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Fiebre de sábado por la noche

Musical. Drama En Nueva York, después de trabajar toda la semana en una tienda de pinturas de Brooklyn, Tony Manero (John Travolta) se prepara esmeradamente para disfrutar de la noche del sábado en la disco: se empapa en colonia Brut, se pone una camisa de flores ajustada, pantalones de tela de gabardina y zapatos de plataforma. En la discoteca de moda, Tony deslumbrará a todos con lo que mejor sabe hacer: bailar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2005
112 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es mucho mejor de lo que aparenta. Tony es un personaje muy bien inspirado en la realidad: un muchacho sin plan de vida, desorientado a pesar de su aparente seguridad, que encuentra en el baile el único ámbito donde se le respeta y reconoce (algo que todos los hombres buscamos); en la pista es "poderoso". Pero en el "mundo real" no es más que otro de los miles de jóvenes aplastados por la (post)modernidad, época escéptica y sin aspiraciones, cansada de sí misma. Ni sus padres (materialista el padre, insondable la madre) ni su hermano (en crisis vocacional, sacerdote "a la fuerza" sin vocación para ello) resultan modelos a seguir, o por lo menos un apoyo y guía para Tony (¿no nos resulta extremadamente familiar?), el cual aparece soberbio y desagradable al principio, para mostrar luego su enorme fragilidad, sencillez de corazón y desesperanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lucryer
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2 de marzo de 2007
86 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente me quedo con la imagen del subterráneo y un joven desorientado, mientras se escucha el tema "How deep is your love". Un filme que tiene un bonito recuerdo para mí. Toda un época, el la que los Bee Gees se escuchaban en todas partes y todos queríamos bailar como John Travolta o al menos nos llenaba de emoción el verlo moverse en la pista de baile. Por que el baile es pasión. Llega la noche del sábado y el lugar de reunión en la discoteca de moda. Ahí se olvidan todos los problemas por unos momentos. Y uno escapaba de la monotonía de la vida real. De los consejos de la gente mayor, de los fracasos de los familiares cercanos, de la vida mediocre de una juventud desorientada. Ahí en la disco, Tony es el rey, es aceptado… es el lugar sin limites.

Conozco tus ojos en el sol de la mañana. Siento que me tocas en la lluvia
Y el momento en que caminas lejos de mí
Quiero sentirte en mis brazos de nuevo
Luego vienes a mí en una brisa de verano
Me mantienes abrigado en tu amor
Luego suavemente te alejas
Y soy yo a quien necesitas para mostrar. Que tan grande es tu amor
RAMON ROCEL
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30 de abril de 2009
61 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando yo tenía quince años y llegaba el viernes por la noche (noche que había estado esperando durante toda la semana), me arreglaba con la excitación de mi adolescencia apenas estrenada, y me dirigía a mi encuentro semanal con la discoteca. En aquella época, los chavales del último curso del Bachillerato y de la Formación Profesional del instituto de mi pueblo organizaban fiestas todos los viernes en una disco del pueblo. Con el dinero que obtenían por las entradas, pagaban un porcentaje al dueño del local, y ellos se quedaban con el resto, y así iban ahorrando para el viaje de graduación. En aquellos tiempos, la edad mínima de admisión en esos locales era de dieciséis años y, además, tratándose de la fiesta del instituto, la cosa estaba bastante bien controlada por parte de los organizadores, puesto que la gran mayoría de los que acudían eran menores. Y por otro lado, estábamos en un ambiente de gran camaradería, ya que todos nos conocíamos.
De ese modo empezó mi afición a encontrarme envuelta en la penumbra de luces multicolores móviles y sincopadas, con una música que no sonaba desde un simple equipo de audio, sino desde alguna parte del cielo. Yo no necesitaba más estimulante que ese ambiente semioscuro de iluminación cambiante, repleto de siluetas, esa pista de baile sobre la cual yo no veía la suciedad, las bebidas derramadas, los trozos de cristal de los vasos rotos ni las colillas de los cigarrillos, sino una invitación a volar con alas que brotaban con cada vibración de los altavoces, con cada movimiento del cuerpo que se movía instintivamente, siguiendo el ritmo hinótico de la música. A menudo yo cerraba los ojos mientras bailaba como si fuese la última vez que lo hiciera, como si me fuese la vida en ello, y me dejaba llevar hacia unas alturas en las que me olvidaba del resto de la semana, de lo que estaba fuera de la pista, del mundo entero, y sólo estaba yo con mis sensaciones más profundas. Yo no era una bailarina consumada como Tony Manero, nunca fui la reina de la disco, pero no me importaba, porque lo único que quería hacer era bailar y sentirme ligera. Quemar aquellas losas sobadas y gastadas durante horas al límite.
Y todo sin consumir más que alguna copa, cuando lo hacía, porque generalmente no pasaba de alguna Coca-Cola. Al igual que Tony, yo había aprendido pronto que no necesitaba drogas ni alcohol para divertirme.
Entiendo esas ansias de Tony mientras espera el sábado tras haber estado currando y aguantando las broncas familiares. Entiendo su juventud inquieta, ruda y rebelde, su coraza de seguridad en sí mismo, su preocupación por su imagen, su contundente y a menudo hiriente franqueza, sus ganas de divertirse y de huir de la asquerosa realidad y sentirse admirado por una vez en la vida mientras hace lo que mejor sabe hacer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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12 de abril de 2007
42 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a esta película (mucho más profunda e intensa de lo que pueda parecer en un principio), nace en el cine de Hollywood, una nueva línea temática bastante rompedora, que es el "cine de juventud". Esta línea temática pretende dirigirse a un público más joven, pero no con la intención única de entretenerles sino de que se identifiquen al máximo con los protagonistas y demás personajes y con la intención de que reflexionen acerca de sus vidas y lo que les rodea.

Esta película profundiza en la psiqué de algunos de sus personajes y analiza la sociedad norteamericana de una forma radical, agresiva y también simpática, reflexionando acerca de temas hasta entonces tabúes, como el saderdocio y el celibato, el aborto, las nuevas drogas, etc.

Además cuenta con una de las B.S.O. más famosas de la historia del cine con los Bee Gees de fondo. Una auténtica película de culto, que rompe también con el lenguaje clásico de Hollywood como ya se venía haciendo desde mediados de los 50, no ya con el discurso sino con su propio enfoque diegético.
antonio_corleone
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18 de diciembre de 2007
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una atemporal mirada (descartando el poliéster y las plataformas) a la juventud marginal de cualquier tiempo y cualquier ciudad. Escapar, aprovechando nocturnidad y alevosía, de un futuro sin salida. No hay sueño americano, no hay trabajo duro y merecidos resultados. Es el escapar con la música, con el sexo; vivir únicamente dos días a la semana: cuando se puede ser el rey. Sentir cada nota resbalando sobre tus movimientos, suspenderse en el tiempo durante el cual una canción se hace eterna.

Confusión. Miedo. Saberse de antemano un perdedor.

Increíble Donna Pescow, sobre todo en la escena de los preservativos.
steppenkatzen
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