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Miami Vice - Corrupción en Miami (Serie de TV)

Serie de TV. Acción. Drama Serie de TV (1984-1990). 5 temporadas. 111 episodios. Ambientada en los años 80. James “Sonny” Crockett (Don Johnson) y Ricardo Tubbs (Philip Michael Thomas), una pareja de detectives infiltrados en el mundo del narcotráfico de Miami, llevan un tipo de vida acorde con su trabajo (Sonny vive en un velero junto con su mascota, un cocodrilo llamado “Elvis”, y Tubbs no se separa de su escopeta de cañones recortados). Ambos buscan a los ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Ferrari Daytona color negro recorre las calles de Miami a toda velocidad. Suena 'In the air tonight' de Phil Collins. Sonny y Ricardo, dos policías que apenas se conocen, se aproximan hacia un encuentro incierto con un narcotraficante. Sonny se detiene para llamar a su ex mujer y preguntarle si todo lo que vivieron fue real. Después prosiguen su camino.

Se dice que un ejecutivo de la NBC escribió "MTV cops" -en una servilleta dicen algunos- pensando en una serie policial con un tratamiento visual muy moderno. El creador de la serie, Anthony Yerkovich, al mando durante los primeros episodios, y el productor Michael Mann, dieron forma a esa idea.

La escena descrita en el primer párrafo -posiblemente de las más conocidas de los 80- fue el primer ejemplo del estilo visual con el que Miami Vice se adelantaría, y por mucho, a la TV que se hacía en aquel momento pero también supone una muestra de su legado. Y es cierto: durante 5 temporadas el generoso (en presupuesto, gusto y asesoramiento) equipo de producción nos regaló innumerables escenas como aquella, con música del momento o del compositor de la serie, Jan Hammer, jugando siempre con aquel gran plató que era la Miami art-deco, tropical, nocturna y fatal en muchas ocasiones.

Pero en aquella escena Tubbs no deja de pensar en lo que le ha llevado a Miami: vengar la muerte de su hermano. Y Crockett, como ya he comentado, se detiene para llamar a su mujer y asegurarse de que no hace mucho tenía una vida normal, más allá de todo ese teatro de lujo en el que se ve metido para cazar a unos narcos a cambio del escaso sueldo de un policía. Porque Miami Vice tenía mucho, pero mucho, debajo de esa capa -la que es su legado en la historia de la TV- de serie policial con aspecto de vídeo musical de la MTV.

Los antagonistas tenían su propia historia, podían ordenar la muerte de un miserable que no paga sus deudas, y por la noche enfrentarse a sus problemas conyugales o a la realidad de que su hijo no acepta la vida criminal de su padre. Y casi nunca nos regalaban un final feliz. El sistema estaba corrupto desde el primer episodio, los débiles e incautos solían morir y el nihilismo tomaba la palabra en la tercera temporada. Porque eso era el ADN de Miami Vice: policías disfrazados de narcos, en ambientes de lujo, asistiendo a la destrucción del sistema y de sus propias vidas.

De los intérpretes destacaría a Don Johnson y a Edward James Olmos. El primero desprendía carisma por todas partes en una interpretación intensa del que, sin dudas, era el gran protagonista. El segundo es, tal cual, el mejor teniente que he visto jamás en una serie de TV. Muchas veces ni siquiera necesitaba hablar para transmitir su mensaje. Quién narices consigue eso, eh? Sólo Marty Castillo y su bigote.

Los currículum vitae de muchas estrellas actuales del cine y TV cuentan con Miami Vice como uno de sus primeros papeles importantes o directamente como su debut: Bruce Willis (antes de Luz de luna), Julia Roberts, Wesley Snipes, Benicio del Toro, Viggo Mortensen, Ben Stiller, Denzel Washington, Liam Neeson, Ving Rhames, incluso Michael Bay. En la segunda temporada les dio por invitar a músicos para interpretar papeles de todo tipo, destacando Miles Davis, Phil Collins, Leonard Cohen y Frank Zappa!

La narrativa no era nada del otro mundo, algunos de los músicos invitados a interpretar dejaban mucho que desear, en la cuarta temporada se inició un preocupante descenso de nivel y hasta cierto punto la serie fue devorada por su propio estilo y el inevitable avance hacia el final de la década.

