La casa de las dagas voladoras

con esa cancioncilla y ese baile sinuoso que no te hace pensar en el baile con los tambores, una auténtica danza, que viene a continuación.

Porque en las películas de Yimou todo es danza, ya sean los bailes como las luchas, que son preciosas y en ningún momento se hacen pesadas.

Como escena podría recalcar cuando llegan al prado de flores, cuando el personaje de Takeshi Kaneshiro va a caballo recogiendo flores para ella. Y claro, imposible no hablar del final, de ese hermoso, trágico final repleto de amor, donde se demuestra hasta qué punto la gente puede luchar por las personas que quiere. En aquel momento, me saltaron las lágrimas sin poderlo evitar.

Y también comentar la magnífica música que acompaña este viaje inolvidable.