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Pink Flamingos

Comedia Babs Johnson (Divine), una guarra que vive con su gorda madre y su hijo en una caravana, acaba de ser nombrada la persona más inmunda del mundo por un periódico local. Pero los Marble, un matrimonio que, entre otras cosas, vende heroína en los colegios y venden bebés a lesbianas, no pueden consentir que Divine les supere en suciedad y depravacion, así que deciden tomar cartas en el asunto. Un filme no apto para mentes sensibles que ... [+]
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2008
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comprendo que para algunas personas pueda resultar un tanto repugnante, pero a mi entender se trata de una genialidad...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
P Boo
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29 de marzo de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De lo más sucio y repulsivo que he visto. Las grotescas imágenes quedan resonando en la memoria, es un festín del mal gusto; un carnaval demencial e inhumano; una oda a la irreverencia... Hacen falta adjetivos para describir ¨esto¨. La película en sí me pareció mala, no me gustó, pero no puedo negar que tiene algún merito haberla rodado. Una especie de leyenda de terror que hay que verla para creerla. Junto con ¨Salo¨ de las cintas que más me han perturbado, y que me han puesto a pensar en lo jodido que está este jodido mundo. Señor Waters, cuarenta años después, usted sigue siendo la persona más guarra del mundo.
Orlak
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18 de junio de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Waters no se anda por las ramas. Quería hacer la película más inmunda y lo consiguió. Para ello contó con sus “dreamlanders” habituales, como sus amigos de la infancia Mary Vivian Pearce (en el papel de Cotton Johnson) y el drag-queen Divine (en el papel de Divine/Babs Johnson), junto con Mink Stole (como Connie Marble), David Lochary (en el papel de Raymond Marble) o Edith Massey (como Edie Johnson). Pink Flamingos es el mal gusto filmado, la personificación de la escatología, es soez, desagradable, anti-glamour proto-punk en unos momentos, en 1972, dónde la moda estaba marcada por los derroteros del glam rock abanderado por Marc Bolan, David Bowie o Slade. La zafiedad de esta cinta no tiene límites, va más allá, mucho más allá del mal gusto, aderezado con temas como el canibalismo, las drogas, violaciones, asesinatos, el fetichismo sexual, vouyerismo, sado, la zoofilia, el incesto, la pornografía y como no, la coprofagia (momento escatológico al final del film, dónde Divine se come literalmente un zurullo de un perro en la calle). De lo que no hay la menor duda es que Waters no te deja indiferente, consigue su propósito al 100%, provoca, transgrede los pilares de la buena sociedad, de la decencia y el buen gusto. En fin, que me encanta, y me hubiera encantado ver que caras pondrían algunos espectadores en el estreno hace ya 40 años. No apta para estómagos sensibles, puritanos y gente decente en general…. Resaltar como lado amable del film su banda sonora, repleta de clásicos de finales de los 50s y primeros 60s (The Trashmen, Bill Haley and his Comets, … )
Dako Déjà Vu
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8 de febrero de 2014
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“Si la gente vomita al ver mis películas eso es para mí como una ovación de pie” (John Water).

Qué decir de esta película que no se haya dicho ya, más que después de verla, haber leído mucho sobre ella y saber lo que iba a ver, todavía me ha dejado alucinado, estupefacto, una película que después de más de 40 años no deja indiferente a nadie, por todo eso mi nota es un 10 rotundo.

Si no sabéis quién este genio recomiendo ver encarnecidamente su ópera prima "Pink Flamingos".

En palabras de Waters, ésta es la génesis de su obra maestra:

“Tuve la idea de la película la primera vez que conduje desde Baltimore a California, para ver el juicio de Charles Manson. Vi todos esos flamencos por todas partes, en cada trailer, justo en el centro de Norteamérica, y me di cuenta de que realmente era el símbolo de algo, una cierta clase de tranquilo mal gusto en el que encontré una elegancia en su propia manera raída.”

“Yo sólo quería hacer una película que pudiera hacernos reír a mis amigos y a mí. Ciertamente nunca pensé que estaría hablando acerca de esto 25 años después. Pero estoy muy orgulloso, y pienso que se sostiene. La he visto con toda clase de públicos, y tres generaciones después aún tiene el poder de poner a la gente nerviosa. Es una pequeña bomba terrorista, lo cual es lo que yo siempre quise que fuera.”
gambastyle
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27 de octubre de 2014
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Dijo François Truffaut en boca de Bertrand, protagonista de "L’homme qui amait les femmes" (1977), que “Las piernas de las mujeres son compases que recorren el planeta en todos sus sentidos, dándole equilibrio y armonía”. Pues bien, esta parece la máxima que siguió Divine en "Pink Flamingos" (John Waters, 1972), su paseo por Baltimore y su extrarradio es una de las escenas más emblemáticas para el público medio, lógicamente.

Al ritmo de “The girl can’t help it” desfila ese tercer sexo que se erige en la protagonista. Caer en la convención de mencionar que Divine “era” en realidad Harris Glenn Milstead no deja de ser una convención limitadora, y más cuando el personaje ultra-sobrepasa tales extremos. El lenguaje sigue siendo demasiado convencional para hablar de ciertas concepciones del ser.

Si utilizo la etiqueta de “espectador medio”, es para acotar el público en búsqueda de esa persona “normal”, sin afición alguna por el menú de parafilias que muy amablemente, y sin tapujos, nos brinda Waters. Basura por doquier. “Trash” que procura una sonrisa, si uno se permite otorgarse el beneplácito de intentar comprender las coordenadas de ese humor ya sin gusto, inútil la media tinta de “dudoso”.

Ciertamente, "Pink Flamingos" es una performance caduca ya en su mismo visionado, difícilmente el público generalista pediría un segundo visionado. Sin embargo, uno de los elementos alejados del universo de Divine sí es reseñable: la banda sonora. Música de los años 50 y 60, generalmente de populares bandas de cantantes de color, como The Tyrones, The Tune Weavers y The Robins; pero también con el fogonazo de incansables solistas, ahí está Little Richard; y la meliflua Patti Page, que desde luego, no debe estar nada contenta con la escena que adornó su canción.

La filmación es ostensiblemente amateur, de una pobre calidad, y Waters, al no poder grabar el sonido en exteriores, muy sabiamente convierte esta desventaja en un logro consumado, ¿cuál era la solución? La banda sonora. Música que afortunadamente acelera el ritmo de la película, cubre el excéntrico, pero débil guión; y mediante el uso de canciones aceptadas socialmente, incluso conservadoras, genera una parodia del sistema aún más estridente. Celebrar el aniversario de la protagonista con un “happy birthday” de nube de azúcar, elegante, a la vez que propio de la piruleta de Lolita, solo puede abrir el apetito a centenares de huevos. O a gallinas. Para gustos…

Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/10/27/born-please/
Polimnia
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