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El lado oscuro del corazón 2

Drama Diez años después, Oliverio sigue buscando a la mujer que sea capaz de volar. Tras varios intentos, en España conoce a una equilibrista, y con ella logra demorar el tiempo y vencer a la muerte
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
21 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pacatería hispanohablante calificaría esta película con un super10 (y a todo el cine de Eliseo Subiela) si la hubieran producido en los estudios de Hollywood. El mejor cine de autor latinoamericano a quien lograron hundir en un pozo de injusticia por no pertenecer al proyecto político de destrucción de nuestras pobres naciones.
Luli
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10 de agosto de 2020
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Vi “El lado oscuro del corazón 2” (Argentina, 2001) dirigida y escrita por Eliseo Subiela [1944-2016], con música de Osvaldo Montes (quien hizo la música de la precuela) y fotografía de Teo Delgado. El reparto está integrado por Darío Grandinetti (aplausos), Ariadna Gil (aplausos), Nacha Guevara y Sandra Ballesteros (aplausos), entre otros. Estamos ante una secuela de la gran obra de 1992, en la que Oliverio sigue buscando a la mujer que sea capaz de volar, para lo que viaja a España en búsqueda de Ana, la protagonista de la cinta previa, pero el tiempo ha hecho estragos en los dos; así, Oliverio continúa su búsqueda hasta dar con Alejandra, una equilibrista de circo acosada por su propia parca, con quien, en últimas, logra detener a la(s) muerte(s). Ahora bien, al igual que en la película de 1992, estamos ante un filme surrealista y poético, de manera tal que lo onírico se expresa tanto en el guion como en lo visual, de manera tal que la creatividad y los giros de sentido (metáforas y alegorías) abundan tanto en los diálogos como en la fotografía. En este sentido, la labor de Subiela es encomiable y el espectador encontrará en esta obra la misma receta exitosa de la anterior, aunque esta vez con un final feliz. Pero justo ahí está el problema: el hecho de que una receta haya funcionado espléndidamente una vez no significa que volverá a funcionar, en especial si se le aplica al mismo comensal.
Quien vio la cinta de 1992 seguramente quedó maravillado ante una película que manejó tan bien el ritmo y las emociones con poesías que solo puedo catalogar de bárbaras, así como con metáforas y alegorías increíbles. Pero a ese mismo espectador ahora se le ofrece el mismo producto, la misma receta, que si bien no ha bajado su calidad, sigue teniendo el mismo sabor. ¿Qué pasa con esto? Lo mismo que aquel que prueba por segunda vez un plato que antes le maravilló: ya no será tan bueno como lo fue antes. De allí que el epicureísmo recomendase una ciencia de los placeres, que supone estrategias como no repetir algo tan maravilloso, por lo menos no rápidamente, porque al hacerlo se perderá en sensación y en recuerdo. Quien adora un plato y por eso lo repite al poco tiempo, termina perdiéndole el gusto a ese plato y los recuerdos en torno a tan magnífica comida se desvanecerán en la medida que se tiñen de banales. Por todo esto hay cosas que es mejor dejarlas incólumes en el pasado y no iluminarlas, para verlas en todos sus detalles, bajo la luz del presente. Pero reitero: la película no es mala, para nada, solo que se traiciona a sí misma.
Luego de estas apreciaciones, hablemos un poco de lo que el espectador encontrará en esta secuela: el tiempo, el amor, la poesía-locura y la muerte se entrecruzan, prometiéndose hacerse caer (por la gravedad de la realidad) unos a otros; solo el equilibrio podría lograr que de estas cuatro manifestaciones sea posible la perpetuación de lo humano; en este caso, la perpetuación en una nueva generación que logra así burlar la muerte y el tiempo, muerte y tiempo que silencian a los individuos pero no la cultura (de allí el valor del hijo con que termina el filme). Solo el equilibrio (podría pensarse que la mesotés aristotélica) podría, en últimas, permitir que el amor tome vuelo. Por tanto, el amor no basta, como tampoco la poesía, ni mucho menos la muerte ni el tiempo. Todos se requieren, en equilibrio, para vencer la gravedad.