Hace casi 4 años escribí una crítica mucho más formal pero tras una nueva revisión de la serie me he decidido a borrarla y escribir una nueva. Ni que sea para rendir otro homenaje a uno de las pocas series de aquella década que no me da vergüenza ajena revisar.

Synch
Isaac
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12 de julio de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas series de TV o peliculas que te han gustado de adolescente salen indemnes de un revisionado. Sin embargo, Miami Vice -o Corrupción en Miami-, me ha sorprendido muy gratamente. Mis recuerdos se limitaban al Ferrari Testarossa blanco de Crockett, el yate custodiado por el caimán, o las persecuciones en lancha rápida. Como han señalado otros usuarios, es cierto que la seríe es recordada sobre todo por incluir elementos y referencias de la cultura popular, de una manera mucho mas innovadora que otras series de la época. Pero además de esto, yo destacaría otras dos cosas: la neutralidad moral o ausencía de maniqueísmo por un lado, y la introducción de una visión distópica y algo decadente de los Estados Unidos de America y del estilo de vida moderno.

Primero, respecto al maniqueismo, cualquier nacido del 90 en adelante podría pensar que la ausencia de juicios morales implicitos es una modernez que llegó con Los Soprano o incluso con Juego de Tronos. Y no. Quizá fue Corrupción en Miami la primera serie que incorporó este punto de vista "neutro", pero además con la virtud de incorporar personajes que sí hacen juicios morales, o que tienen sus propios códigos. Es decir, es una seríe totalmente actual en ese aspecto, que incluso encuentro que está mejor manejado en esta serie de los 80 que en muchas de las series modernas. También se incluyen conflictos políticos entre distintas organizaciones (Antivicio, la DEA, la CIA), en las que cada una defiende sus intereses y tiene sus propios objetivos.

Respecto a la visión distópica de la que hablaba, es más que evidente. No en vano, los creadores de la franquicía de videojuegos GTA reconocen abiertamente la influencia de Miami Vice. Tanto es así que una de las ciudades ficticias que aprecen en esos videojuegos es Vice City (una versión distópica de Miami claramente basada en la serie creada por Anthony Yerkovich). En general, esa visión distópica se centra en la imposibilidad de luchar contra el crimen organizado con éxito cuando existe una fuerte demanda ciudadana del mismo (drogas, prostitución, etc) pero además exagerando las tasas de criminalidad y la decadencía de la ciudad. Se ahonda en la contradicción de fomentar la libertad individual, pero al mismo tiempo intentar mantener bajo control las tentaciones para no convertir la ciudad en un estercolero.

En cuanto al sesgo ideológico, que lo hay, se nota bastante -quizá no sea tan evidente si ves solamente un capítulo, pero si prestas atención, van saliendo opiniones tirando a conservadoras-. Por ejemplo hay puyitas para los sindicatos, para las pensiones públicas... se les vé un poco el plumero. Aunque todo esto era muy habitual en el cine de acción de la época (Harry el Sucio, Yo soy la justicia, etc.).

Como extra, el tema policial está bastante bien tratado, no tanto desde el punto de vista procedimental (eran los 80, y esa vertiente no interesaba demasiado), pero sí desde el psicológico. El síndrome del quemado, la frustración por no poder contener el crimen, y las tentaciones propias de quienes están en contacto con los bajos fondos constantemente, están presentes de inicio a fin.

Por todos estos motivos, me parece que Corrupción en Miami es mucho más de lo que parece, si bien algunos de sus capítulos son excesivamente largos, y quizá se recrean demasiado en enseñarnos planos chulos de la ciudad (aunque no llega al nivel de empalago de CSI Miami). Sin embargo, la serie es mucho mas que el papel de colores que la envuelve. Una serie pionera en el tratamiento de los personajes y la ausencia de un posicionamiento moral concreto. Vale la pena un revisionado, al menos de las dos primeras temporadas.
Amarok
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25 de mayo de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay tanto que decir de esta serie, tanto de que hablar. Cómo influyó en imagen y música, cómo se convirtió en el icono para toda una generación, cómo rompió esquemas en la televisión del momento...

