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El acusado y el espía

Drama. Intriga En 1894, el capitán francés Alfred Dreyfus, un joven oficial judío, es acusado de traición por espiar para Alemania y condenado a cadena perpetua en la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Entre los testigos que hicieron posible esta humillación se encuentra el coronel Georges Picquart, encargado de liderar la unidad de contrainteligencia que descubrió al espía. Pero cuando Picquart se entera de que se siguen pasando secretos ... [+]
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2021
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay libros que te cuentan la Historia, cuadros que la ilustran o recrean, pero hay películas que te invitan a revivirla empatizando con ella, y eso es lo que me produce esta excelente película basada en hechos reales, recreada y ambientada fielmente. Narrada con brío y determinación en sus diatribas sobre la corrupción en instituciones como la justicia, el ejército y la política gubernamental en la Francia expansionista de finales del siglo XIX. Porque es evidente, como buena obra de arte clásico, que lo que plantea sigue siendo actual, la corrupción institucional en las esferas del poder forma parte indisoluble de la condición humana, siempre susceptible de caer en la tentación de lo inconfesable en una alta sociedad hipócrita, reaccionaria y hedonista. El “Caso Dreyfus” es una de las páginas más negras de la Historia de Francia. ¡Qué fácil es arruinar la dignidad y el honor de un hombre! Pero cuanto hay que luchar para restaurar el respeto mancillado.

El horrible título español para este film, puede conducirnos a error. “J´Accuse” (Yo acuso) es el famoso artículo de denuncia contra un clamoroso atropello que sirvió de espoleta al escándalo racista de una República cuyos lemas son: La libertad, la igualdad y la fraternidad. El antisemitismo es un tumor maligno e incurable que ha corroído a sociedades y sistemas políticos de todo tipo. Ya lo anunciaba Shakespeare con su célebre obra “El mercader de Venecia”. La persecución hebrea se ha mantenido a lo largo de los siglos, no lo inventaron los nazis. Como otras expresiones del racismo, ha sido un factor de aglutinación, en las sociedades desgarradas por la luchas políticas y sociales, el odio al judío ha unificado a todos sus miembros. A falta de amor, bueno es el odio al chivo expiatorio que era el judío. La historia del pueblo hebreo ha llevado el estigma maldito que le ha perseguido sin descanso a través de generaciones con "gloriosas" cruzadas.

Notable producción, excelente casting, cuidados diálogos y puesta en escena para un París de fotografía pálida, con cielos cubiertos (resulta paradójico que el sol no brilla en la ciudad de la Luz, buena ironía), clima de nubes espesas y frío invernal, que nos convoca a vislumbrar una huella oscura que conmocionó a la sociedad de la Tercera República Francesa. El buen cine no sólo entretiene o emociona, también crea opinión y despierta conciencias. Otra gran película del maestro Roman Polanski al que su origen judío, también le ha perseguido con la desgracia y que no pierde la ocasión en reivindicarse en cuanto puede.

Más reflexiones que completan mi opinión, en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EL ALBATROS
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23 de enero de 2020
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman Polanski vuelve a deleitarnos con su manera de entender el cine a través de una historia real que sucedió en Francia, tejiendo un thriller de intriga bien construido, en un ejercicio de estilo que recuerda al cine de otro tiempo, lo cual personalmente celebro. La espectacular puesta en escena se enriquece con todos los elementos técnicos que dan lustre a la película, y Polanski dirige como en sus buenos tiempos, con un muy buen desarrollo de los personajes y manejando la trama con buen temple.

La película navega con sobriedad y contundencia, aunque los flashbacks en esta ocasión dificultan un tanto la inmersión del espectador en el film. Polanski nos va sumergiendo en las oscuras intrigas del ejército francés de la época a través de la investigación del teniente coronel Picquart, y lo hace de un modo firme y templado, con decisión y sin recurrir a efectismos.

Entiendo que haya gente que no le guste. Es una película francesa, dura algo más de dos horas, narra unos hechos antiguos que aparentemente no nos conciernen, no hay violencia, ni sexo, ni chistes, es una película que tienes que poner de tu parte para seguirla con interés. Pero me parece una obra muy bien construida, perfectamente ambientada y no se le puede poner un solo pero a nivel formal. Y a mi, incluso me interesó la historia y su desarrollo.

