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La misión

Aventuras. Drama Hispanoamérica, siglo XVIII. En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons), sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace ... [+]
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Críticas 168
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las joyas en la historia del Cine. Una banda sonora celestial, del maestro Morricone. Una fotografía magnífica e inolvidable. Y el tema de la Fe cristiana usando como escenario el contexto histórico, puede que bastante preciso...

El padre Gabriel ( Jeremy Irons ) es un soldado de la Cruz, un soldado de Cristo. Rodrigo Mendoza , otrora esclavista, es un hombre realmente arrepentido que decide también convertirse en soldado de la Cruz.
Ahora sus armas no son la fuerza del hierro y de la espada, ahora sus armas, como las de el padre Gabriel, son armas espirituales: El amor, la bondad, la Fe, la esperanza. Y qué mejor forma de demostrar ese cambio radical que irse a la selva a pasar el resto de sus días haciendo al bien a aquellos a quienes tanto hizo el mal.

Hasta ahí la historia es hermosa, ideal para un final feliz.
Pero la vida es amarga, y pareciera que gobierna la injusticia, que el mal aplasta al bien.Y la historia de la conquista de latinoamérica no es la excepción. Por lo contrario, es conspicua la cantidad de injusticias que sufrieron los nativos americanos.

Lo cierto es que , bajo este despliegue de belleza fílmica, de escenografía perfecta, de música celestial, de excelentes actuaciones, subyace en la trama la complejidad moral y práctica a la que se enfrenta el hombre de Fe , el hombre inclinado a lo espiritual cuando es llevado a situaciones extremas:

Se debe defender a los débiles por medio de la fuerza ? . Será que Dios permite, o incluso hace un llamado, para que en una situación extrema de injusticia contra los débiles y los indefensos alguien use la violencia para protegerlos en vez de solo poner la otra mejilla?

Esta disyuntiva es una de las ideas más profundas en toda la película: Pues tanto el padre Gabriel y Rodrigo Mendoza , eran hombres de Dios, hombres indiscutiblemente valientes, hombres dispuestos a morir por la causa, ambos eran soldados, ambos , a su manera, llevaron hasta el final la Cruz y la Espada.
elcreador3d
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24 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo escribir una crítica sobre esta película ya me pone la piel de gallina.

Una banda sonora digna de Oscar de Ennio Morricone y unas actuaciones sublimes de Jeremy Irons y Robert De Niro y un secundario de lujo como Liam Neeson.

La escena de la penitencia de Rodrigo De Mendoza (Robert De Niro) y la liberación de su carga debería exponerse en cada clase de interpretación que se imparta a lo largo del ancho mundo.

Una película que conmueve hasta el último ápice del alma que hace que reflexiones que te hace emocionarte y sobre todo valorar una joya del cine como esta.
jorgepucela
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2 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces, se habla más sobre la religión argumentando sus sacrificios que resaltando sus virtudes.
Se nos machaca la cabeza con los "no" y los "prohibido", hasta que se consigue dejar de lado la modesta belleza del compromiso personal.
Cuando la verdad es que, para muchos, el catolicismo no es tanto promesa de una vida tras la muerte como la seguridad de hacer lo correcto y necesario en la propia vida.

'La Misión' consigue, de manera muy sencilla, encapsular todos esos pequeños matices, las más de las veces relegados a notas de pie de página, e intenta devolverles todo el valor que deberían tener en el alma de una persona.
Llama la atención que, de hecho, en ningún momento de la historia haya apenas ninguna referencia cristiana, ninguna enseñanza aleccionadora: el sorprendente mensaje de la película tiene más que ver con cómo perciben el cristianismo sus personajes que con cómo lo podrías percibir tú.
No hay ningún ejemplo a destiempo, ningún mártir por el que llorar, y todo reviste una sencillez que llega por la honestidad con la que parece capturada.

La misma que recorre sus primeros momentos: nada más honesto y puro que una carta narrada en off sobre la impresionante vista de las cataratas de Igazú, que habla de hechos pero en realidad busca hablar de personas.
Gente como el padre Gabriel, que habiendo conquistado las cataratas, y en vez de traer la usual violencia, decide sentarse en un claro a merced de los indios guaraní, simplemente tocando música. Los indios en primer momento le amenazan y violentan (el hombre blanco) pero después, con ninguna palabra de por medio, aceptan su mensaje y amistad.
Uno de esos momentos en los que puede más lo que se hace que cualquier cosa que se pueda decir.

Lo mismo pasa con el otro protagonista de la historia, Rodrigo Mendoza, un violento cazador de esclavos entre los indios que, a merced de su dolorosa e imborrable culpa, decide machacarse el cuerpo casi tanto como el alma, poniéndose a levantar toda la carga física de su conciencia (su armadura esclavista) a lo largo de barro, tierra y jungla.
Los indios le encuentran, le reconocen y le insultan después. Amenazan con matarle, ahora que está desválido y completamente perdido, y a él no le importaría. Pero entonces, sin que nadie lo pudiese preveer, decidan darle la mano.
Y llora Rodrigo Mendoza su carga, una tan grande y tan dolorosa que solo sus supuestos enemigos podrían haberle quitado con un acto de amistad tan imposible. Otro ejemplo de que valdrá más lo que se hace, y lo que se calla no hace falta expresarlo.

