La sirga

La violencia se puede mostrar en forma de tranquilidad absoluta, de una pausa que no contiene paz, en una rutina que dice todo lo que esconde. La sirga es violencia en pausa, es miedo detenido, la tensión de la espera del horror. La sirga es la violencia de la soledad, tan ajusticiadora e implacable como los otros monstruos que acechan la población.

La película de William Vega es capaz de trasmitir más allá de lo que llega a contar, no se sabrá bien que ocurrió, el director decide no darle importancia, ¿Que cambiaria saber nombres, saber porqués, en ese aislado hogar? No se alterarían las comidas silenciosas, ni la espera, ni el miedo, ni el final.

Quizás dentro del contexto colombiano esta película tenga su encanto, pero desde España, sin conocer el día a día de aquellas tierras, se ve como una película lenta y monótona en la que apenas pasa nada.

Llama la atención lo independientes y huraños que son los personajes. Aunque conviven a diario, no muestran afabilidad ni cariño entre ellos. Me comentó un venezolano una vez que en su país cuando alguien se te arrima es porque algo busca, que no es como en España que cualquier extraño habla un rato contigo en la cola del autobús, o paseando al perro, o en el bar, por simple simpatía. Parece que en Colombia es igual.

Viendo las casas de 'La sirga', hechas con cuatro maderas mal puestas y unos plásticos, uno reflexiona sobre qué poco es necesario para vivir cuando tienes libertad para hacerlo.

No creo que 'La sirga' sea mala, pero su mensaje no me llega. Me ha aburrido mortalmente.