Invasión en Birmania

Reconstrucción de un olvidado episodio de la Segunda Guerra Mundial: la lucha de 3000 soldados norteamericanos por recuperar el territorio birmano, invadido por las tropas japonesas en su tarea de apoyo a los alemanes.
Se trata de una buena película, una de esas que engrosan con corrección la larga y brillante lista de películas que sin ser grandes o admirables aportan solidez a este maravilloso invento.
Competente reparto casi exclusivamente masculino (salvo brevísimas apariciones de mujeres birmanas) y buen pulso en la dirección de Fuller, quien muestra el corazón del infierno bélico, la soledad de esos hombres olvidados en una tierra inhóspita y exótica, su heroísmo, la muestra de que el ser humano saca fuerzas de flaqueza aún en la situación más extenuante para lograr una victoria con gusto a derrota... Eso sí, sin llegar a las entrañas de ese infierno. En una postura eficaz y cómoda.

En mi infancia, allá por los años 70 y principios de los 80, solíamos leer unos tebeos de portada enmarcada en azul o en verde, y dibujo bien definido y en blanco y negro, llamados "Hazañas Bélicas". En ellos se narraban aventuras de combatientes de la 2ª Guerra Mundial, ensalzando siempre virtudes marciales como el valor, la camaradería o la disciplina, valores que siempre despuntaban en el héroe que, curiosamente, siempre era un soldado norteamericano, en detrimento de los "japos" que siempre eran taimados y traicioneros.

En esta película he revivido algo de aquellas "Hazañas Bélicas". El director, Samuel Fuller, con oficio, ha sabido recrear con acierto el ambiente angustioso de la tropa en territorio enemigo.
Centrando el discurso en el valor y el compañerismo de los soldados yanquis ha evitado, además, la tentación de demonizar a los japoneses, cosa que hemos visto repetirse hasta la saciedad en el cine americano o en aquellos cómics de los que he hablado antes.

Los combates están realizados de manera creible, excepto el último en el que los japoneses atacan "al amaner" con toda la luz del sol naciente (¿por qué no hacerlo de noche para aprovechar la oscuridad?) y, encima, a pecho descubierto, siendo blanco fácil para los americanos y cayendo como moscas.

En fin, una peliculilla para pasar el rato que no va a desagradar a los amantes del cine bélico.

A pesar de que el film contiene en algunos de sus momentos ese tufillo propagandístico típico del cine bélico norteamericano de los 40 y 50, resulta en su conjunto bastante aceptable. Lo más acertado es mostrar la convivencia humana y rigores que debieron pasar esos hombres, que además eran voluntarios. De los 3000 que comenzaron sobrevivieron 100 aproximadamente. En Europa no es que fueran de camping, pero en el frente del pacífico los aliados se batieron bien el cobre frente a un enemigo tan perseverante como los japoneses. A Fuller le gustaban las explosiones, y eso se nota en las escenas de acción. Algunos de los actores-figurantes teatralizaban en exceso sus muertes y eso se nota en la peli, y otra vez, los japos parecen unos inútiles en el cuerpo a cuerpo, y los yankees unos especialistas, cosa que era al revés. Digna, sin duda alguna.

Es, al menos, la segunda vez que la veo. Me interesa. Es realista, cruda, basada en un relato real de un militar que participó en esa batalla. Muy buena película de guerra, muy bien hecha, muy dramática, con esos planos tan cortos de las caras y de los movimientos tan peculiares en Fuller.
Me ha gustado mucho. Pero rompe un poco el tópico de que Fuller fue un director muy antibelicista. Desde luego Uno Rojo... si es una película de este tipo, pero esta -y otras- para nada son antibelicista. Son más un canto a lo bélico que otra cosa.
En todo caso es una gran película. Quizá en algunos momentos pierde el ritmo, tiene algunos cortes que hacen que la acción salte de un sito a otro de manera inconsecuente, pero más allá de eso es una gran cinta. Me ha gustado mucho Jeff Chandler en la que es su última película. Tuvo, al parecer, un problema de espalda rodando esta cita y cuando se operó al terminarla tuvo problemas en la operación que no pudo superar.

En enero de 1942 Hitler está en plena expansión en el Extremo Oriente. Acaba de desalojar a los británicos de Birmania y estos saben que las posesiones de la India son el siguiente paso.
Por eso lanzan desde allí una contraofensiva contando con el apoyo de una brigada de voluntarios americanos, "Los Merodeadores", bajo el mando del general Merrill (Chandler).
Precisamente la cinta se ocupa de la heroicidad de esta brigada.
Sobre la base de un guion sólido que alterna las acciones de guerra contra los japoneses con los descansos de los soldados americanos, la realización aprovecha para mostrarnos entonces sus inquietudes y sus anhelos. Ritmo vigoroso y enérgico, con buenas escenas de combates.
Lo mejor el espíritu que animaba a aquellos soldados generosos y valientes, que se dejan ganar por la voluntad de su general, "No pido milagros, solo un paso más. Mientras podáis respirar podéis combatir". Sabedor que "El mando hace daño a los enemigos y a los propios soldados".
Malaria, dengue, disentería, tifus, sanguijuelas. Es la selva. Sin contar con la terrible fatiga mental después de tres meses tras las líneas enemigas. Y menos mal que el capitán médico (Williams) dispone de sulfamidas. Curiosamente este medicamento fue más usado por los alemanes que por los aliados que disponían ya de penicilina.
Lo peor es que el enemigo, los japoneses, apenas se contemplan allá a lo lejos atacando a lo tonto a campo abierto cuando disponían de plazas fuertes desde donde rechazar a los americanos con la ayuda de una artillería que brilla por su ausencia.
Aun con todo una buena película de guerra que recomendamos a los que gustan de las hazañas bélicas de la II GM.