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Después de mayo

Drama París, principios de los años 70. Gilles, un joven estudiante de 18 años, está inmerso en la efervescencia política y creativa de la época, marcada por los recientes cambios sociales propiciados por el Mayo del 68. Como sus compañeros, se debate entre el compromiso radical y sus aspiraciones más personales. Los encuentros amorosos y los descubrimientos artísticos conducirán a Gilles y sus amigos primero a Italia, y posteriormente a ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
17 de junio de 2013
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despéus de mayo es una evocadora reflexión sobre determinadas tendencias humanas que conecta directamente con el apartado emocional. Salir de su visionado es como regresar de un viaje de los que dejan huella en la memoria sensorial, de los que ahondan en todos nuestros sentidos. Vamos, un viaje de los que se disfrutan de principio a fin. La asombrosa capacidad de Oliver Assayas para plasmar en la pantalla una época ya inexistente logra que cada secuencia atrape nuestra curiosidad antes de que el intelecto pueda realizar ningún juicio. Perdóneseme la pedantería, digamos que sentarse a contemplar el último trabajo del aclamado director francés es algo así como caminar por primera vez por los callejones de un pueblo desconocido: cada plano capta nuestra atención y despierta nuestra curiosidad como lo harían las esquinas de Venecia a los ojos de un viajante recién llegado. Una suerte de efecto hipnótico que, en cierto modo, hace difícil identificar la inmensa cantidad de reflexiones que se esconden detrás de una aventura que va mucho más allá de la mera reproducción histórica.

Pero por más evocadora que sea la mirada de Assayas no existe en ella mitificación alguna. De hecho, parece que el objetivo del director es precisamente desentrañar la verdadera personalidad de un movimiento social que prometió mucho más de lo que en realidad aportó. Y para ello plantea un cuidadísimo desarrollo de personajes mediante el cuál podemos ver cómo estos actúan únicamente en beneficio de su propio crecimiento personal, lejos del compromiso social que a menudo aseguran ejercer. Desde el clásico hijo de familia rica cuyo tiempo libre (es decir, todo el tiempo) le permite hacer volar la imaginación (seguramente el hippie más clásico que se conoce) hasta el hijo de trabajadores maltratados que siente un verdadero compromiso con la lucha (esta normalmente manifiestada mediante ráfagas de violencia coartadas por un discurso libertador); todos ellos actúan en realidad en beneficio propio, y es el medio a reconocer este hecho (en realidad nada reprochable) el que termina por convertir su movimiento en una nueva sociedad tan desperfecta como la que denuncian.

De hecho, el conjunto de personas que forman la sociedad alternativa que Assayas nos muestra acaba asemejándose más a un vertedero de jóvenes desorientados que a un auténtico encuentro de revolucionarios. Dicho de otro modo, la revolución hippie que acabamos descubriendo no es más que un concepto intangible usado por los jóvenes como excusa para ahorrar el esfuerzo que supone elegir el camino propio. Se trata de un concepto usado por autodenominados filósofos, nuevos visionarios del arte y ficticios directores de cine; en definitiva, todo un conjunto de adolescentes inactivos que usan como escudo sus entrañables deseos para justificar su permanente estado de desconexión. Por eso no es extraño que el grupo se vaya dispersando a medida que las vidas de cada joven encuentran sus caminos personales. Y tristemente, aquellos que permanecen en el movimiento terminan por convertirlo en una copia idéntica (o peor) de la sociedad convencional, en donde la mujer sigue comprando, cocinando e incluso trabajando para que los hombres puedan seguir fantaseando sobre su (supuesta) revolución.

Pero toda esta desmitificación, esta dura carga hacia ese movimiento sesenta-setentero, no elimina para nada una dura crítica social igualmente atrevida y provocadora. Por ejemplo, en una de las primeras secuencias (probablemente una de las mejores de la película) Assayas muestra sin miedo cómo la policía aporrea de forma indiscriminada a un grupo de manifestantes relativamente indefensos (si bien es cierto que no hablamos del grupo de manifestantes más pacifista de la historia). Además, en todo momento somos testigos de la característica estupidez de la sociedad convencional, como sucede en las (exquisitas) conversaciones que mantiene Gilles con su padre o en el comportamiento que observamos en las personas que encabezan un rodaje del que no puede salir nada bueno. Pero en todo caso, lo verdaderamente cautivador de esta película es su capacidad evocadora, su facilidad para plasmar en la pantalla todos los detalles de una sociedad enferma que no consigue más que remedios autodestructivos. Lars von Trier a parte, pocas veces una mano disconforme se ha atrevido a dejar a las personas tan vertiginosamente desnudas.

