Corrupción en Miami

No tiene el guión, ni el reparto, ni el final, ni el poder hipnótico de los diálogos de "Heat", pero:

La manera de comenzar la peli y ponernos en situación: Miami, un hombre pegado a un bigote frunce el ceño mientras cruza la sala de un club hasta la barra: "Hey darling, two Bacardi´s mojito and one gintonic". Para mí, toda peli que arranca en un pub o club nocturno gana puntos.

Luego está GONG LI. Diosa sobrenatural, fruto asiático prohibido.

La forma en la que la cámara se mueve como pez en el agua entre las balas del tiroteo final me parece digno de reconocimiento. Al igual que, por ejemplo, la manera en la que está rodada la escena de la lancha. La forma (excepcional) se come al contenido.

La banda sonora es punto y aparte.

No ví la serie en su momento (soy demasiado jóven), pero disfruté, y bastante, con la peli, ya que me ofreció, como el camarero de mi bar favorito, exactamente lo que venía buscando.

A pesar de contar con "In the air tonight" con nueva versión, canción sugerente que casa estupendamente con tomas de coches deportivos por las avenidas de Miami, a pesar de una maravillosa fotografía y unos colores tremendos, parecidos a los que Michael Mann nos mostró en la notable "Collateral"...(Qué bien retrata Mann las grandes ciudades nocturnas, a vista de coche deportivo, con neones mortecinos, con cierta mirada de insomne en fase de divorcio)..

Pero a pesar de eso la película no logra ser la esencia de la serie de los 80´s: cocaína.

“Corrupción en Miami” (the movie) por mucho que algún fan de Michael Mann intente decir lo contrario es un manido espectáculo de acción típico de Hollywood, aunque disfrazado como producto de diseño de la mano de Mann.

El guión es extremadamente simple y previsible; funcionaría mejor como un episodio doble amplificado de cualquier serie de policías, aunque el metraje acaba por convertirla en todo un muermo.

Los personajes resultan planos y escasamente pulidos. Las interpretaciones no son gran cosa con mención especial al inefable Colin Farrell y Luis Tosar. El primero porque es un mediocre actor cuya mejor interpretación es la de su video porno casero por una simple e irreprochable razón: no actúa. Y el segundo por poner la cara palo más inexpresiva de los últimos años. Al parecer su actuación en el coñazo de “Cargo” le ha pasado factura.

Entre explosiones, disparos y demás clichés del género Mann impone su estilo, el que le funcionó en la irregular, inverosímil y sobrevalorada “Collateral”.
Está claro que si este proyecto lo dirige Tony Scott o Michael Bay sería un bodrio lamentable. En manos de manos de Mann resulta simplemente mediocre.
La diferencia entre el aficionado y el profesional con un pésimo y alargado guión en las manos.

Todos tenemos un familiar que en Navidad nos regala algo que le parece maravilloso y que, sin embargo, a nosotros no nos convence. Miami Vice es, en este caso, el regalo que Michael Mann le hizo a Hollywood y al público en 2006. La diferencia, sin embargo, es que probablemente Mann tiene mejor gusto que Hollywood. El problema es que, en este ejercicio de estilo hyperrealista y arritmia narrativa, el director de Heat olvida voluntariamente que el Marketing nos sugiere que al consumidor se le debe ofrecer aquello que colma sus necesidades.

Miami Vice es un juguete caro y repleto de técnica, una obra que reclama los cinco sentidos de quien la observa. Algún crítico dirá que es lenta, otros dirán que recuerda a un videoclip. Pero es más que eso. Mann juega como nadie con el silencio y con el sonido ambiente. Estos elementos sintonizan con una de las mejores bandas sonoras que nos ha regalado el cine. Bastan un puñado de tomas para comprender que estamos ante una obra de este director. Y es que, una vez más, la fotografía es la herramienta que Mann utiliza magistralmente para engrasar su obra y convertirla en un producto concebido holísticamente. Esa concepción llega hasta sus roles, interpretados por Foxx y Farrell con la suficiente fuerza como para superar el estereotipo de "tipo duro" y generar un interés desmedido por las relaciones entre ellos y sus secundarios.

Miami Vice es un film que debe verse sin esperar toparse con un remake. Ni si quiera con una buena película de acción. Se trata de algo más. Estamos ante un drama narrado bajo una dirección preciosista y envuelto en un paquete artístico sin precedentes. Una clase magistral de cine.

Hablar de Colin Ferrell, es sinónimo de buen actor, con grandes interpretaciones, hablar de Foxx es antónimo al fracaso, es genial, muy bueno en Collateral y sobretodo en Ray, por ello, que tiene un Oscar. Pocos pueden decir que esta pareja no era la ideal para esta adaptación de la aclamada serie de televisión.
Empiezo por la primera parte, de las dos que puedo componer de este film. Es una grándisima (en sentido temporal) parte, basada en una infiltración, algo floja por no decir un adjetivo algo más elocuente. Tiene pies y cabeza, pero le falta intriga. Es lo negativo de este largometraje, además, como nombré anteriormente, esta primera parte ocupa un gran periodo de la vida del film. La segunda parte, que se va presentando a lo largo de la primera, es magnífica. Grandes dosis de acción, añadiéndose a estas, mucha emotividad (ejemplo de las chavolas), supera incluso a la intensa acción ''fantasma'' de ''Dos policias rebeldes''. Te puedes quedar frio en algunos momentos, debido a la intensa acción. En ambas partes, el amor hace un papel fundamental a la hora de añadirle aún más emotividad, es un factor que Mann no ha dudado en usarlo para refrescar a este género (recuerda a Arma Letal).
En cuanto a los fotogramas, es soberbio, no tiene puntuación, las escenas aéreas son únicas. Si algo me encanta de Michael Mann, es el sistema de cámaras que usa, por ello lo tomo como ejemplo a la hora de rodar mis cortometrajes. Con el sistema de cámara en mano, Mann nos quiere transmitir todas las sensaciones que los actores deben interpretar en cada momento.