Los desbravadores

No son muchos los que les gustan la mezcla de western y comedia, me incluyo en ellos, pero hay que reconocer que todo tiene sus excepciones y “Los desbravadores” es una de ellas.

Siempre me ha parecido una película fresca, viva, insultantemente cínica, con muchos valores y con un sentido del humor que ya quisieran los directores de hoy.

Tiene ese aire a “Duelo en la alta sierra” (el productor fue el mismo) donde vaqueros que el tiempo ha hecho mella en sus cuerpos doloridos no pueden buscar otro camino, pero en cambio tienen las ilusiones intactas de un niño pase lo que pase.

Glenn Ford, ya había hecho unos años atrás otra parecida titulada “Cowboy” dirigida por Delmer Daves y con Jack Lemmon como pareja de baile. Esta es mejor que aquella, prescinde de lo dramático y refuerza lo cómico, y además con Henry Fonda todo sube un nivel.

Otro punto a favor son sus paisajes. Pocas veces hemos visto a Arizona tan hermosa y tan bien fotografiada. Buen guión y dirección de Burt Kennedy, del que personalmente pienso que aunque otras películas suyas tengan más fama y más medios, posiblemente esta sea su mayor logro. .

Si tienen uno de esos días donde la cosa no salió muy bien, y andan cerca de estallar, les recomiendo que desconecten un rato e intenten pasarlo bien y con “Los desbravadores” lo conseguirán seguro.

Nota: 6,5.

Burt Kennedy fue un muy buen guionista que trabajó en los mejores westerns de Budd Boetticher, fue después cuando se animó a dirigir su primera película "Los canadienses". Pero son pocas las películas que podemos catalogar de interesantes en su faceta como director, creo que ésta que nos ocupa junto a "Ataque al carro blindado" y "Un sheriff también necesita ayuda" es de sus mejores trabajos.

Como es ya típico en sus trabajos la película refleja la llegada de nuevos tiempos, donde el final de una cultura está cada vez más cerca. Hay una escena que es igualita a la de "Seven man from now" (donde participó como guionista), cuando se disponen a cruzar un pequeño abrevadero pero esta vez no van en diligencia sino en una camioneta.

Una de las cosas más acertadas de la peli es ese toque de humor muy habitual en Kennedy, un humor que nunca se ha visto bien en el género. También la presencia de dos estrellas como Henry Fonda y Glenn Ford despierta el interés de cualquiera.

Asistimos a una comedia optimista sobre vaqueros bastante interesante, no se si exagero en darle un 7, pero los actores, las chicas, y el paisaje de Sedona se lo merecen.

Una muy simpática y entrañable cinta. Canto de despedida a una época y a un modo de vida que dio identidad a un país, el salvaje Oeste, que a mediados del siglo XX de salvaje tenía bien poco y que tan sólo podía aspirar a alcanzar atisbos de lo que fue con personajes como nuestros protagonistas, dos veteranos y ya maduros vaqueros, de vida desarraigada e itinerante, que se ganan el sustento desbravando ganado, incapaces ya de afrontar la vida de ninguna otra manera aunque, al mismo tiempo, renieguen de ella.
El Oeste se fue y ellos no parecen haberse enterado. Sólo saben deslomarse una y otra vez con esos malditos caballos para ganar unos cuantos cochinos dólares mal pagados que luego gastarán en una sola noche y vuelta a empezar.
Burt Kennedy acierta de pleno al afrontar con humor esta historia teñida de nostalgia e incluso cierta melancolía. El resultado no puede ser más que reconfortante. Los recuerdos del pasado, que siempre se nos antojan mejores de lo que fueron y los sueños del futuro que, sabemos, sueños son, atenazan nuestro presente, aprisionándolo, tal como Chill Wills embauca a nuestros protagonistas Glenn Ford y Henry Fonda, pareja de vaqueros otoñales magistral que les hace sospechar, muy a su pesar que, en el fondo, no son muy listos.
Claro que en todos los trabajos a realizar y más teniendo en cuenta si somos ya veteranos, entra en juego también el amor propio. Orgullo de saber hacer, la experiencia es un grado y si no, que se lo pregunten a Ford a ver por qué se obstina tanto con ese ruano salido del infierno, que tiene más malicia que un zorro y que es una lástima que su nombre no aparezca en los títulos de crédito porque roba las escenas como un campeón. Es muy comprensible que Ford se debata entre luchar con él para tratar de vencerlo o hacerle picadillo y a la cazuela.
Toda la película está impregnada de humor con bonitas escenas de rodeo y cierta picaresca amable y cordial que invitan al espectador a refugiarse en ella por un par de horas bajo la promesa de rendirle lo que, parece, un cálido homenaje de adiós a un género herido de muerte y que, como el caballo de este film, no sabíamos si se volvería a levantar.