Guyana, el crimen del siglo

Sigue la estela estilística de Holocausto Caníbal, sin pretender ser en ningún momento un falso documental. Las escenas que recrean la comunidad sectaria de Guyana nos transportan a un tipo de histeria colectiva que solo puede provenir de la realidad, del horror más profundo, que siempre está unido con el mundo real. La calidad media (incluso baja) del metraje, aunque provenga del DVD, no hace sino jugar a favor de la película y dotarla, junto a la terrible música y a la interpretación del líder de la secta, de una atmósfera difícil de olvidar, puesto que además los actos verídicos en los que se inspira sucedieron tan solo un año antes del rodaje. Tuvo que ser parecido.

Una mañana de mediados de noviembre de 1978 la prensa internacional se hizo eco de un trágico suceso acaecido en Jonestown, Guyana, al perecer más de novecientas personas, de nacionalidad estadounidense y fieles a los designios de un tal Jim Jones. Éste pastor protestante había abrazado la causa de los Derechos Civiles en pro de los más desafavorecidos, poniendo en práctica su salvaje concepto del comunismo utópico. Así decidió destinar definitivamente su Iglesia en la selva del país sudamericano, aislandose junto a sus seguidores de ese mundo pecador y enemigo de Dios.

Los hechos tal y como se contaron evidentemente se pueden contrarestar. No así en el interesado e inmediato producto urdido por el tremebundo y mórbido René Cardona Jr., que unos años antes ya se apresuró a dramatizar el caso del accidente de aviación en la cordillera de los Andes. Todo un todoterreno en el morbo y el sensacionalismo.

Stuart Whitman, actor de segunda fila se luce en el papel del reverendo apodado Johnson en el film proyectando su sombra a otros veteranos actores en horas bajas como Yvonne De Carlo o el mismísimo Joseph Cotten.

De hecho también la televisión norteamericana se apresuró con el telefilm “Guyana Tragedy: the Story of Jim Jones” (1980) interpretado por Powers Boothe o la producción de Eli Roth,”The Sacrament” (2012) dirigida por Ti West aunque en éste último ejemplo añadía recursos propios del cine de terror.