Pero si hay algo que decir, y sin exagerar, es que estamos ante la serie de los '80, no se puede negar. Habría otras muchas de por medio con temática parecida y con mucho éxito, como la de aquel investigador del mostacho y coche rojo "Magnum", la de la humorística y detectivesca pareja Addison/Hayes "Luz de Luna" o la más seria "Canción Triste de Hill Street", otro sublime clásico de la TV, pero "Corrupción en Miami" representaba algo muy importante: la década.
Era el reflejo de todo lo que significaban los '80. ¿Y cómo no iba a serlo? Ferraris descapotables, acción de videoclip con canciones "pop" del Top Ten (sonando perlas de diversos artistas como Foreigner, Autograph, Phil Collins, ZZ Top, RATT, etc.), chicas con cardados imposibles y medias de rejilla, bailoteos en discotecas, yates de postal, trajes de Armani, empachosa fotografía en tonos pastel...todo un muestrario de tendencias "kitsch" que navegaba entre lo chulo, lo opulento, lo hortera, lo efectista...

Michael Mann y Anthony Yerkovich (antiguo escritor/productor de la misma "Hill Street") realmente creó todo un universo en technicolor de puro entretenimiento para la generación de la MTV (cuando ésta era una buena cadena, claro...no como ahora). El "opening" ya anunciaba lo que le esperaba a los espectadores (policías, playas soleadas, flamencos rosas) y daba comienzo el espectáculo. En todo este mundo multicolor lleno de traficantes, modelos despampanantes y vestimenta “cool”, la exhibicionista pareja de justicieros por excelencia Sonny Crockett/Ricardo Tubbs repartían estopa entre los malos, fardaban de unos trajes y peinados de pasarela, se aventuraban en las calientes noches de neón de Miami y al final del día les daba tiempo para meterse en el catre de alguna descuidada fulana que sucumbía a sus encantos. Deslumbraban como nadie.
Ese Don Johnson rubio (no en todas las temporadas), de aires de macarra fanfarrón, americanas arremangadas con hombreras, barba de tres días, que iba a tope defendiendo el crimen montado en sus espléndidos ferraris Testarossa y Daytona (...¡todo eso sin calcetines!). Por otro lado estaba Tubbs, encarnado por Philip M. Thomas, luciendo trajes más elegantes que su compañero y que mostraba una perspicacia mayor a la hora de engañar a los malos.

Pero hay que admitirlo: siempre estuvo por detrás del pasota de Johnson, porque aquél hizo de Crockett el perfecto héroe de póster, a imitar por toda una legión de jóvenes seguidores y a ser deseado por todas las chavalas de la época. Este tándem de agentes, que eran de todo menos un fiel retrato de la Brigada Antivicio que operaba en la ciudad de Tony Montana, marcó una época gracias a todo lo que personificaban.
Aunque sería de mal gusto olvidar a sus demás compañeros de plantel, como el torpe dúo Zito/Rodríguez, con sus camisas hawaianas y que añadían la nota más cómica, las guapísimas Trudy y Gina (a la que daba vida Saundra Santiago y que para mí era la más sensual, no sólo de las agentes, sino de toda la serie) y el inflexible Teniente Martin Castillo (que sustituyó al principio a Lou Rodríguez), el único que le podía hacer sombra al altanero de Crockett cuando quisiera, que desentonaba entre tanto desdeñoso con su bigote de guardia civil, su rostro de continuo cabreo y su traje impoluto. ¡Pero caía bien el condenado!, y hasta fue protagonista de algunos de los mejores, amén de los más serios, episodios de la serie.

Por supuesto también cabe mencionar la inmensa lista de personas que desfilaron por la soleada ciudad. Muchos rostros conocidos del cine y otros que lo serían pronto; entre otros muchos estaban Dan Hedaya, Bruce Willis, Julia Roberts, Dennis Farina, Michael Madsen, Ben Stiller, Joan Chen, Pam Grier o Ving Rhames, y hasta personalidades del mundo de la música como Gene Simmons, Ted Nugent, James Brown, Leonard Cohen o los propios Glenn Frey y Phil Collins, que colaboraron también con sus canciones. Aunque temporada a temporada la serie iba creciendo, la nota cómica iba subiendo y para cada episodio se ponían tras las cámaras directores como Abel Ferrara, Paul Michael Glaser, Rob Cohen o Richard Compton, a mí la que me gustó de verdad fue la 1.ª temporada, que devoré en menos de una semana.
No es para menos, uno es que no puede resistirse a entrar en la vida de los inolvidables agentes encubiertos de antivicio representando el sueño americano en su más superficial expresión, conocerles y aventurarse con ellos en sus misiones. Al final de todo la serie se ponía muy dramática con la desgracia de la ex-mujer de Crockett y eso anunciaba que se iba a acabar la fiesta. En efecto, la fiesta acabó el mismo año en que acabó la década, dejando paso a los '90 y dando carpetazo a la época más deliciosamente hortera y colorida de la Historia.

