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El blanco del ojo

Thriller En una pequeña poblacion se estan cometiendo terribles asesinatos a mujeres de buena posicion social. Varios detectives se trasladan al lugar para investigar quien puede ser el asesino. Segun las pistas, todo apunta al marido de Joan, llamado Paul; que segun ella es un marido ejemplar. A partir de entonces, empezara para Joan un laberinto de sospechas y paranoias por la inseguridad de si de verdad el hombre quien ella creia que era un ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
15 de abril de 2021
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El Blanco del ojo (1987) es una de aquellas películas que para los que estamos muy curtidos en cine nos devuelve la fe en el séptimo arte. No porque sea una gran película, que no lo es, sino porque te demuestra que cuando pensabas que lo habías visto todo, encuentras algo que te descoloca totalmente. Eso es la película que dirige Donald Camell, una obra que no tiene parangón y en la que se mezcla talento e incompetencia a raudales. La película se puede ver en Filmin.

La tarea del crítico ante esta película es difícil. ¿Cómo podríamos describirla? La película arranca como una especie de Giallo, en la que rápidamente el director enseña sus cartas: El preciosismo y la virtud del plano esteticista van a acompañarnos durante todo el metraje. En el asesinato inicial somos totalmente conscientes de una puesta en escena en la que se intenta presentarnos una serie de planos que tienen muy en cuenta como se han distribuido sobre ella los diversos objetos

Son cuadros pictóricos (se cita el cubismo, que podría tener cierto sentido en cuanto este estilo era una recomposición de los diversos planos visuales que componían la realidad). Pero el lenguaje de Donald Camell no es el cine, y esto se nota, porque la película es un despiporre en cuanto tiene que dejar los planos estáticos. Un sobreabuso de la Steady cam a la que continuamente se recurre parece ser el único recurso útil del director en las escenas que tienen lugar en exteriores. 

Podríamos pensar que después del asesinato inicial con el que se abre la película nos encontraríamos con un Giallo en el que lo interesante recae en el descubrimiento de la identidad del asesino. O un slasher, en el que lo importante fueran las secuencias de asesinatos y su espectacularidad visual. Ni una cosa ni la otra. El Blanco del Ojo tira por un camino propio en el que a pesar de que el terror y la repulsión están siempre muy presentes, no nos encontramos con un rumbo claro y delimitado.

Por momentos la película se sumerge en la vida de una comunidad, muy al estilo de Twin Peaks, con sus secretos y entresijos que bordean lo sobrenatural. Pero también nos encontramos con una subtrama semierótica en la que las obsesiones se retratan de una manera muy turbia y efectiva.

La policía empieza a investigar el asesinato, y parece que de algún modo, el personaje que interpreta a David Keith está implicado en este. Seremos pues testigos de las andanzas de este personaje, que parece que mentalmente no es demasiado estable. Ya de primeras el filme nos presente una secuencia en la que este personaje parece tener algún tipo de poderes extrasensoriales, que por otra parte nos descoloca totalmente, por la manera bizarra en la que está rodada la escena. 

La película se adentra en temas como el salvajismo, unido a la mentalidad atávica del hombre, muy patente en las comunidades norteamericanas en las que aún hay un enorme contacto con la naturaleza y la caza de animales es aún un acto totalmente cotidiano. Ese salvajismo florecerá con los asesinatos, que parecen dar rienda suelta a una especie de cacería humana. Sin embargo la película no se constriñe a dar explicaciones, sino que prefiere ser más sensible y simplemente ofrecer una panorámica. 

A veces se generaliza diciendo que David Lynch realiza películas que son sueños plasmados al cine. No estoy de acuerdo con ello. A pesar de la más que evidente genialidad del cineasta, incluso en las escenas más "oníricas" de su filmografía, la sensación que tiene el espectador no es la de estar en un sueño. Porque precisamente el talento del cineasta entre en escena, para dotar a la película de un particular lenguaje cinematográfico. Dentro del aparente caos, hay un orden en el que Lynch organiza como director de orquestra. De ese "orden" externo a lo que es la obra, pero que la constituye, somos siempre conscientes.

Sin embargo, El blanco del ojo si podría ser una "pesadilla" hecha película. Porque a pesar de las evidentes intenciones estéticas del cineasta (Qué para más Inri, cita diálogos en los que se menciona a artistas como Picasso), que además, tiene formación como pintor, sus carencias como cineasta no presentan un orden externo o interno. Todo parece un caos en el que lo único que puede hacer el espectador es dejarse llevar por el desorden y la aleatoriedad. 

El hecho de que Camell no tiene demasiada idea de cinematografía lo demuestra la fotografía del filme. Las localizaciones del filme (El desierto de Arizona) tienen una luz natural muy potente, que llega a quemar totalmente la fotografía de la película. En ocasiones es tan llamativo el deslumbramiento que parece estar viendo una película que no tiene una factura terminada, sino una copia de una prueba de rodaje. El blanco domina prácticamente todo el metraje como en un sueño celestial. 

La música, compuesta por un miembro de la banda Pink Floyd, Nick Mason. Está fatalmente seleccionada y provoca auténticos quebraderos de cabeza. 

Conclusión

El Blanco del ojo es un accidente de tráfico sobre el que uno intenta pero no puede apartar la mirada. Recomendada para todo aquel que sepa apreciar categorías que van más allá del bien o del mal.
Kyrios
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