La presencia del personaje femenino interpretado por Emanuelle Seigner, que puede parecer que no aporta gran cosa a la historia, para mí es todo un acierto, pues nos permite conocer el lado íntimo y humano del protagonista de la película, a quien en todo momento vemos en su faceta profesional y militar, y solo en las escenas con Seigner podemos conocer a la persona que hay detrás del uniforme, y entender así sus motivaciones y su forma de actuar.

A mí me ganó la película desde el principio. Tiene un arranque muy potente, con esa escena inicial en el patio militar, con ese plano general en el que los soldados franceses llevan a cabo la degradación del oficial Dreyfus, que es despojado de sus galones y condenado allí mismo de un modo ceremonialmente humillante para un militar.

Quizá la última parte del film sea la que menos me convence. La parte en la que se enjuicia a Emile Zola, y luego de nuevo a Dreyfus, creo que podría haberme fascinado mucho más de lo que lo hace. Supongo que se trata de contar las cosas como fueron, pero de todos modos el final me dejó un tanto frío.

El ritmo es ágil, quizá demasiado, en una historia que salpica a muchos personajes y muchas situaciones. Tal vez un ritmo más pausado habría hecho que prendiera mejor la trama en el espectador, pero entonces se habría alargado demasiado el metraje. Quizá se pretenden contar más cosas de las que requieren los cánones cinematográficos habituales.

Ese ritmo alto y por momentos irregular, me parece lo más criticable de la película. Al margen de la traducción del título que se ha hecho en España, pero bueno, eso ya es una guerra perdida.

Por lo demás, a mí me ha gustado. La recreación de la época es deslumbrante, pero siempre está al servicio de la historia, nunca por encima de ella. Las imágenes son muy poderosas (Polanski, amigos) pero esa rotundidad estética no nos distrae de lo que nos está contando. Una película irreprochable en la que todo está cuidado hasta el último detalle, que me recuerda lo brillante que es mi director polaco favorito.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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10 de febrero de 2020
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que he de comentar aquí es que no estoy de acuerdo con la crítica del Sr. Victor Esquirol de FilmAffinity. No creo en absoluto que el film corresponda a una necesidad del autor de "pasar cuentas -personales- con el presente y blanquear su maltrecha reputación." Creo que el pasado de Polanski es agua ya debajo de un puente y estoy seguro que así lo siente el mismo Polanski. En cuanto a su reputación, la referida a su trayectoria como cineasta es intachable.

Volviendo al film: la considero un gran documento de un suceso histórico que siempre me había interesado y que es aquí retratado con gran realismo y fidelidad a los hechos. El casting, la recreación de la época-actitudes, el tratamiento de los personajes, (del que hablare un poco más en la zona spoiler) y el ritmo de la peli me parece de 10. No hay que considerar el caso Dreyfus como algo aislado, sino dentro de un devenir histórico más amplio. Recordemos que fue este suceso el que llevo a Theodor Herzl a concluir que los judios jamás serían bienvenidos/integrados en las ciudades/sociedad Europeas, y le motivo en última instancia a fundar el Zionismo, con todas las implicaciones y ramificaciones que eso ha tenido y tiene hoy en día.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
hugonote
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24 de julio de 2020
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
J'Accuse (que aunque acá se llame 'El Oficial y el Espía' se traduce literalmente a 'Yo Acuso') es la película más reciente de Román Polanski. Esta trata sobre el cómo los medios de comunicación y la propia justicia son capaces de crear chivos expiatorios y manipular situaciones con tal de perseguir sus propios objetivos sin importar la imágen (o hasta la vida) de los involucrados. Para hacerlo, se apoya en el famoso caso Dreyfus y marca un paralelismo bastante sutil con el escándalo que envolvió al propio director.