"Corrupción en Miami" queda así en la memoria de todos los que la vieron en su momento y los amantes de aquella década como yo (que la pillaron ya muy tarde). Y, aparte de que ha llegado a ser imitada, homenajeada, parodiada y emulada una millonésima de veces tanto en películas como en series como en programas desde aquel entonces, se sigue recordando con añoranza y cariño hoy en día.
No habrá nunca una serie policíaca tan chula, irreal, divertida y pasota estrenada en una década tan perfecta para ella como fueron los '80.
Por eso mismo, aquella gilipollez de película que hizo Mann (que yo no sé por qué coño la hizo) con Colin Farrell y Jamie Foxx ni de casualidad se puede comparar a la serie, y de hecho tampoco es que merezca la pena verla...
Chris Jiménez
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28 de setiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy muy amigo de las series, es más, siempre digo que la vida es demasiado corta para las series. Tampoco me gusta como se sobrevaloran y sobreestiman, creo que por el hecho de que requiere invertir mucho más tiempo que una película para su visionado y esfuerzo en encontrar cada episodio, vamos, que hay que currárselo para ver una serie, requiere de mucho empeño, y eso hace que se las valore como si las hubiésemos parido. Probablemente yo caiga en este momento en la misma trampa.

“Miami Vice” destacó no por sus guiones, ni sus actuaciones, ni por nada que tocara la fibra, sino por todo lo contrario: lo visual, la música y que sencillamente molaba un huevo. Los trajes con colores pastel, las playas, los cochazos, los yates, las palmeras… Todo ello aderezado con música de Phil Collins, Ted Nugent, Glenn Frey, Foreigner y un largo etcétera que encajaban a la perfección con la receta propuesta, sin olvidar la banda sonora de Jan Hammer, con el tema principal o “Crockett´s Theme”. Todo era tan molón que creó escuela en varios aspectos, sobretodo en la moda. ¡Y quién no querría llevar una americana blanca remangada con una camiseta debajo, vivir en un barco y tener un Ferrari!

Llegué a meterme en este berenjenal mientras revisaba la filmografía de Abel Ferrara, quien resulta que dirigió dos episodios de esta serie. Una cosa llevó a la otra y terminé viendo, no todos, pero sí unas decenas de episodios seleccionados entre los mejores. Así fui testigo del magnífico comienzo de “The dutch oven”, de la acción (prácticamente una película) de “The prodigal son”, de la tensión de “Calderone´s return part 1: the hit list”, de la escena del coche de “Brother´s keeper”, de la violencia de “Bushido”, y también de “Evan”, “Lombard” y como no, esa obra de arte llamada “Definitely Miami”, el mejor episodio de la serie y que recomiendo a todo el mundo, aunque sea solo por ver uno, con una de las escenas más sensuales que se han rodado jamás.

En fin, seguro que la sobrevaloro, pero eso me iguala al resto de la humanidad. Si hubiera existido FA en los 80´s y la votaran en ese momento, en lugar de basarse en vagos recuerdos y anécdotas pasadas, probablemente tendría una notaza de esas de récord de las que se ven ahora. Son épocas.
Hanshiro Tsugumo
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18 de noviembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sonny y Tubbs eran más chulos que un ocho. Sólo había que verlos moverse por Miami en aquel deportivo descapotable. Les aguaban la fiesta a los capos de la droga, rescataban del vicio a las pilinguis y daban bastante por saco al crimen organizado de la ciudad.
Don Johnson fue un icono sexy de trajes blancos y pelo rubio, el poli que una quería que abatiera su puerta de una patada gritando aquello de “¡Brigada antivicio!”. Aunque más bien invitaba a lo contrario.
Porque el hombre estaba de vicio, anda que no… Que se lo preguntaran a Melanie Griffith.
Vivoleyendo
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