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Crónicas diplomáticas

Comedia Sátira política protagonizada por Alexandre Taillard de Vorms, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, siempre dispuesto a tratar con los poderosos y consolidar su candidatura para el Premio Nobel de la Paz. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
15 de abril de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene un arranque excelente, actores magníficos, Raphaeel Personnaz cada dia mas parecido físicamente a Delon, pero con mas vidita, pero lamentablemente el guión resulta un tanto repetitivo tanto como el gag de los papeles que se vuelan cuando entra el ministro...
Adorable como brutal sátira política... el tema del politiqueo ya nos tiene hartos a todos, en todos los países, indudablemente.
Pero, Tavernier, esperabamos más de ti
Aliciux
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5 de abril de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que es una gran película, un guión inteligente, mordaz, lleno de sátira y comentarios ingeniosos; movimientos rápidos de la cámara para una acción acelerada, de vertiginoso proceder y con unos personajes muy definidos y estéticamente cuidados, cada uno representante cliché del puesto político que ocupa. Una exhibición soberbia, genial y perfecta, en sentido cómico, del funcionamiento del ministerio de asuntos exteriores y de su representante, mofa continua de lo que son los políticos y la política en nuestros días. Ahora, con gran pesar he de admitir que no he conseguido emocionarme, que estos payasos del circo no han logrado hacerme reír, sólo unas escuetas sonrisas forzadas más por mi parte que por el efecto argumental; ver desfilar una sucesión de chistes, avispado humor y no conseguir verles la gracia!!!, un espectáculo hilarante, comedia versada e instruida en estado puro que sólo soy capaz de valorar racionalmente, análisis reflexivo, conciencia deductiva porque intuitivamente, emocionalmente no logra decirme nada, mis emociones no logran sentir el poder ni la fuerza de la perspicacia mostrada. Por tanto, de poco o nada me sirve admitir haber presenciado un agudo, sutil y ocurrente show sobre el mundo de la política en nuestros días si éste no me ha resultado gracioso ni causado un gran impacto, sólo marearme y desesperarme intentando seguir los diálogos y encontrarles esa supuesta y tan manifestada gracia. Tenía grandes esperanzas de pasar un buen rato, de ver una comedia amena y de gran sutileza en sus marcados diálogos, sobretodo por las críticas previas leídas en su favor pero..., no ha podido ser!!!; todo ha quedado en agua de borrasca que anunciaba una gran tormenta y ha acabado en unas chapuceras gotas de agua que apenas logran mojar la acera; incluso, al leer los demás comentarios, me pregunto..., de verdad se han divertido tanto?, ese no para de reírse y carcajadas continuas es sincero y real? Porque parece que tengas que bajar la voz, sentirte incómodo por reflejar una opinión distinta a los demás pero..., admitir lo que no es por subirse al carro de la mayoría me parece peor, de un patetismo indigno!!! Si eres de los que se ha divertido, enhorabuena!!!, yo perseguía lo mismo; si eres de los que no ha logrado ver la gracia, la chispa de tantos diálogos irónicos y situaciones cómicas, no estás solo!!!; si todavía no la has visto, acude y prueba porque ni idea de lo que sentirás!!!

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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20 de setiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film del estimable Tavernier, que yo personalmente tenía muchas ganas de ver.

Se trata de describir el día a día del ministro frances de Asuntos Exteriores y su gabinete de colaboradores, algo que a mi al menos me interesa, y además pretende hacerlo con gracia, ironía, pero asentada en la realidad más pura y dura de lo que rodea el trabajo de un ministerio, y la personalidad excesiva de Dominique Villepin, que es en quien se basa la historia.

Pues bien, teniendo en cuanta la curiosidad e interés que me produce este mundillo, y algunos aspectos interesantes que te descubre, la pena es que el vodevil, la caricatura, el histrionismo, gana a la ironía, la elegancia, que creo que se adecuarían más al tono que requiere la historia. Da la impresión que Tavernier prefiere tomar como referencia a los hermanos Marx en vez de a Billy Wilder, y claro esto hace que lo gracioso se torne en ridículo y lo que tiene de veraz se desvirtúe ante un exceso de caricatura.

