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El poder no perdona (En el año del Señor)

Comedia. Drama Roma, 1825. El Obispo Rivarola y el Coronel Nardoni están encargados de suprimir la revolución liberal. El analfabeto zapatero Corneja se entera de que el liberal Filippo Spada es un espía y se lo advierte a los "Carbonari". Dos de ellos son asignados para matarlo pero fallan en el intento y son arrestados y condenados a muerte. Corneja hará todo lo posible para defenderlos. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de la trilogía que Magni dedicó al Risorgimento italiano, que él ambientó siempre en su Roma natal, centrándose en los movimientos populares contrarios al poder, que en el caso de la mencionada ciudad estaba en manos del Papa.

La trama de la película, que cuenta una acción frustrada por parte de dos revolucionarios carbonarios en 1825, sirve al realizador, quien también escribe el guión, para reflexionar en torno al despotismo del poder y las complejidades y dificultades de los movimientos revolucionarios. Con relación a esto último centra su interés en la incomprensión que los revolucionarios “profesionales” pueden esperar de un pueblo aún no maduro para cuestionar los cimientos de la sociedad. Así, el intento estéril de los dos carbonarios parece condenado a pasar sin pena ni gloria, pero paradójicamente, será la excesiva reacción del poder la que les engrandezca a ellos y a su causa, como muy bien intuye el personaje más interesante del filme, ese ambiguo zapatero que es Cornacchia.

Magni utiliza hábilmente a sus personajes para encarnar las distintas posturas que le interesa plantear, si bien alcanza resultados dispares en ese empeño, pues mientras que con algunos logra su objetivo (Cornacchia, el Cardenal Rivarola, los dos carbonarios), con otros no me lo parece tanto (Giuditta o el fraile). De los cinco primeros cabe identificar a Cornacchia con el posibilismo, el cálculo y la maniobra al servicio de la revolución, y de ahí que sea el personaje más atractivo, pues no sabemos si pensar de él que es un inteligente estratega o un simple cobarde y cínico. Rivarola representa el poder, y como tal nos es mostrado bajo una apariencia afable, pero tras ella anida una frialdad y un despotismo absolutos. Por su parte, los dos carbonarios son los héroes necesarios; creen firmemente en aquello que defienden, son los personajes más honestos, y de ahí que sean los únicos que merezcan el amor de Giuditta.

Como será habitual en otras películas de Magni, la historia está a medio camino entre el drama y la comedia, contando con buenos diálogos, algunos extraordinarios, tanto por su pertinencia como por su tono irónico, aunque no alcancen el nivel de la que será su siguiente película sobre el tema, “En nombre del Papa rey”. De hecho, creo que este título es aún un intento por lograr un equilibrio adecuado entre todos esos elementos (el drama, la historia, la comedia, las relaciones con la época en que fue filmada la película, etc.), y de ahí que en ocasiones algunos fragmentos de la película resulten más flojos.

Por lo demás, las interpretaciones de todo el reparto son notables, si bien destaca el que sería el actor predilecto de Magni, un Nino Manfredi que está estupendo como Cornacchia, bien secundado por Tognazzi como Rivarola y por Sordi, encarnando al tenaz y excesivo fraile. El resto cumple sin mayor problema, y de Cardinale no puedo decir mucho, pues es de esas actrices que le aturden a uno por completo. La realización no destaca extraordinariamente, siendo convencional, pero debe reconocerse el cuidado con que se han escogido localizaciones y decorados, así como lo adecuado del vestuario.

Una buena película, preludio de otra aún mejor, y que puede y debe entenderse en relación con la situación social de Italia a caballo entre las décadas de los sesenta y los setenta.
Quatermain80
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