Polanski ya se había comparado con Dreyfus en alguna ocasión en el pasado aunque acabó por retractarse ya que si bien hay similitudes entre los dos casos, existe una diferencia bastante significativa entre un pedófilo confeso y una víctima del antisemitismo al que se quiso acusar de un crimen que evidentemente no cometió. Muchas veces se propone separar a la obra del artista, pero hay películas que están tan ligadas a la identidad de su director que hacen esto imposible. Es el caso de esta película.

Es difícil no pensar que la gente durante la primer escena de la película que asiste a la sentencia de Dreyfus (y más adelante quienes reaccionan a la carta abierta de Zola) con el único fin de pedir su muerte no es una representación de cómo Polanski percibe a los responsables de su cancelación. El director manifestó varias veces su descontento con el trato que recibió por parte de la industria hollywoodense. Su argumento siempre fue que todos lo hacían y él solamente fue el boludo al que lo agarraron. Con esto expone que quienes se niegan a financiar o premiar sus películas escudándose en argumentos morales, sí financian y premian cine de otras personas que han echo cosas peores que él con la única diferencia de que nosostros no lo sabemos. Lo que a su vez significa que la "semi-censura" hacía Polanski no se debe a motivos morales, sino al miedo a repercusiones económicas o sociales.

Habiéndo ya establecido lo desafortunada que fue en su momento la comparación Dreyfus/Polanski, sabiendo todo esto es fácil establecer un paralelsimo y entender en cierta forma lo que puede llevar a este último a sentirse identificado con el primero. Es más, la propia Samantha Geimer (víctima del director) llegó a defender en cierto modo a Polanski varias veces. Cuenta que si bien ella tenía 13 años y él 44 al momento de suceder la violación y deja en claro que lo que le hizo (Polanski a ella, obvio) es imperdonable se lo mire por dónde se lo mire y que nadie debería pasar lo que ella pasó, muchos medios y organizaciones políticas tomaron su caso y la martitizaron con el fin de servir a sus propios fines, mientras que ve a Polanski como "producto del sistema corrupto de Hollywood".

Los Oscars, por ejemplo, no tuvieron ningún inconveniente en premiar a Polanski en el 2002 por El Pianista. Hace casi 20 años de esto pero Polanski se declaró culpable en el 77' (25 años antes de ganar dicho premio). Así y todo, resulta bastante improbable que el director vuelva a conseguir algún tipo de nominación. Me parece que no hubiese estado de más la presencia de J'Accuse entre las nominadas a mejor película del año pasado. Es más, lo hubiese tenido más merecido que la mitad de las nominadas y hubiese expuesto lo tibia que es la crítica de otras películas que sí se contemplan en estos premios como, por ejemplo, Jojo Rabbit (obviando que, cinematográficamente hablando, no hay punto de comparación entre la cinta de Polanski y la de Waititi).

Técnicamente muy cuidada, el trabajo de Polanski es muy destacable, las actuaciones son sólidas, la fotografía es interesante igual que la banda sonora de Alexandre Desplat. La peli abarca un proceso que duró como una década y resulta muy dinámica. De lo mejor del 2019, es una pena que no haya tenido una mayor repercusión.

Sería muy fácil para mí ahora terminar la reseña como un señor mayor enojado señalando con el dedo que movimientos como el #MeToo están matando el cine, que somos víctimas del marxismo cultural, que todo esto es un plan de George Soros para volver homosexuales a mis hijos y esas cosas que clama la derecha en busca de tener algo de lo que quejarse. Pero después de casi defender a Polanski en una reseña entera me parece importante aclarar que movimientos como el #MeToo tienen por objetivo terminar con este Hollywood corrupto y que está buenísimo que finalmente se estén revisando estas actitudes que fueron muy naturalizadas durante tanto tiempo. Lo único que me parece importante resaltar es lo hipócrita que es financiar, premiar y distribuir a unos violadores y no a otros, demostrando que el hecho en sí no les importa realmente, y solo pensando en su propio beneficio.

Es importante que nosotros como público podamos decidir si ver o no una película, y que esta desición no caiga finalemente en gente que vela por sus intereses intentando disfrazar esto con un moralismo muy básico.