Obviamente, por el surrealismo de la obra, el director-guionista se da varias licencias narrativas que no habrán pasado por algo para un espectador juicioso: VER SPOILER. Pero estas licencias no están tan mal cuando hablamos de cine surrealista, donde de entrada la realidad no es protagonista. Igualmente, otra agradable licencia que se permite el director está en el amor casi que instantáneo (atemporal) de Oliverio por Alejandra a partir de un afiche publicitario del circo, amor instantáneo que me recuerda un pasaje de Rayuela de Cortázar: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”.
En conclusión, es una cinta buena, muy buena, pero que, de un lado, termina opacada por su precuela, y que, del otro, por su surrealismo y por estar conectada a un relato anterior reduce de entrada el público que puede apreciarla buenamente. Esto ratifica la regla general (habrá excepciones) de que las segundas partes no son buenas. 2020-08-10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
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30 de noviembre de 2020
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Nueve años después de la primera parte, originalísima, Eliseo Subiela dirige y escribe la segunda. Este largometraje merece una oportunidad a riesgo de descepcionarte, porque... ¿Cómo no prestarle oportunidad a la continuación de una obra maestra y a su vez cómo no temer en arruinar la historia? Lo cierto es que el temor por arruinarla no está en sus manos sino en las manos de la vida misma. Sólo puede temer aquel que, platónicamente, busca lo permanente. Quien no desee renunciar a la permanencia, a la parmenídea permanencia del ser, encontrará aquí dolor. Es menester enfrentar la obra con temple heraclíteo, dispuesto al cambio, a la existencia fluyente. Porque a fin de cuentas, es la vida lo que pasa, el tiempo lo que arruina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maija Meier
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24 de noviembre de 2021
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En esta inesperada secuela de la que para mí es la obra maestra de Eliseo Subiela, a la Muerte se une un nuevo villano para amenazar a nuestro protagonista: el Tiempo. Con un diseño más moderno, sin embargo, en su moto y con ese imperturbable casco, funciona perfectamente. La película se desarrolla bien, con una nueva coprotagonista femenina bien interpretada por Ariadna Gil, nuevos escenarios… sobre todo, hay nuevas metáforas visuales, pero se juega también con las viejas, como la ya famosa cama con trampilla. Hay una pega inevitable en el reparto: ocho años atrás, Nacha Guevara podía encarnar perfectamente a la Muerte. En el caso de la secuela, sin embargo, su aspecto físico ya no encaja mucho con la imagen de la Muerte que tenemos en el imaginario colectivo… sin embargo, ¿qué otra opción había? ¿Cambiar de actriz? Por eso me parece una pega inevitable. El lado oscuro del corazón 2, aunque creo que se queda un poco por debajo de la original, sigue siendo una película muy interesante.
Ibai_93
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6 de enero de 2010
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se que pretendía el autor del film con esta a todas luces innecesaria segunda parte de una "correcta", pero sin más, El lado oscuro del corazón. Recuerdo con autentica agonía al protagonista, con el pelo cortado como un monje franciscano (emulando calvicie, ahí dejo eso..) divagar sentado en una suerte de cama-trampa mortal que despachaba a sus amantes mientras el se dedicaba a psicoanalizarse a si mismo. Eso siempre y cuando no estuviera hablando con la muerte o mirándose al espejo para lamentarse de lo triste que era su vida. Mientras tanto yo contemplaba estupefacto en la butaca del cine aquel espectáculo con un gesto en la cara similar al que tendria alguien que hubiera encontrado en una galleta de la fortuna el mensaje "te han tomado el pelo hora y media"

Pocas veces en mi vida he estado tan tentado como estuve en aquella ocasión de salirme de una sala de cine y pocas veces mas lo he estado desde entonces, solo recomiendo esta película a admiradores del empalagoso acento argentino y de las setas alucinógenas.
Yimbo83
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