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El médico

Aventuras. Drama Adaptación de la novela histórica homónima de Noah Gordon que se convirtió en un best-seller en 1986. Ambientada en Inglaterra, en el siglo XI, narra la historia de Rob Cole (Tom Payne), un joven que se queda huérfano al morir su madre víctima de una extraña enfermedad. Esta circunstancia lo anima a irse a Persia a estudiar medicina bajo la tutela del sabio doctor Ibn Sina (Ben Kingsley). (FILMAFFINITY)
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2014
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente pelicula creada por Philipp Stölzl y protagonizada por Tom Payne de forma magistral. El guión basado en una novela de Noah Gordon y que recrea el siglo XI y la medicina que se halla en su máximo esplendor en Siria con el gran cientifico Avicena. Hasta allí llega Rob J. Cole para aprender la profesión y posteriormente traerla a Inglaterra y avanzar en las investigaciones cientificas.
amarin
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7 de enero de 2014
6 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi descontento con esta película es mayúsculo, enorme, gigantesco y mi enfado pantagruélico. Es cierto que el cine de masas no es más que un medio, un lenguaje que vertebra pensamientos mediante el entretenimiento puro y de disfrute; pero el ejercicio de lanzar panfletos desde aviones camuflados como inviolables estamentos cinmeatográficos, crei que era un fenómeno que el tiempo había relegado al pasado. Paso por atontarme con comedias ligeras, disfruto como el que más con el cine de aventuras y sí, yo crecí adorando a Leslie Nielsen; pero por lo que no paso es por pagar una entrada para visionar un panfleto de propaganda barata mal construído y tener que aplaudir porque es una fiel reconstrucción de una novela de Noah Gordon que marco las adolescencias tardías de los 90.

A cualquiera con dos dedos de frente le parecerá lógico pensar que el lenguaje literario y el cinematográfico están a millas de distancia entre sí, entonces, ¿porqué contentarse con las fórmulas de siempre? es decir, ¿qué lleva a un director a tergiversar el lenguaje de una obra literaria y tirarlo por el suelo? ¿en qué cabeza cabe que sodomizar a la americana una película vaya a ser una buena opción?

Lejos de ser cine histórico, épico, ni siquiera un menoscabado intento por parecerse a un celebérrimo documental fruto de una BBC en sus mejores tiempos, El médico se queda en una reconstrucción cutre y vanal de algo que no pasa de Canal de Historia. Pero el problema no es ese. La cosa no queda ahí. Lejos ya de crear una buena obra, con un buen guión, o simplemente algo que se pueda ver sin pensar, ¡¡que los tontos como yo nos complacemos con poco!! El médico se convierte en una amalgama de frases hechas sin sentido y de imágenes propagandísticas con un solo fin. De repente, te das cuenta de que estás en mitad de un conflicto entre Irán y el mundo y por supuesto, los iraníes son los malos de la película. Las imágenes son de una modernidad hiriente hasta el punto de que los mulás podrían estar sacados de cualquier reportaje de Al yazira.

Es lamentable acudir al cine a tener que tragarse un alegato anti-islámico o islamófobico de tal magnitud.

Lenguaje malo, música apabullante, montaje mediocre, trasfondo insultante, fotografía mediocre, guión ausente y actuaciones sobrecargadas.

El punto: una película con semejantes títulos de crédito ya se presenta como lo que es.

Nota: 2

Curioso momento histórico para que un alemán haga ésto. Y siempre con Ben Kingsley de fondo.
NAPS
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9 de enero de 2014
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película mediocre donde las haya. Se trata más bien de tres capítulos televisivos hechos con pocos medios y en escenarios pobres. Creo que han probado a ver si funciona bien en el cine y si es así invertir un poquito más para hacer las siguientes partes de las que consta la historia.
AGUSTIN MOHACHO SANCHEZ
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25 de diciembre de 2013
6 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, como bien sabemos, es de naturaleza bicéfala. Es arte y es industria al mismo tiempo. Sin entender cómo funciona lo primero no puede entenderse lo segundo (y viceversa). Por extensión, tampoco puede entenderse el conjunto, que es complejo, sí; puñetero, por no emplear palabras malsonantes. Cuando entramos en el apartado de las comparaciones (que es en donde, tarde o temprano, nos gusta instalarnos), por supuesto toca tener en cuenta estas dos caras de la misma moneda. ¿Qué es lo que hace que una película sea mejor que otra? El talento de quiénes están detrás de ellas, por supuesto. Pero, ¿qué es lo que hace que una película luzca mejor más que otra? Lo ahora mencionado, de acuerdo, pero también los medios. Y es que como dijo aquel sabio, el dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.