En resúmen, vean El Oficial y el Espía. Vale muchísimo la pena.
Emanuel Masio
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29 de enero de 2020
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título original del film, «J’acusse», fue también el titular del famoso artículo de Émile Zola, en el que denunciaba la conspiración contra Dreyfus, que acabó por llevar a juicio y a ser condenado al emblemático escritor francés.

En esta obra Polanski deja su más genuino sello de director consagrado; un film de corte histórico y una puesta en escena que reconstruye los tiempos de final del siglo XIX en París. Época en la cual se forjaba la capitalidad cultural de la urbe de la luz, entre las heridas sin cicatrizar de la derrota en la guerra franco-prusiana de 1870. Como es sabido, dicha derrota provocó la caída del Segundo Imperio (Napoleón III). Tras ello, se proclamó la III República, posteriormente a las convulsiones del levantamiento de la Comuna de París.

La cosa es el que capitán francés judío Alfred Dreyfus es acusado y procesado de traición por espiar para Alemania, la natural enemiga de Francia. Por ello fue condenado a cárcel en perpetuidad en la Isla del Diablo, Guayana Francesa. Hubo testigos corruptos que hicieron posible esta sentencia y humillación. Pero un oficial, el coronel Georges Picquart se entera de que se siguen pasando secretos militares a los alemanes, lo cual lo introduce en una maraña de falsedades y corrupción.

Roman Polanski aborda la historia como lo hacen los grandes directores, una narración sobre la investigación del caso Dreyfus minuciosamente llevada, tanto lo transparente, como lo turbio de sus lineamientos argumentales, y con una lectura rigurosa de los hechos históricos. La cinta mantiene la atención del espectador en la carrera por desvelar la verdad. Un proceso que duró casi doce años, con un minucioso trenzado de complots, juicios y hasta duelos. Todo un ejercicio de intriga histórica. El guion de Roman Polanski y Robert Harris, adaptación de la novela de este último: An Officer and a Spy (2013), es de los buenos.

Polanski con esta película pasa ya a ser definitivamente un clásico, el padre de toda una obra cinematográfica inteligente y superlativa, que ha puesto con esta cinta su última guinda, por ahora.

De otro lado, el relato está muy pensado por Polanski; como dice Boyero: “Apela al cerebro de los espectadores, a su reflexión, no a su desborde emocional”. Lo que provoca el film y el razonado desenlace ante tanta injusticia, es la desconfianza en el poder y la indignación. Es pues que Polanski no apunta al corazón sino al raciocinio, a la razón.

Principal en el reparto es el oscarizado Jean Dujardin, que encarna a Picquart de forma sobria y contenida. Acompañando una pléyade de actores integrantes de la comédie-française que van haciendo su desfile por la pantalla con sus uniformes y sus imponentes mostachos de época.

Hace ahora cincuenta años que la esposa de Polanski, Saron Tate, fue brutalmente asesinada a manos de la “familia criminal” encabezada por James Mason. De otro lado, Polanski, como es sabido, es un hombre requerido por la justicia USA por supuestos abusos sexuales a una menor en 1977. Su esposa, Enmanuelle Seigner habló en la rueda de prensa de la Mostra sobre “persecución” y declaró que “Polanski ha sufrido el mismo hostigamiento que Dreyfus”. Así pues, podemos pensar en un Dreyfus como si fuera el propio Polanski, superviviente del gueto judío de Cracovia, no lo olvidemos. Este es el punto en que confluyen los caminos. Más aún por cuanto la sociedad nuestra no ha cambiado mucho de la que relata el film y sigue siendo tan antisemita, intolerante y xenófoba ahora como antes. Por lo tanto yo digo: “he comprendido Roman y te aconsejo que a tus 86 años no salgas de tu zona de confort, para evitar acabar en la Isla del Diablo. Muchos te querrían ver ahí, acompañando al ectoplasma de Dreyfus”.

Y a pesar de todo lo que ha pasado este genio del celuloide, a mí me consuela escuchar sus palabras cuando declaró: "Por paradójico que parezca, si los acontecimientos de mi existencia no hubiesen sucedido tal como lo han hecho, no tendría a mi familia. Tendría otra cosa, y no quiero otra cosa. No pienso renunciar a eso por cambiar el pasado". Grande, genio, humano.
Kikivall
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