PARADISE NOW puede que se convierta en un clásico del cine 'alternativo' por méritos de osadía, eficacia narrativa y buenas interpretaciones.

Un día escuche decir en un documental a un tipo ante una cámara y que estaba a punto de inmolarse y perder su tesoro más preciado, la vida, algo así como: “Nosotros nos preparamos y morimos para la vida, vosotros vivís para la muerte y morir”.
Bajo esta premisa el director desarrolla un fresco sobre las motivaciones y causas del problema palestino, presentándonos a dos mártires con razones bien distintas: el uno un fanático religioso de manual, el típico estereotipo desde el punto de vista occidental, y víctima de una inmensa propaganda religiosa mamada desde niño; el otro, un tipo con aristas, incrédulo ante las promesas de alguien con mucho menos que perder, pero inicialmente convencido, sobre todo ante las sucesivas humillaciones sufridas por su pueblo en general, y él como persona en particular.
En ambos surgirán las dudas, y al calor de ellas sus personajes van evolucionando, para finalmente cada uno por su lado, y siguiendo caminos y desarrollos diferentes, acabar solucionando.
En este contexto se nos van presentando al resto de los personajes, auténtico y fidedigno retrato sobre el que plasmar la realidad de un conflicto en extremo complejo y muy delicado.
De esta forma aparece retratado con pasmoso realismo ese campo de refugiados, trufado de potenciales mártires, de posibles candidatos para cumplir los presuntos designios de la deidad, víctimas de una cruel, y entre la indiferencia general, pobreza y desilusión anímica y existencial; presa fácil de unos individuos, supuestos profetas de la libertad, que crecen al calor de la ignominiosa desesperación sufrida el pueblo.
Aparecen también los instigadores, los que con sus proclamas reclutan soldados para la causa, que no forman parte, precisamente, de la capa más baja de la sociedad, al contrario, son parte de una élite social y cultural que controlan férreamente la educación de un pueblo analfabeto.
Aparecen también las distintas y diversas opiniones sobre como afrontar el conflicto, tanto los que defienden posiciones pacifistas, para así no retroalimentar una violencia que siempre terminará por revolverse y atacar a la contra, como los que prefieren la lucha en las trincheras de la violencia más descarnada, y alimentar de esta forma una resistencia que termine por conseguir expulsar al enemigo colonizador e iniciador de las hostilidades, aunque, eso sí, todos y cada uno blandiendo la bandera de la dignidad.
En definitiva, honestísima película, que no juzga, que no propone soluciones para un conflicto enquistado bajo profundas capas de odio y rencor, que no justifica, ni expone un único punto de vista para un problema de poliédricas causas y culpables, narrado todo ello con una sobriedad sobrecogedora.
Finalmente, considero que el que haya tenido el placer de contemplar y reflexionar con esta película, estará un poquito más cerca de comprender un problema a todas luces casi incognoscible.

Sin duda una película imprescindible en los tiempos que corren, una película que no justifica ni a un bando ni a otro.
Independientemente del trabajo como película, ésta consigue un resultado sin igual, trata los resultados del fanatismo religioso y de sus consecuencias actuales, un claro ejemplo de la ignorancia que mueve a estas personas y de sus hilos de marionetas movidos por otras cabezas jefes.

Se cuenta la historia de la planificación de un atentado en territorio israelí por parte de palestinos, detrás de tal atentado se ve su planificación y la justificación de los hechos por parte de las cabezas pensadoras del grupo.
Es el ejemplo de la lavadura de cabeza que es llevada a cabo a personas para que estas den su vida para morir por su dios, resulta increíble e impresionante pero los diálogos que vemos en la película es una muestra clara de lo que pasa en la actualidad en los actos terroristas, la violencia como justificación de la libertad, como el único medio para llegar a la libertad.

Con diálogos escalofriantes, la película plantea otros medios para llegar a la libertad de expresión y a un diálogo ético entre los israelitas y palestinos, la película es una aportación para ambos bandos a una formación de personas para que estos entiendan la realidad del fanatismo religioso y las cabezas interesadas que están detrás de esto.
Cruda y real, así es esta película que no deja a nadie indiferente, película que plantea el valor de la vida, que ataca a esas cabecillas o esos jefes que manipulan la mente de sus semejantes para llevar a cabo actos terroristas, tema de actualidad en territorios palestinos y aplicable a todo acto de terrorismo que hoy en día se llevan a cabo independientemente de que se pierda o no la vida en este acto.
Una crítica principalmente dirigida contra esas cabezas manipuladoras y asesinas que promueven una visión de libertad que está muy lejos de los derechos humanos y promueven un futuro lleno de esperanza en un mundo lleno de violencia.

Con unas interpretaciones muy correctas y una puesta en escena correcta sin querer llegar a la brillantez consigue unos resultados espectaculares buscando trasmitir un fin principal.

Esta es sin duda una película más que correcta, pero no logro averiguar que pretende aportar al espectador. Nos intentan explicar la injusta situación en la que se encuentran los palestinos residentes en la Franja de Gaza a través de la frustración de dos jóvenes que no ven otra forma de ayudar a la resistencia que ofreciendo su propia vida. Esta faceta es la que más me sobresaltó del film: los insurgentes palestinos se ven superiores a cualquier aparato militar por el simple hecho de estar por encima de la muerte. Según estos activistas, quien teme a la muerte está por encima de la vida.

Aun así la historia está en mi opinión excesivamente centrada en la pareja protagonista, lo cual no debería ser un argumento en contra del film, pero me parece que este hecho priva al espectador de observar otras facetas importantes para la comprensión total de la situación existente. El horror del que tanto hablan los futuros mártires no se ve reflejado en ningun momento, y tampoco nos muestran a al otra cara de la moneda en ningún momento: Israel

Por tanto, el film se pierde sobre todo en su desarrollo final, en un mar de discursos que no hacen sino adormecer al espectador.