http://cinemaspotting.net/2013/06/17/despues-de-mayo-oliver-assayas-2/
Martí
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6 de setiembre de 2013
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tema interesante para una película aburrida; y duele tener que hacer esta afirmación pues, la falta de afinidad y conexión para con los personajes se salda con una falta de interés y satisfacción que, en ningún caso, debería aparecer dado lo atractivo de su planteamiento inicial. Lucha contra el sistema, amor libre, experimentación con las drogas, sexo sin ataduras, profundos ideales vividos..., y sólo siento distancia, desapego; una frialdad que va en aumento dado su exceso de duración y la sorpresa de un alejamiento que va en incremento y que, en absoluto, esperabas . Ni siquiera la excelente fotografía puede compensar el cansancio y la debilidad de no saber plasmar de forma atractiva una época fascinante y de grandes cambios. Simplemente, me aburrí.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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23 de octubre de 2013
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando visionamos un trabajo cinematográfico, lo fundamental es que se nos cuente una historia, la que sea. Aquí no existe.
Te vas a enfrentar a una etapa relativamente cercana para algunos, donde queda bien reflejada la estética del momento; así como los diálogos políticos de unos personajes que dicen sin contar. Todo ello entramado alrededor de una situación convulsa, tanto política como social... No hay más. No lo busques ni lo esperes....
UN CUATRO.
LEUGIM
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14 de julio de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película francesa que cuenta las peripecias de un grupo de jóvenes en los primeros años de la década de los setenta.
Bellísima visualmente y con grandes canciones, nos muestra el proceso de maduración de unos adolescentes que parten desde la inocencia y el idealismo más inconsciente y radical, sufren decepciones y acaban en la tristeza. Vamos viendo cómo la realidad se va imponiendo y los intentos por alargar una época de irresponsabilidad y libertad van fracasando.
La historia se centra en los amores y las luchas políticas, cómo se alimentan mutuamente y la gran diferencia que hay entre el ideal y la realidad. Los personajes están metidos en los movimientos de izquierda y vemos los dogmatismos de los más recalcitrantes y la incompatibilidad entre la libertad individual y el compromiso político. También nos muestran la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace y la distancia insalvable entre los discursos de los jóvenes ilustrados de buenas familias y la dura realidad de los obreros.
Todo ello contado con sutileza e inteligencia, huyendo de sentimentalismos, subrayados y moralinas. En este sentido hay que decir que es una característica habitual del cine francés: debido a su tradición se ha creado un acuerdo tácito con los espectadores según el cual no es necesario explicarlo todo (basta con mostrar), ni caer en sensiblerías o demagogias, no atosigan ni invaden el espacio del espectador, permiten que cada uno saque sus conclusiones libremente. Esto se puede ver en esta película, por ejemplo, en cómo nos cuentan las rupturas de las parejas, no recurren a grandes escenas melodramáticas ni a histerismos, no es obligatorio, el espectador ya lo ha entendido. Lo mismo pasa con un aborto (no es spoiler, es anecdótico), lo comprendemos todo sin que aparentemente pase nada, con un par de detalles es suficiente. Con esto, por supuesto, hay un riesgo: caer en la pedantería y la pretenciosidad, hacer películas cargantes y estiradas que ofendan, pero aunque esto sea así a veces, creo que merece la pena la apuesta.
En fin, película nostálgica que no cae en blandenguerías autocomplacientes ni se recrea en tópicos y que nos cuenta los años hippies post-mayo francés con el inevitable muestrario de drogas, sexo y rock and roll.
El único pero es que se echa de menos una mayor profundización en los personajes y sus problemas ideológicos, peca todo el conjunto de superficialidad y ligereza, parece una suma de trazos impresionistas demasiado livianos y etéreos.
Ferdydurke
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5 de julio de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra pequeña obra que caerá en el olvido por culpa de la falta de visionado y publicidad. Lástima que se deba tardar tanto para ver este tipo de films y la gente pierda el interés, porque al menos para mí la historia es magnífica, con una sencillez y a la vez una profundidad que no me esperaba. Verla es adentrarse en una época pasada en la que ocurrieron cientos de hechos que intentaban provocar un verdadero cambio. Assayas se sumerge en una época que está claro le tocó vivir y que seguramente es autobiográfica en más aspectos de los que uno piensa. Así, disecciona a una juventud en la que son latentes todos los conflictos internos y sociales que padecen. Es recordar otra vez el paso de la juventud a la edad adulta, haciendo visibles todos los problemas y dilemas, pero también todos los buenos momentos que uno vivió: amores, amistades, viajes... Es también una "crítica" a todos aquellos que se autodenominaron revolucionarios, anarquistas, hippies, contraculturales y demás. Es ver dónde y por qué fallaron todas esas ideas y sueños, los anhelos de muchas generaciones que acabaron diluyéndose a la larga. Es, al final, la decisión de elegir entre la propia vida y satisfacción personal para tener un futuro, o unos ideales que en su momento muchos pensaron que podían llevarse a cabo y en los que creyeron a fe ciega
Al Swearengen
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