Haz click aquí para copiar la URL

El síndrome de China

Intriga Al hacer un reportaje rutinario sobre el funcionamiento de una central nuclear, una reportera de televisión y su fotógrafo descubren un posible accidente que puede poner en peligro la seguridad de la planta y de la ciudad de Los Angeles. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
13 de enero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El llamado, Síndrome de China, es, al parecer, una inexacta teoría según la cual, si el material fundido de un reactor nuclear norteamericano se fugara de las barreras que lo contienen y consiguiera expandirse, podría llegar a atravesar la corteza de la tierra y alcanzar las antípodas de los Estados Unidos asociadas a China. Esto, se afirma ahora, sería imposible porque sin propulsión alguna, el material nuclear no podría hacer su recorrido en contra de la gravedad. Puede ser una exageración, pero Chernobyl ya ha demostrado que los daños de un derrame nuclear son atroces e incalculables.

Sin duda más exagerado –y además mentiroso- es lo que nos han dicho siempre de las plantas nucleares, sosteniendo que todo se tiene bajo absoluto control, pues “están diseñadas contra toda posibilidad de un accidente”. Lo ocurrido en la planta de la Kerr-McGee de Oklahoma en 1974, que le costaría la vida a la trabajadora denunciante Karen Silkwood; y el grave accidente de Browns Ferrys, Alabama, en 1975 -incidentes en los que se ha basado la película-son pruebas fehacientes de que la humanidad está en grave peligro, cada día, por cuenta de la energía nuclear.

Y miren lo curioso: Como si todo el mundo se hubiera ya olvidado de aquellos graves hechos, cuando se estrenó el excelente filme de James Bridges, <<EL SÍNDROME DE CHINA>>, los ejecutivos de las plantas nucleares salieron lanza en ristre contra su exhibición, arguyendo que era “pura ficción” … y pasados ¡tan solo 12 días desde su estreno en los Estados Unidos de Norteamérica!… el 28 de marzo de 1979, ¡ocurre otro delicado accidente en la planta de Three Mile Island, en Dauphin, Minnesota!

Fue como si la Providencia estuviera de lado de Bridges, pues, esto disparó las alertas… y, el filme se convirtió en un éxito de taquilla que animó grandes movilizaciones y toda suerte de exigencias por parte de la comunidad estadounidense… y digámoslo ya: lo que ha realizado, James Bridges, es un thriller ejemplar, brillantemente escrito, y estupendamente actuado (Jack Lemmon y Jane Fonda, son magníficos); y los secundarios, Richard Herd (como el presidente del concejo, McCormack) y Wilford Brimley (el viejo amigo y compañero, Ted Spindler), sostienen sólidamente la estructura; y para acabar de redondear esta brillante película, también en su realización la buena fortuna jugó un papel importante, cuando Bridges y Douglas (también productor) acordaron rechazar la partitura musical que, Michael Small, escribiera para el filme, y entonces decidieron que solamente se oiría la música que saliera del bar, de los radios de los coches o de las imágenes de televisión. Esto hizo que la tensión y el suspenso del filme, se sustentara plenamente en los hechos y en las interpretaciones, alcanzando unos niveles magníficos sin necesidad de servirse de las habituales trampas instrumentales.

En lo argumental, en lo técnico, en lo actoral, en la sensibilización, y en su alegato político (magnífica denuncia de la relación medios-poder), esta es una película redonda.

Título para Latinoamérica: <<SÍNDROME DE CHINA>>
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6 de febrero de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Síndrome de China es una de esas películas que te dan pereza ver pero te acaba gustando y mucho. James Bridges nos trae la psicosis nuclear y acaba otorgando un thriller casi involuntario donde la tensión acaba siendo tan bien llevada que no necesita más de unos pocos escenarios para generar auténtica expectación.

Puede parecer a priori una película un tanto aburrida, con los típicos intereses de corporaciones chocando con irregularidades en un entorno de periodismo, pero Bridges sabe como darlo todo bastante mascado como para no perderse en el entramado. El peso de la cinta la lleva un Jack Lemmon sobresaliente, en una de sus mejores actuaciones que consigue casi eclipsar a una también muy acertada Jane Fonda.

