Pánico en la granja

Tras arruinar la reputación de Cannes y de Sitges llega a nuestras pantallas "Pánico en la Granja", una película en stop-motion. Como profesor de ésta misma técnica en Georgetown, he de decir que los autores la usan con maestría. Algunos efectos, como el fuego, no son más que papel pintado descuidadamente y las bocas de los personajes ni siquiera se abren cuando hablan, pero estos detalles son gracias de la película, pues los autores demuestran ser capaces de virguerías excepcionales (agua, vuelos, escenarios impresionantes). Además, el universo de la granja tiene atmósfera propia y los cielos son muy bonitos, a pesar de que la lluvia me parece que la hacen por ordenador.

En fin, todo esto no importa porque el guion es una burla para el espectador. He leído por aquí que Stéphane y Vincent trabajaron en él tres años: nada más lejos de la realidad. Lo que hicieron estos dos buenos amigos fue grabar unos cuantos gags más o menos relacionados con el esquema o sinopsis que habían realizado del guion (que sin duda nunca fue terminado) y hacer que cuadrara en la sala de montaje (esto es, el salón de Stéphane) Así que la trama resulta una sucesión de bufonadas o Slapsticks sin sentido que no convergen en nada, y que no importan a nadie. Los capítulos de la serie (de cinco minutos) están bien para los cinco minutos últimos de cada jornada laboral (esos que pasan más lentos que las 7'55 horas anteriores) pero al tratar de llevarlos al formato de largometraje, como viene siendo habitual en toda la historia del cine, el resultado es un (¡todos juntos!): ¡COÑAZO!