El circo maldito

Balada triste de trompeta es una película que cuando sales del cine no sabes muy bien que decir de ella. Tanto yo como mis acompañantes nos hemos quedado un momento en silencio sin saber muy bien que decir.

Ahora que ha pasado una hora creo que ya puedo decir algo más. Es una locura de película, creo que a Aléx de la Iglesia se le va cada vez más la cabeza.

La película arranca muy bien y te engancha, incluso aunque mete el tema "poco tratado en el cine español" de la guerra civil, te lo hace desde otro punto nunca visto y te entran ganas de seguir viendo más a ver que pasa.

Pero a partir de ahí la película es una locura tras otra y muchas sin sentido. Giros de guión y situaciones forzadas y algunas sin mucho sentido.

Unos personajes que no sabes muy bien sobre que pie cojean, que eso para hacer un personaje intrigante está bien, pero aquí abusa demasiado y no sabes ni en el final quien está con quien.

Lo que falla en la película es el guión. Porque la fotografía está muy bien, la música y el sonido es brillante, los maquillajes y efectos especiales son de lujo. La verdad a ver cuando nos daremos cuenta de que en este país tiene profesionales de sobra para poder hacer películas más de género y efectos especiales.

Los actores muy correctos, del trío principal quien está peor es Carolina Bang, pero más que porque haya hecho una mala actuación, creo que es porque su personaje está peor construido y no te lo crees en casi ningún momento.

Pero, lo que falla es el guión. La dirección y toda la parte técnica y artística están muy bien, pero falla en lo principal.

Si os apetece ver algo diferente de lo que suelen ser las películas españolas, ir a verla porque os va a sorprender y entretener. Pero no esperéis cosas con mucho sentido.

Alex de la Iglesia pretende hacer una peli de Tarantino pero se queda en el intento. Intenta crear un icono del cine español con el payaso con la metralleta cargándose a cien personas, con la escena del Valle de los Caídos, pero falla en crear una historia creíble.

Llega un momento en que la tensión de la película simplemente no existe. El bueno de repente es malo, el malo de repente es bueno, y luego todo vuelve a cambiar. No te identificas con ningún personaje, y llega un momento en que te da exactamente igual lo que pase. Y, claro, como son dos horas de película, los últimos 20 minutos estás deseando que termine todo ya.

Además, esa sucesión de planos cortos hace que te sientas ahogado, que no sepas dónde estás e intentes buscar un poco de perspectiva y de oxígeno. Por ejemplo, el circo está dentro de una especie de callejón que hace que nunca te creas que es un circo.

Y sin mencionar fallos tan calamitosos como paquetes de tabaco con mensajes de "Fumar mata" (se supone que estamos en los 70), saltos de 35 años (de 1937 a 1972) que no afectan en la edad de los personajes, actores poco creíbles en papeles dramáticos (Santiago Segura y Carlos Areces) y un actor poco creíble en ningún papel (Fernando Guillén Cuervo).

Grandísimo inicio de película, buenos primeros 20minutos, exactamente el punto opuesto al resto de la película, un intento de Kill Bill sin ritmo, con zooms sobrantes en planos violentos y una persecución interminable que obliga al espectador a desear el final. Alex de la Iglesia nos ganó a muchas personas con películas como "Acción Mutante", "El día de la bestia" y "La comunidad", después no ha tenido nada realmente bueno. Lo dicho, una pena, ya que una historia de un circo durante la Guerra civil española y posteriormente podrían haber dado una película sorprendente y muy interesante: no es así.

Hace años cuando a nuestro profesor de interpretación le contábamos una idea "genial" que se nos había ocurrido para un espectáculo y que podíamos expresarla en dos minutos siempre nos contestaba: "no me lo cuentes, hazlo". Venía a decirnos con esto, aquello de que: "del dicho al hecho hay mucho trecho". Creo que a Alex de la Iglesia le pasa un poco esto. Por su cabeza bullen ideas, imagina mundos y personajes a los que encajar en escenas clásicas que otros directores hicieron y a los que admira. Todo ello sazonado con su particular sentido del humor y estética cutre-friki a la que le viene muy bien una España hortera y marginal bajo el yugo del franquismo mas rancio. Pero como decía el profesor, hay que hacerlo, y no basta con rodearse de buenos actores (la mayoría) y un buen equipo técnico. Hay que desarrollar una buena planificación sobre un buen guión y un director que no solo copie y pegue planos de la historia del cine, sino que tenga esa "chispa", ese algo que le convierte en creador y no en un operario manipulador de recursos, por otro lado muy caros.
Desde El día de la Bestia el de la Iglesia director viene viviendo de sus rentas, de sus buenas ideas (Muertos de risa, La Comunidad, 800 balas) que quizás en manos de otros directores mas dotados hubieran sido geniales.
Esta Balada, ni es triste, más bien patética en el peor sentido, ni es balada, quizás alguna de las canciones horteras que aparecen en la película, y la trompeta suena a corneta cuartelaría, a llamada chusquera para liarse a tiros en una de serie B o de Robert Rodriguez que viene a ser lo mismo.
Respetando todas las ideas creo que el cine español debe ir por otros caminos que no estos que bajo apariencia novedosa huelen un poco al mismo rancio de la España que reflejan.
jcelziete.blogspot.com

¿Vieron esos actores, Jim Carrey por ejemplo, a los que hay que "atarlos" y/o contenerlos en las filmaciones para que no se vayan de mambo? A Alex de la Iglesia le pasa lo mismo, es tal la intensidad de sus historias que todo el tiempo rozan la catástrofe, la caída de todo orden. El antes y el después de un estado procesado a los tumbos.

La locura está en toda su filmografía: aquí se haya representada por dos sujetos en disputa de una mujer. Esa mujer simboliza a España. ¿Quién se adueñará de España? ¿El payaso feliz, que admite ser un asesino? ¿O el payaso triste, en medio de su rencor, de su solapada venganza? La peli inicia con unas risas siniestras infantiles, son el pulgar en alza para presentar a una España depresiva, sanguinaria, en donde dos payasos sirven como contrapunto ideal para un yo desintegrado y/o desfazado, dividido para siempre en dos partes irreconciliables.

Pero de la Iglesia no se sabe frenar, meter el freno de mano y darnos un respiro frente a ese montaje histérico. Su labor es tán histriónica que se adentra en la obsesión de los payasos...y allí la historia va perdiendo significación social e histórica, allí la historia se enamora de sí misma y asistimos al duelo entre dos payasos al borde de la locura por una mujer. Tanto se pierden los estribos que hasta el montaje refleja el extremismo: o son planos detalles o son planos generales y "algo" en el medio se pierde por falta de contención.

La mesura...eso que le falta a este director para llegar a su perfección personal.