Una de esas películas que merece la pena ver, y que tiene una resolución óptima. Sin grandes extravagancias James Bridges es capaz de dejar un thriller casi definitorio.
NeoJ
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de ser una casualidad irónica que dos meses después del estreno de The China Syndrome (El Síndrome de China, 1979) se produjera en Estados Unidos un incidente en la central nuclear de Three Mile Island, para más inri situada en Pensilvania, muy cerca de donde ficticiamente se ambientaba la película. Ni el mejor de los publicistas podría haber pensado una propaganda más espectacular, que además tuvo cierta influencia en la posterior recepción del filme[1]. Además, El Síndrome de China se convirtió en una de las abanderadas de la lucha anti-nuclear, energía que iría perdiendo terreno en la década de los ochenta (también en parte por la mayor entrada de combustibles fósiles).

La película, dirigida por un director totalmente desconocido como James Bridges, es el canto del cisne de las películas conocidas como cine de catástrofes. A diferencia de la espectacularidad de filmes como The Towering Inferno (El Coloso en Llamas, 1974) o The Poseidon Adventure (La Aventura de Poseidón, 1972) El Síndrome de China opta por inculcar la reflexión en el espectador, con un filme sumamente crítico hacía diversos sectores. Paradójicamente ya nos encontramos con que el filme de Jeff Bridges emplea un vocabulario más científico que los otros filmes catastróficos, algo que a priori puede parecer una anécdota, pero que nos demuestra el esmero con el que se realizó el filme. Para más señas hemos de tener en cuenta que la película está realizada poco antes de la Era Reagan, seguramente el período cultural más lamentable del Siglo XX. Una película como El Síndrome de China, que pretendía juntar comercialidad y mensaje iba a resultar complicado en los años ochenta.

Todo empieza con la presentación de nuestra protagonista principal, que interpreta Jane Fonda (En un Papel irreconocible por el que será recordada), una periodista que trabaja realizando reportajes de tele basura, y que sin embargo (o mejor dicho, debido a esto) tienen gran éxito. Hasta que un día, mientras graba un reportaje en una central Nuclear, ella y su equipo filman un incidente sobrecogedor en la central (con Jack Lemmnon interpretando el jefe responsable de la central, y que consigue sobreponerse a este primer aviso).

Ya el argumento nos demuestra que no estamos ante un filme catastrófico más. Pero además nos encontramos con que El Síndrome de China encierra bastantes lecturas. La principal es la crítica que realiza el filme sobre la poca importancia que los grandes empresarios dan a algo que resulta incontable en términos económicos, como es la seguridad de todo un país. No es exactamente una crítica antinuclear, aunque ciertamente hayan secuencias que nos induzcan a pensar en ello (como las manifestaciones que se producen delante de la central y que nuestra protagonista se encarga de registrar) sino que se dirige a la seguridad de algo tan importante como una central nuclear.

La secuencia clave en este sentido tiene lugar cuando el personaje que interpreta Jack Lemmon, ante el primer aviso que ha tenido la central nuclear, se dedica a investigar sobre la seguridad de la central. Ahí se da cuenta de que hay un tremendo fallo en el diseño de la central, pero que todos han pasado por alto por el tremendo coste que significa volver a inspeccionar la central de Nuevo.El Filme incluye sus dosis de conspiración, como es el caso no sólo de los agentes que tratan de aniquilar a cierto periodista, sino incluido el Máximo responsable de la central, que ordena que la policía entre cuanto antes para que el personaje de Lemmon no revele nada a la televisión.

