Locos del aire

Oliver Hardy es en exceso metódico y tiene bastante de cretino. Stan Laurel es un tipo simplón y muy, pero muy despistado. Pero como pareja, solo existe un calificativo que haga justicia a Laurel y Hardy: destructivos.

Y quien no haya degustado el gozoso placer de experimentar su jocosa fuerza devastadora, The flying deuces es un apropiado botón de muestra donde dos legionarios de pega arrasan con todo y no dejan títere con cabeza.

Y de antología es la escena en la que Stan parodia a Harpo Marx y su facilidad para sacarse un arpa de la manga y dar un recital de virtuosismo. Un simpático guiño a sus colegas y rivales Hermanos Marx, no desprovisto de cierta mala leche.

Laurel & Hardy no hicieron siempre excelentes películas… pero ¿acaso ha habido alguien que siempre hubiese acertado? Para 1938, el largo contrato que la MGM mantenía con Stan Laurel había terminado y, curiosamente, seguía activo el que había firmado Oliver Hardy. Entonces, el productor Hal Roach quiso jugársela creando un nuevo dúo: Oliver Hardy & Harry Langdon, y consiguió que aparecieran juntos en la película “Zenobia”, pero el público no la vio con buenos ojos porque, por bueno que fuera Langdon, todo el mundo añoraba al entrañable Laurel.

Sabido esto, al año siguiente, la RKO volvió a reunir a Laurel & Hardy en este filme un tanto liviano, pero que, contra todo, resulta entretenido por la siempre animosa presencia del maravilloso dúo que, con sus gestos, torpezas y mañas, consigue que mantengamos una sonrisa bien dibujada en la plenitud de nuestro rostro, aunque lo que hagan no dé cuenta de una holgada brillantez.

“LOCOS DEL AIRE” la dirige el veterano Edward Sutherland, y curiosamente, en la escritura del guión se contó de nuevo con la participación de Harry Langdon. Se trata de que, de turismo por París, el gordo y el flaco se hospedan en un hotel atendido por un puñado de adorables chicas (ese plano grupal de las cuatro amigas de Georgette observando al par de tontos, es para enmarcar). El gordo queda prendado de la bella camarera, pero la chica está ya enamorada del legionario Francois, y así se lo confiesa cuando el gordo la pide en matrimonio. Éste, entonces, decide suicidarse arrastrando con él a su leal compañero, y en el divertido intento de arrojarse al río Sena, un legionario los anima a ingresar a La Legión Extranjera como una forma efectiva de olvidarse de aquella chica.

Desde entonces, habrá lugar para unas cuantas torpezas, uno que otro sabotaje, un cargo de condena a muerte por deserción, una fugaz estadía en chirona con túnel incluido, algunos gags un tanto divertidos, un vuelo de improviso muy bien realizado… y también hay espacio para que, Laurel & Hardy, canten y bailen la canción “Shine on, harvest moon”; y en la cárcel, convirtiendo la base alambrada de su catre en una improvisada arpa que suena con la mayor armonía, Laurel interprete una suave melodía para encantar el tiempo (un evidente, y bien logrado, homenaje a Harpo Marx).

Jean Parker (una de las “Mujercitas” de G. Cukor) es Georgette, la joven que inspirará amor y celos en los caballeros que la rondan y, James Finlayson, seguirá al asedio de los infortunados Laurel & Hardy, esta vez como el despistado carcelero.

Ah! Y mucho ojo con desear reencarnar en algún bicho raro, porque a veces los deseos se hacen realidad.

Título para Latinoamérica: “TONTOS DE ALTURA”

Le tengo un especial cariño a esta película y no comprendo a los que le dan la valoración tan baja. Seguramente se han equivocado al verla, pero si de verdad sabían lo que iban a ver no lo entiendo.

Es como si quieres que a un niño de 8 años le guste una película con una trama muy compleja, o como si a otro que le gusten las películas de pensamientos profundos le pones un clásico de dibujos animados de Disney. Hay que valorar las películas en su contexto; no la comparéis por ejemplo con El Padrino, porque estamos hablando de dos cosas completamente distintas.

Dicho esto, efectivamente es una película principalmente para nostálgicos de las películas de la época. Creo que dentro de ese contexto es una película bastante bien hecha para esos tiempos y además resulta muy simpática. Está llena de buenos gags de la pareja. No es la mejor de la pareja pero me parece que destaca sobre otras de su filmografía.

Estamos hablando de los primeros años del cine sonoro, con el tipo de humor que se gastaba por aquel entonces, donde se percibe un cierto cambio en la concepción de las comedias con respecto al no muy anterior cine mudo. Personalmente estas películas me resultan claramente inferiores a algunas anteriores del cine mudo, como por ejemplo las del genial Buster Keaton, pero no por ello dejan de ser simpáticas y si te dejas sumergir en la época las disfrutas con sumo agrado. SI no te van este tipo de películas de época, mejor abstente de verla y de valorarla.

Creía recordar que las comedias del Gordo y el Flaco eran más locas, desenfrenadas y desternillantes pero recordaba mal, supongo que eran ganas de recrear supuestos recuerdos de la adolescencia.

Ya sé que venían del cine mudo que era un cine ingenuo, no es una película militar, épica, ni sentimental, sino una comedia ligera.me duele decir que aunque tiene alguna escena graciosa, otras con cierta fuerza poética pero se pierde en una trama naif, infantil, insulsa. Un humor ingenuo con grasa, que no hace apenas gracia, si eres una persona adulta.

Está bien ver algún scketch suelto pero poco más.

Es de mis películas favoritas de este duo, tal vez porque la he visto muchísimas veces (y no me canso). Tiene una trama simple pero efectiva, tras el desengaño amoroso de Oliver ambos se alistan en la legión para tratar de olvidar a la chica, y como no... la lian, pero en eso consiste este tipo de películas.
Para mí es un humor inmortal.