Una historia que creo que hubiera requerido mayor contención, pero que en cualquier caso no deja de tener su interés.
zymu
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27 de setiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A una película sólo hay una cosa que no se le puede perdonar: que sea aburrida. Y Crónicas lo es, y mucho, al menos para mí. La idea de hacer una parodia sobre el mundo de la alta política, donde las apariciones grandilocuentes y los discursos "de calado" son a veces poco más que humo y fanfarrias, y donde la realidad es más sórdida y prosaica de lo que pudiera pensarse, me parece bien. Pero si el medio para hacer esa parodia es una película plana, sin gracia, que da vueltas a lo mismo una y mil veces, la misión no está cumplida. Por tanto, es imperdonable por aburrida, pero no importa, ya la he olvidado.
lestafier114
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26 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a películas de un marcado corte social, sorprende que el veterano realizador francés, Bertrand Tavernier, se descuelgue con esta comedia. Es cierto que se desarrolla en los entresijos del ministerio de asuntos exteriores, pero la verdad es que aunque no falta cierto tono paródico, en el fondo se trata de un film más bien cómico.

Tavernier se ha inspirado en un cómic de Abel Lanzac y Christophe Blain (quienes también son los encargados de firmar el guión), en el que se retratan las vivencias de un joven dentro del ministerio de Villepin. En el film, el ministro es Taillard de Worms (Thierry Lhermitte), una persona enérgica y de verbo fácil que contrata al joven Arthur Vlaminck para que le escriba los discursos. El relato está realizado desde el punto de vista de Vlaminck, el cual pasa a formar parte de un curioso gabinete con el que Taillard de Worms trata de lidiar con asuntos internacionales de primer orden.

El hecho que Tavernier evite situar al ministro en un partido político (aunque se intuye que es de derechas) da cuenta de la voluntad por parte del realizador de presentar al ministro como una figura ajena a las corrientes ideológicas de la derecha o de la izquierda. También ayuda bastante que trate de la cartera de exteriores, que acostumbra a ser el ministerio que menos desencuentros tiene entre los partidos políticos.

De esta forma, Tavernier se centra en la persona y no tanto en su sesgo ideológico. Porque lo cierto es que pese a algún que otro inserto (que chirría bastante, todo hay que decirlo), el realizador parece preocuparse más por la situación divertida en sí, que no por realizar un ácido retrato sobre la política francesa. El Taillar de Worms que retrata Tavernier es un tipo enérgico (cada vez que entra por una puerta los papeles vuelan en un gag quizás excesivamente repetido), siempre está en movimiento, y con una verborrea considerable y su mayor preocupación es cubrir todos los frentes de lo políticamente correcto en sus discursos. Aquí entra en escena Vlaminck, quien entra a formar parte de su gabinete aunque apenas puede seguirle el ritmo a tan enérgico personaje y que poco a poco tendrá que ir puliendo su propio estilo para adecuarlo a las necesidades del ministro. Por el camino pasará por no pocas visicitudes e irá aprendiendo a desenvolverse con cierta soltura en un mundo que parece estar al margen del mundo real.

Por la velocidad de los diálogos y la inmediatez que pretende reflejar el realizador, recuerda en cierta forma a la gran "Uno, dos tres" de Billy Wilder, aunque carece de la acidez del genial realizador austríaco. Aún así Tavernier consigue dar un tono cómico a un ámbito como es el político de cuyas decisiones dependen millones de personas de un país, pero cuya voz no parece ser escuchada, ahogada por la voz de los propios políticos más preocupados en transmitir mensajes grandilocuentes y en escucharse a sí mismos que a los demás, mientras se refugian en antiguos palacios decimonónicos durante el tiempo que dura su mandato. Seguramente a Tavernier se le de mejor la crítica social que la comedia, pero también es cierto que algunas ideas entran mejor con una sonrisa.
manulynk
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