El Síndrome de China también puede leerse como un filme tremendamente crítico hacía la televisión y la manera en cómo esta manipula a su antojo al espectador. El filme, que ya por su temática nos muestra bastante del interior de este mundillo, nos muestra como la televisión se revela como un auténtico monstruo que no duda en sacar el máximo provecho al sensacionalismo. Lo podemos encontrar de manera reiterada en el filme. Por ejemplo, cuando el personaje de Jane Fonda quiere difundir el vídeo se encuentra con que su jefe no se lo permite, porque este a su vez ha recibido una llamada de las altas esferas. Más adelante, cuando nuestra protagonista se encuentra retransmitiendo la noticia dentro de la central, observamos como el equipo técnico que se encarga de transmitir la información busca el lenguaje más sensacionalista posible.

También hay que añadir la vía reivindicativa que surge con el personaje principal femenino. En El Síndrome de China queda reflejado perfectamente como el patriarcado televisivo pretende instar a nuestra protagonista para que continúe haciendo programas televisivos insustanciales, como una mujer objeto, en contra de las aspiraciones de ella por realizar periodismo de verdad.

[1] Manuel Lozano Leyva, El Fin de la Ciencia, Ed. Penguin Random House, Madrid 2012,

http://neokunst.wordpress.com/2015/01/05/el-sindrome-de-china-1978/
Kyrios
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6 de abril de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena película que a raíz de lo sucedido en Fukushima y de la decisión de China por apostar con solidez en la energía nuclear, tiene como incentivo el resultar de actualidad.

A pesar del "look" setentero la película se deja ver sin disimulos. Buena parte de su éxito se debe a que la historia no ha caído en la tentación de dejarse seducir por un catastrofismo populista. De este modo el guión resulta lo suficientemente bien argumentado como para ser creíble y sobre todo, para inducir en el espectador una actitud reflexiva. Seguramente de haber optado por un punto de vista más parcial la película tan sólo se habría convertido en un filme de culto para los "antinucleares". Con este planteamiento más equilibrado, la cinta amplia su radio de acción y llega a resultar atractiva para un mayor número de espectadores.

100% recomendada y de actualidad.
Edu dSada
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
26 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante lo que en principio es un simple reportaje, casi publirreportaje, para una famosa cadena televisiva, sobre una central nuclear, un camarógrafo independiente (Michael Douglas) y una reportera de moda (Jane Fonda), en la plenitud de su carrera, se darán de bruces con lo que parece ser una grave avería que hará ponerse muy nerviosos a los técnicos de la sala de control, sobe todo al hombre que parece estar al mando (Jack Lemmon). Tras ello, los directivos de la compañía minimizan los hechos, tachándolo de incidente sin importancia. Pero el cámara freelance, que lo ha filmado todo, no queda convencido e inicia una investigación personal, pese a las trabas y veladas amenazas de la cadena televisiva, mientras la reportera se debate entre el deber periodístico y el temor a perder la posición que ha alcanzado. Por otro lado el ingeniero a cargo de la sala de control de la central, no queda satisfecho con el resultado de la investigación oficial pues él ha sentido un temblor que puede indicar un grave problema estructural, con lo que emprende sus propias indagaciones, descubriendo algo sorprendente... Y quizá si se vuelve a arrancar el reactor, pudiese producirse una catástrofe conocida con el nombre de síndrome de China (si un reactor nuclear no pudiese ser refrigerado, entraría en una fusión continua y penetraría la corteza terrestre, en teoría, horadándola totalmente, penetrando el manto y núcleo terráqueo para reaparecer en las antípodas, en el caso de EEUU, China).

Entretenido thriller donde, como casi siempre, nos debemos quitar el sombreo ante Jack Lemmon. Evidentemente se le nota demasiado el (nucleares no, gracias),algo muy de su tiempo. Lo cual no le impide que la historia sea creíble. Curiosamente unos años más tardes se produciría un accidente muy similar al que aquí vaticinan, aun cuando no sucedería en un malvado país capitalista sino en un "paraíso" socialista, me refiero, naturalmente, a Chernóbil. No deja de ser irónico que el Estado que a través de la K.G.B. promocionase las protestas en occidente contra la energía nuclear, provocase la mayor catástrofe nuclear de la historia... Desgraciadamente esto no nos ha hecho cambiar, ¡cómo coño si no, vamos a cargar el smartphone!
Plácido Eldel Motocarro
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow