Un reflejo del miedo

Una estremecedora historia de terror psicológico, oscura e inquietante, envuelta toda ella en una atmósfera siniestra y malsana, es lo que eligió para su segundo largometraje como realizador el reconocido director de fotografía William A. Fraker, quien había debutado tras las cámaras con "Monte Walsh" solo un año antes ("Un reflejo del miedo" fue rodada en 1971).
Fraker pudo contar con un apreciable reparto, en el que destacan de forma singular Robert Shaw y Sally Kellerman, aunque la palma se la lleva sin duda Sondra Locke en un papel más que complicado.
Esta película es digna de una reivindicación que ella sola se ha ido ganando con el paso del tiempo. Su influencia en el género es notable, sólo hay que fijarse en los múltiples slashers y psychothrillers posteriores que han copiado o imitado su final.
Este es un film que todo aficionado al género debería conocer, realmente merece la pena.

Auténtica joya maldita que merece ser rescatada del ostracismo. Dirigida por el director de fotografía de "La semilla del diablo" o "Buscando al Sr. Goodbar" y con la distinguida presencia de Robert Shaw, un ambiente viciado inunda la película, como si algo hórrido fuera a ocurrir en cualquier instante. A este respecto, no son gratuitos los apuntes incestuosos de la relación entre padre e hija, o las intervenciones desde la sombra de un muñeco parlanchín que interactúa con la protagonista. La acción ocurre en una mansión junto al mar y sus alrededores, un micromosmos donde parece que idílico pero es sólo pura apariencia. Abanderó junto a otros títulos coetáneos el "American Gothic", una etapa que marcaría para siempre el devenir del género y que actualmente sigue siendo referente. Este trabajo tiene como referente máximo a "Psicosis", pero el guión es una ingeniosa vuelta de tuerca, con un desenlace sorpresa mil veces imitado pero nunca superado. Sondra Locke, que siempre me pareció sosita, hace un papelazo, de esas que cierran bocas. Injustamente ninguneada.