Tras sendos ejemplos de buen sentimiento, organizados en torno a la fe pero nunca dependiente de ella, llegarán los portugueses a discutir con los españoles su trozo de tierra, en donde está situada la misión de San Carlos, ahora convertida en un imposible oasis de convivencia y comunicación.
Es asombroso como responden Mendoza y Gabriel a las provocaciones del enviado portugués: mostrando, sin ansia ni provocación, que dentro de las misiones el cristianismo es solo una excusa para salvar la vida a personas desplazadas dentro de su propia tierra. Cuando llegamos a San Carlos, la música lo transforma en una suerte de edén primigenio, rodeado de vegetación y felicidad, que parece merecer mucho más la pena que se conserve frente a inútiles disputas de tierra.
De nuevo será la violencia de los hombres la que ignorará su belleza, y Mendoza el único padre que se planteará hasta donde llega la fe que él pretende defender.

Es en ese momento cuando 'La Misión' sigue fiel a sus principios, manejando la posibilidad que nunca hemos visto: San Carlos merece defenderse, aún a costa de una supuesta integridad cristiana que deja de tener sentido en tiempos de necesidad.
¿Lo haríamos nosotros? Depende, quién sabe. Pero Mendoza, Gabriel y allegados lo hacen porque saben que solo ellos pueden hacerlo, y porque merece la pena devolver ese gesto de amistad desinteresada que les mostraron los guaraníes, cuando ambos estaban perdidos a sus respectivas maneras.

En su final, la historia habla de grandes decisiones, pero también de sacrificios.
Los que ambos se hacen por una causa buena y justa, no importa al amparo de que ideología crezca.
Pero también los que se hacen porque acabó el tiempo de las palabras, y solo ciertos actos tienen sentido.
Exactamente lo mismo que ha ocurrido desde el principio, entre hombres con más alma humilde que ambición.
Charles
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10 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en unos oscuros hechos acontecidos en plena selva sudamericana a mediados del siglo XVIII, Roland Joffé, director de otra gran denuncia contra las injusticias como es la memorable "Los Gritos del Silencio" (The Killing Fields, 1984) llevó a cabo ésta película que mezcla religión, cine de aventuras y drama. En su momento el film fue muy aclamado por adecuar perfectamente una ambientación tan salvaje y natural como las cataratas de Iguazú y sus alrededores para fraguar un proyecto de visión obligada, por así decirlo, para las clases de religión e historia que se imparten en las escuelas e institutos por el cuidado tratamiento histórico y a la vez insisto, religioso que bordea el tema.

Sin recaer en la pedagogia propia de un film que pretende denunciar a lo lejos la represión y la esclavitud, Joffé se aferra a unos hechos en concreto dejando aparte las interpretaciones secundarias que se pueden ofrecer alrededor de las atrocidades que en términos generales sometieron los colonizadores al Nuevo Mundo y que la poderosa palabra del Señor tampoco podía quedar impune. En la película se trazan unas líneas de conflicto que aparecen cuando la Iglesia juega un papel a la vez de intermediario y parte implicada en un conflicto contra dos países como España y Portugal, mientras que en Europa la Santa Sede empezaba, así como las monarquías, a ser cuestionada por la llegada de los Ilustrados en Francia. Al otro lado del mundo se cocía otra guerra de intereses en que el espíritu humano y la propia Fe jugaban un papel muy en su contra por culpa de la desesperada y malherida máquina de Poder de potencias en decadencia como el Reino de España y Portugal.

La redención (bordada por el papel que asume Robert De Niro en el mercenario Rodrigo Mendoza) es tabmién uno de los focos centrales de la película que insiste en enfatizar su mensaje cristiano de adoctrinar amablemente en un argumento eficiente en que juega un papel destacado la figura del jesuita interpretado por un convincente Jeremy Irons con un entonces desconocido Liam Neeson a su lado. Para darle más belleza a éste Edén en la jungla, Ennio Morricone puso buena nota a la banda sonora.
Natxo Borràs
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16 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me declaro absolutamente fan de esta mítica cinta que refleja maravillosamente el pecado mundano, la redención, lo mejor y lo peor de la especie humana. Con De Niro y Irons en lo mejor de sus carreras, haciendo ambos dos de sus mejores papeles sin ninguna duda. El resto de secundarios (o de reparto) absolutamente a un nivel impresionante, sobre todo Ray McAnally y Aidan Quinn, porque lo cierto es que Liam Nesson prácticamente hace de figurante.
¡Qué decir de la banda sonora!... De la fotografía, la ambientación, el vestuario, el sonido (especialmente memorable).
En realidad, la valoro con un 10 porque, a sabiendas de que debe tenerlos, yo no he sido nunca capaz de encontrarle fallos que la desmerezcan en ninguno de mis visionados. Quizás cierto peso religioso del que algunos críticos no sean capaz de abstraerse, den una orientación al filme que no guste. Pero, desde mi humilde punto de vista, absolutamente imprescindible.”
Jarrison Four
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