Tres cuartos de lo mismo, como casi siempre, para el séptimo arte... o la séptima industria, que, como se ha dicho, es prácticamente lo mismo. La cinematografía europea (si se permite el englobe), exceptuando los fastos y los arrebatos de los pioneros (ya saben, cuando empezamos todos desde, más o menos, el mismo punto de partida), así como alguna que otra -derrochadora- excepción histórica, ha tenido que vivir siempre bajo la sombra de la estadounidense, sobre todo desde que los ''independientes'' (qué tiempos aquellos) se instalaran en California. Que conste, una vez más, que en la batalla de lo intangible, de aquello que no puede reducirse a meras cifras, el resultado de la contienda se salda en un empate técnico (para no entrar en detalles que ahora mismo no vienen demasiado al caso). Sin embargo, cuando se llama a los de contabilidad, el viejo continente pierde por goleada, más que por deméritos propios, por el aplastante estado de forma del equipo rival.

Históricamente, ni falta hace decirlo, Don Dinero se ha sentido mucho más cómodo en el otro lado del charco. Afortunadamente, sabemos que las excepciones confirman la regla. Esto sumado al hecho de ver el legendario acrónimo UFA (aunque no sea estrictamente lo mismo, ahí quedan las buenas vibraciones) presentado al filme que ahora nos concierne, debería despertar, en el espectador mínimamente entendido, leves brotes de esperanza en lo referido a ver algo insospechado. Esto es, un espectáculo cinematográfico de primera línea proveniente de Europa (de Alemania, para ser más concretos). 'El médico', best-seller firmado por el norteamericano Noah Gordon, ha tardado exactamente 27 años en hacer el salto a la gran pantalla. Más de un cuarto de siglo ha pasado entre 1986, año de su publicación, y 2013, año de su estreno en las salas de cine. Tiempo suficiente para que la industria que finalmente se ha hecho cargo de él, se haya estabilizado y haya recobrado buena parte de la fuerza de antaño.

Esto es precisamente el nuevo trabajo de Philipp Stölzl, una encomiable (por insospechada... así somos los escépticos) muestra de músculo (a nivel productivo, se entiende) desde una parte del mapa que, para estos efectos, teníamos totalmente olvidada. 'El médico' el regreso de la apuesta europea por el híper-impeditivo (una vez más, hablamos de recursos económicos) género de la épica histórica. Para los demás, significa reencontrarse con el cine que ayudó, sobre todo a lo largo de las décadas de los cincuenta y de los sesenta, a hacer de Hollwywood el monstruo que ahora todos conocemos. Sin alejarnos del terreno de juego, implica también la recuperación de aquellas películas con las que se atrevían, desde el Reino Unido, mitos de la talla de Zoltan Korda. Por ejemplo.

Las buenas noticias se imponen pues, por pura contundencia (de esto se trata), a las malas, que también las hay y deben ser tenidas en cuenta. A saber, un metraje de más de dos horas y media que, por muy bien llevada que esté la narración (y que conste en acta: lo está), es por definición excesivo, y demasiadas concesiones maniqueas a un tema (el del fanatismo religioso, sobre todo el que mancha a la cultura islámica) que por su gravedad y -desgraciadamente- actualidad, deberían haberse dejado para otras problemáticas que penalizaran menos el simplismo inherente en este tipo de shows. Porque al fin y al cabo, las aventuras de Rob J. Cole, acaecidas a lo largo de su viaje iniciático para formarse como médico (y por supuesto, como persona) en el hervidero cultural de la esplendorosa Isfahán, obtienen en el cine el mismo tratamiento que se deriva del buen top ventas literario. La Historia, reconstruida a conveniencia, y de forma más o menos rigurosa, cobra vida y se hace irresistiblemente atractiva, en lo que es un espectáculo clásico completo (convence, aunque sea a base de mínimos, en el amor, la acción, el suspense...) y sustentado principalmente en un gran despliegue de medios. El relato íntimo se funde con la semi-ficción colectiva y la reflexión (accesible donde las haya... de esto se trata también) funciona casi tan bien como la evasión. Mientras, la personalidad autoral se sacrifica provechosamente por la buena aplicación de un manual que, aunque parezca venir de otros tiempos y de otras latitudes, demuestra, por enésima vez, que está, precisamente, por encima de cualquier época, frontera o religión. Tan universal como el sueño que en su día llegó a encarnar la propia Isfahán.
reporter
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